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Arturo: Pregunta obligada para comenzar:
¿qué tal la gira española?
Miguel: Muy bien, una experiencia. Había
hecho gira por España con otros grupos, pero no con el mío.
La acogida ha sido bastante buena.
Arturo: Llevas en Calle 54 desde el lunes. Éste
es un lugar rodeado de controversia, por el hecho de que la gente
está cenando mientras los músicos tocan...
Miguel: Sí, de eso veníamos hablando.
Quizá yo estoy acostumbrado a que haya una especie de conexión
entre el público y la música, especialmente con la
música que nosotros estamos haciendo, que no es necesariamente
difícil de escuchar, pero que no es música de fondo.
Necesita un nivel de atención del oyente para que la gente
pueda, no entenderla, sino viajar con nosotros y permitirnos crear
cosas nuevas. Eso no ocurre aquí a ese nivel, como sí
ha ocurrido en otros sitios donde hemos tocado, como en Barcelona,
donde la gente iba con la intención de escuchar música,
no de comer ni de hablar ni de fumar cigarros o lo que sea.
Arturo: La sensación que uno se lleva al
escuchar tus discos es que sacrificas en cierto modo tu nivel técnico
para ofrecerte más como intérprete, que prefieres
sonar lírico y melódico que mostrar artificios técnicos.
¿Qué es lo que buscas realmente en tu forma de tocar?
Miguel: Lo que intento transmitir es básicamente
lo que tú estás diciendo, trato de no concentrarme
en el nivel técnico, aunque intento estar al día en
mi instrumento. Pero cuando toco música intento transmitir
la idea que tengo lo más clara posible, sin ningún
tipo de obstáculo, y un obstáculo puede ser claramente
el instrumento. Por eso trato de mantener la mayor cantidad de control
posible, para que mis ideas fluyan libremente. Trato de mantenerme
al día, pero no con la intención de impresionar con
técnica, con pirotecnia y cosas así. Mi idea es crear
música que tenga un nivel de energía que no sea necesariamente
showy o flashy (ostentosa). Tocar de esa forma, rápido, alto,
duro es una manera de llegar fácilmente a la gente, pero
mi idea es crear ese mismo efecto con una intensidad más
normal.
Arturo: Has tocado con maestros
como David Murray, Bobby Hutcherson, Charlie Haden... ¿Quién
te ha influido más y en qué modo?
Miguel: Yo diría que muchos, básicamente
todos. Pero en el tipo de música que estoy tratando de hacer,
combinando sobre todo música de Puerto Rico con jazz, hay
gente con la que he trabajado como Danilo Pérez, Edward Simon
o David Sánchez que llevan haciendo esto desde mucho antes
que yo, y que han sido una auténtica influencia en el sentido
de que compartimos una visión bastante similar de lo que
queremos hacer, que es una fusión que esté balanceada
en cuanto a que el nivel de influencia latinoamericana y el nivel
de influencia del jazz sea igual en términos de calidad y
cantidad.
Arturo: También te quería
preguntar por eso. En tu primer disco Looking Forward sí
se nota realmente una influencia latina muy grande, pero en Ceremonial
está más difusa, a lo mejor por ser un disco más
amplio de concepto.
Miguel: Sí, yo la manera en que lo veo es
que en Looking Forward, quizás por ser mi primer disco, yo
lo utilicé casi como una tarjeta de presentación,
mostrando muchas ideas diferentes, y tratando de ponerlo todo en
un disco, y quizás en Ceremonial me tomé mi tiempo
y traté de desarrollar una visión, en términos
musicales, a la que pertenecen todas las canciones del disco, donde
lo principal es la melodía, y todo fluye alrededor de la
melodía. Todo fue más lento en términos de
presentación, me tomé las cosas con un poquito más
de paciencia. El primer disco lo utilicé más para
mostrar todas las cosas que pensaba, y quizás en éste
me he tomado más tiempo.
Arturo: Entonces ¿la distancia entre discos
va a ser mayor ahora?
Miguel: Yo espero que no, porque tengo bastante
claro lo que quiero hacer en los próximos discos. Más
que la distancia va a ser el desarrollo conceptual lo que va a ir
más lento.
Arturo: Tu sonido es eminentemente
acústico, pero hay temas del último disco donde usas
Fender Rhodes y bajo eléctrico. ¿Tienes pensado evolucionar
hacia terreno eléctrico?
Miguel: Sí, definitivamente sí. Es
una de las ideas que tengo. No completamente eléctrico, entre
otras cosas porque mi instrumento es acústico, y no hay nada
que pueda hacer si no es usando pedales, micrófonos y qué
se yo, pero sí hay muchas cosas que las escucho eléctricas.
Uno de mis proyectos futuros es un grupo con el que ya he estado
tocando con bajo eléctrico y percusión.
Arturo: Hay un tema del disco que me tiene obsesionado
desde la primera vez que lo oí: Morning Chant, en el que
he escuchado varias cosas. Por un lado tiene algo de canto tribal,
por otro escucho un concepto minimalista a lo Michael Nyman, en
el sentido de tomar un pequeño motivo e irlo desarrollando
progresivamente, e incluso si en el puente cambiamos el saxo por
una guitarra eléctrica podría ser perfectamente un
riff de heavy metal. ¿Cómo surge Morning Chant?
