Comentario:
Este concierto sirvió para presentar a los chicos de la prensa madrileña
el primer disco de Akafree, La visita de la salamandra (Xingra, XC-0103),
grabado en enero pasado. En este grupo, la saxofonista gallega Chefa Alonso
ha sabido rodearse de músicos jóvenes que le permiten plasmar
un proyecto musical –todas las composiciones del disco son suyas- de un
jazz controlado y libertario, accesible y a la vez exigente, estimulante
“física y mentalmente”.
Pero lo más destacado es
que se trata de un verdadero grupo, plenamente conjuntado, que ensaya mucho,
da conciertos con regularidad (menos de la que se merece) y se sabe el material
al dedillo. Y eso se nota. Y se disfruta. Porque el hecho de conocer todos
los recovecos de composiciones exigentes como las de Chefa Alonso permite
que en directo el grupo desarrolle lo grabado en La visita de la salamandra
y lo lleve mucho más lejos, más alto y más fuerte.
Y ni siquiera el reciente cambio
de bajista (Jorge Frías por Rodrigo Carmona) se notó ayer.
Los temas sonaron frescos y contundentes y uno agradece esos detalles en
los arreglos, esas codas trabajadas (como en “Cabeza de ratón”),
esos tuttis acompañando un solo, algunos de ellos no incluidos en
la versión en estudio.
Y ya que hablamos de las composiciones;
éstas se alimentan de muchas influencias y no sólo jazzísticas
(funky, flamenco, melodías gallegas, ritmos balcánicos), pero
por encima de todo uno oye la huella de Charles Mingus (por los cambios
de ritmo), de Eric Dolphy y Thelonious Monk. Y claro, quien bebe del manantial
monkiano (perdón por la pedantería) y toca el saxo soprano,
como Chefa Alonso, ha debido estudiar a fondo a Steve Lacy.
Los cinco músicos de Akafree
dejaron patente en esta actuación su alto nivel. Javier Carmona amplió
los registros mostrados en el disco y añadió un mayor empuje
rítmico a su percusión colorista, llena de matices. Como dijimos
antes, Jorge Frías estuvo más que solvente y se despidió
con un bonito solo a lo Charlie Haden. Juan Jarén es un muy buen
guitarrista, lleno de recursos y de sentido del humor en su música.
Uno echó de menos que no tuviera un mayor protagonismo. Marcos Monge
demostró que es un saxofonista de altura, con un gran conocimiento
de la historia del jazz -y no sólo eso- que seguramente dará
mucho y bien que hablar dentro de pocos años. Suyo fue el mayor protagonismo.
Y eso es algo que también hay que agradecer a Chefa Alonso, que aún
siendo la líder de facto, sepa dar cancha a sus compañeros,
aunque también ofreció bellos ejemplos del “soplo derviche”
al soprano.
Y si hay que ponerle algún
“pero” al concierto, –y esto es sólo una apreciación personal-
uno echó de menos una mayor variedad de “ambientes sonoros”. Muchos
de los temas empezaron suaves para acabar a todo trapo. Por ejemplo, como
apuntó mi compadre Germán Huélamo –también presente-
es una pena que la suave y hermosa introducción de “Para Bárbara”
(así anunciada ayer, pero titulada “Esperándola” en el disco)
no se desarrollase más extensamente o incluso mantuviese de principio
a fin ese ambiente, como esas baladas oblicuas de Sun Ra en las que la tensión
no llega a resolverse nunca (como "When Angels Speak of Love").
Con todo, un buen concierto de
un buen grupo, de aquí mismo, que ahora que empieza en Madrid el
festival Emociona Jazz uno desearía ver en el cartel. Como dicen
los aficionados del Barça cuando las cosas van bien, “aquest any
tenim equip”.
Diego Sánchez Cascado