Comentario:
ROSSA,
la “hermana” de Joao.
Segundo
concierto grande de la VII edición del Festival de Jazz de Borja que cada año
mejora con el paso del tiempo, a la manera del otro leif motiv de la
organización: los buenos vinos de la comarca. Con la ayuda de las
instituciones aragonesas y el buen hacer de su perfecta organización, el
Festival de Jazz de Borja avanza en cada una de sus ediciones con paso lento
pero firme. Y la de este año ha sido otra de esas ediciones para recordar
por su escueto pero excelente ramillete de artistas invitados. Estuvieron
nuestros excelentes “veteranos” Perico
Sambeat, Albert Sanz, Jorge Pardo, Carles Benavent
o Tino Di Geraldo y la última
noche nos acompañaron la excelente voz de Rossa
Passos y el incommensurable “Foursight”
de Ron Carter, amén de muchos
otros músicos que redondearon las jornadas del festival.
En el marco del
Teatro Cervantes empezó la noche, con un pelín de retraso, de la mano de Juan
Claudio Cifuentes, promotor del festival y presentador del mismo, que
dio la bienvenida a todo el mundo y repartió parabienes a diestro y
siniestro institucional. Y enseguida el primer grupo de la noche: Rossa
Passos e Grupo.
La fenomenal
compositora y vocalista brasileña se presentó ante el público de Borja
con un quinteto formado por el pianista Fabio Torres, el guitarrista Lula
Galvao, el bajista Paulo Paulelli,
el batería Celso de Almeida y
ella misma, guitarra y voz. Y ¡qué voz!… intensa, profunda y maravillosa
voz que nos transportó suavemente a las playas de Recife y Copacabana a
pesar de que, en algunos tramos del viaje, el sonido no era el adecuado. A
través de un repertorio plagado de temas propios, la voz de Rossa fue tejiendo con dulzura y pasión un recital pleno de emoción
y melancolía bahiana.
Una hora y media más
o menos de concierto en el que eché de menos la participación más activa
de algunos de los miembros de su excelente banda. Fabio
Torres fue el único que se permitió mostrarnos su talento reflejado en
precisos pero cortos discursos a través de su piano, y el guitarrista, Lula
Galvao,, se atrevió tímidamente, en el único bis que hicieron, a
pasear sus dedos con destreza y elegancia por el mástil de su “Gibson”. Pero el resto de los músicos, eclipsados quizá por el
enorme talento compositivo de Rossa,
participaron lo justo. Una pena, sobre todo, no poder oír más el bajo de Paulo
Paulelli, al que ella presentó como su hijo espiritual y al que su
trabajo en Estados Unidos precedía. Uno esperaba más.
El talento de Rossa,
enorme, dulce, intenso, llenó todos los rincones del auditorio haciendo,
unas veces, que la audiencia bailara desaforadamente, y otras, que se
estremeciera ebrio de melancolía bajo las notas de su maravillosa Bossa.
Tremenda Rossa que repartió
simpatía, sonrisas, música, agradecimiento y rosas por doquier.
Ya empezábamos a
notar ese cosquilleo especial de las grandes ocasiones, esa invasión
amistosa, silenciosa y discreta de una atmósfera única, una energía
especial que iba a tener su clímax con la actuación del “Foursight”
de Ron Carter.
LA
LOCOMOTORA FOURSIGHT.
Después de un descanso de
media hora aproximadamente, lo justo para cambiar algunos instrumentos y demás
historias, ya estábamos preparados para dejarnos aturullar por una de las
mejores secciones rítmicas del momento: Harvey Mason a la batería, Steve
Kroon percusión, Stephen Scott
al piano y Ron Carter al
contrabajo. La enorme talla artística (y física) del maestro de maestros Ron
Carter se proyecta de manera precisa en todos los miembros de su combo,
conectados entre ellos de tal manera que la más mínima vibración o
cambio la sienten como si de una sola personalidad musical se tratara. Y eso
es realmente lo que es la locomotora Foursight,
una maquinaria perfectamente engrasada y ajustada , preparada para transitar
sin contratiempos por todos los
caminos del viejo y nuevo jazz.
El concierto ofreció un tremendo
temazo de unos 50 minutos mezcla de lo mejor de muchísimos estilos
musicales y durante el cual, a eso de los treinta minutos, estuve a punto de
perder la sensación de gravedad (el conocimiento me había desaparecido,
extasiado, a los 5 minutos). Modern Jazz, Be bop, Hard bop, Bossa, Jazz
Latino, Post Bop, Free, algunos momentos de clásica española (con Albéniz,
Granados o Falla, o con
el Carmen de Bizet), incluso unas
breves notas del Penélope de Serrat.
Todo ello mezclado y presentado con una elegancia y una precisión increíbles.
Esta locomotora no presenta ningún
tipo de fisura. Harvey Mason está inmenso a la batería aunque es el que menos
protagonismo tiene de cara al respetable. Steve
Kroon disfruta y hace disfrutar a la audiencia con las decenas de
artilugios de percusión que utiliza con sus enormes y sabias manos, en
perfecta comunión con el batería y con el resto del combo.
Capítulo aparte merece el
pianista Stephen Scott. Increíble
concierto el suyo y realmente el protagonista principal de este combo,
desarrollando solos y frases absolutamente desbordantes con una habilidad y
frescura inolvidables que, en muchísimos momentos de estos 50 minutos, me
recordaron a la figura del gran Oscar Peterson; no en vano trocearon maravillosamente la versión más
“petersoniana” del “Someday my
prince will come”.
El maestro Ron
Carter, desde el centro
del escenario, desplegó toda su fuerza y talento. Comunicación perfecta,
gestos, miradas, arriba y abajo, idas y venidas geniales que llevaron al público
a una enorme explosión de aplausos y vítores al finalizar estos minutos
que dejaron sin respiro a más de uno. ¡Y qué calor, musical y físico, qué
manera de sudar! Pero qué “rico” todo….
Terminaron el concierto con una
version del espléndido “All Blues” de Miles Davis
y un precioso y preciso bis del “Moanin’”
de los “Jazz Messengers”.
Pero para entonces todos estábamos absolutamente entregados tras esos
minutos insuperables, llenos de emoción, frescura, talento, originalidad...
y todo lo queráis.
Para mi gusto, concierto
memorable el realizado tanto por Rossa Passos e Grupo como, sobre todo, por los Foursight de Ron Carter.
Un buen marco, a pesar del sonido, en el que se creó una comunión perfecta
entre los músicos y la audiencia que elevó el jazz a cotas que hasta ahora
para mi eran desconocidas. Si tenéis la oportunidad de ver a
“Foursight” no la desaprovechéis ahora que están por aquí todo el verano.
Luego lo lamentareis.
Santiago
Molina