Miguel: Bien, pues mira, la historia es bastante
graciosa. Yo estudié en la Manhattan School of Music, y tomé
una clase de análisis teórico de los compositores
del siglo XX: Stravinsky, Schoenberg, Debussy, etc. Y el maestro,
que era un tipo muy abierto, trajo un día a la clase un disco
de unos cantos tibetanos, un canto que hacían unos niños
por la mañana, de ahí lo de Morning Chant. Era como
una meditación, repetían ese riff a varias voces,
y duraba como media hora. Luego nos puso otro que era parecido a
lo que hacemos en el puente. Me quedé obsesionado con esas
ideas, en clase todo el mundo estaba hipnotizado. Escribí
esa idea en la libreta y fui después trabajando poco a poco
la idea de la canción, yo quería que fuera algo bien
libre, intentando que ese riff repetido creara el mismo efecto que
tuvo en mí, que fue algo hipnotizante.
Arturo: Y lo conseguiste. El meter
las voces de los cuatro músicos cantando el riff fue entonces
el recordatorio de los cantos tibetanos, ¿no?
Miguel: Sí, exacto. Yo quería hacerlo
con niños, pero iba a ser bien complicado.
Arturo: Hablemos de tus comienzos. ¿Cómo
fue lo de conocer a tu productor Branford Marsalis?
Miguel: Yo llevo tiempo tocando para David Sánchez,
y algunos de sus discos para Sony/Columbia los produjo Branford,
así que le conocí grabando para David. Con David habíamos
grabado varios originales míos, y un día Branford
me dijo que querían hacer algo conmigo si no tenía
otros compromisos, ya que en esa época ya había grabado
mi primer disco para Fresh Sound, aunque aún no había
salido. Y al final lo hicimos.
Arturo: Habitualmente tocas con Antonio Sánchez,
pero ahora está Jeff Ballard en la gira. Son dos baterías
enormes, ¿qué te aporta cada uno de ellos?
Miguel: Los dos son increíbles músicos,
pero son bien diferentes. Antonio es un virtuoso de la batería
en términos del control y la técnica, y la capacidad
que tiene de hacer fáciles cosas difíciles, y encuentro
que Jeff, aparte de ser un gran percusionista y tener una gran experiencia
tocando con muchos de los grandes, tiene un sentido de musicalidad
que para mí es como una frescura. Siempre que toca una canción
aporta algo nuevo. Habíamos tocado antes en otros grupos
y siempre hemos tenido una conexión muy buena, no sólo
musical sino personal. Siempre pensé en él para tocar
en mi cuarteto, y ahora se presentó la oportunidad.
Arturo: ¿De qué músicos
nos puedes hablar que no conozca mucho la gente? Músicos
de la escena de Nueva York, por ejemplo.
Miguel: Hay muchísimos, se te va a acabar
la cinta... (risas) Hay muchos saxofonistas, no sé si conoces
a Myron Walden, hay un tenor que se llama Mark Strickland, un trompetista
que se llama Jeremy Pelt, hay tantos músicos en Nueva York...
En el círculo de la fusión que nosotros estamos haciendo
está Luis Perdomo, Antonio Sánchez, Adam Cruz, Hans
Glawischnig, Carlos Enríquez, Edsel Gómez, Edward
Simon, ...
Arturo: Sobre músicos españoles te
he oído hablar de lo que te gusta Perico Sambeat, pero en
toda Europa ¿qué otros músicos conoces?
Miguel: Pues en Europa, en general, la mayoría
de los que conozco son españoles. Conozco varios músicos
holandeses que viven en Nueva York, que no son muy conocidos pero
son buenos músicos, una cantante italiana: Chiara Civello.
A los españoles les conozco porque han ido a la escuela conmigo
en Nueva York, como Perico, Alexis Cuadrado o Albert Sanz.
Arturo: Y con relación a la escena jazzística
de Puerto Rico, ¿qué nos puedes contar? ¿sigues
en contacto con ella?
Miguel: Sí, sigo en contacto. En Puerto
Rico siempre ha sido difícil al no haber una escuela de jazz.
Hay escuelas clásicas, pero no de jazz, aunque ahora están
empezando a meter programas de jazz y a traer a gente de fuera.
Llevaron a Branford, a Danilo, a David, y ya están tomándolo
más en serio, y eso crea una iniciativa para la gente joven
que está empezando a tocar y aspira a ser un profesional,
a ir a Nueva York, etc. Va lento, porque en Puerto Rico siempre
están los obstáculos de que no hay dónde tocar,
no hay clubes, hay un festival pero es bastante comercial, con smooth
jazz y cosas de salsa. Yo lo que pienso es que, al contrario de
sitios como aquí en España, no hay ese deseo del Gobierno
de culturizar a la gente, de traer auténticos músicos
de jazz. Prefieren traer lo que la gente quiere escuchar, cosas
bailables, placenteras, que no requieran prestar atención,
y yo pienso que eso es lo que falta, ese sentido de querer educar
a la gente, aunque creo que en el futuro quizás pueda pasar.
Arturo: Muy bien, y ya para acabar, háblame
de tus próximos proyectos.
Miguel: Tengo tres o cuatro cosas en la cabeza
esperando básicamente a que la compañía me
dé el visto bueno para grabar. Estoy trabajando en un proyecto
de una música de la montaña de Puerto Rico que se
llama música jíbara, y sería una composición
extendida que estrenaremos en Nueva York dentro de mes y medio,
y lo más seguro es que se convierta en una grabación.
También tengo el proyecto electrónico que te comenté
con bajo eléctrico y percusión. Y por mi parte seguir
estudiando y no quedarme estancado. Ahora estamos tocando la música
del disco, pero intentamos variar en cada show para no quedarnos
ahí. Luego este verano voy a tocar con Charlie Haden y espero
repetir el año que viene con el San Francisco Modern Jazz
Collective, donde está Bobby Hutcherson y Joshua Redman.
Para mí con eso es suficiente.
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