>> VOLVER A TOMAJAZZ

 
 

 

   
ENRICO PIERANUNZI

III Muestra Internacional de jazz de Madrid "emociona !!! JAZZ" 2003
  • Fecha: 17 Noviembre 2003, 21:00 h
  • Lugar: Teatro Abadía
  • Asistencia: Lleno
  • Componente:
    Enrico Pieranunzi: piano

 

  • Comentario: Uno parece a veces tener la ansiedad de querer siempre escuchar algo nuevo, propuestas que se salgan de los caminos trillados. Pero en ocasiones, aparece un músico que utiliza lenguajes de sobra conocidos con tanta calidad, tanta inventiva, que uno, extasiado, se ve obligado a quitarse el sombrero. Esto ocurrió en el concierto en solitario de Enrico Pieranunzi.

    Pieranunzi puede ser descrito –rápido y mal- como uno de esos pianistas clásicos dentro del jazz, continuador de Bill Evans y, como éste, influido por los románticos del XIX, como Chopin o Schumann. Ya situados, vayamos con el concierto madrileño. En él, Pieranunzi alternó las composiciones propias con los standards, logrando un gran equilibrio, tanto estilístico como emocional.

    Abrió con “My Funny Valentine”, introducido con unas interesantes variaciones antes de atacar la melodía. La cosa empezó bien, pero iba a mejorar aún más. A continuación, sus propias composiciones “Islas” y “Canto Nascosto”, permitieron al pianista mostrar su vertiente más intimista, con melodías pastorales de fuerte carga romántica.

    Pero el momento cumbre de la actuación vino con su exploración de “Freedom Jazz Dance” (de Eddie Harris, pero con la versión de Miles Davis como referente) y “Jitterburg Waltz” (de Fats Waller), ambas en ritmo ternario. Porque las tocó al alimón, entrecruzándolas, pasando de una a otra, insinuando la melodía de una, desarrollándola, para luego recordar el tema de la otra, con numerosos cambios de ritmo, todo ello con una inventiva arrolladora. Fue realmente prodigioso y, al mismo tiempo, emocionante, porque permitió ver a un artista en pleno proceso investigador, que se planteaba preguntas y las respondía de diversas formas, y que no sabía adónde la música le iba a transportar.

    Enrico Pieranunzi ofreció una música de una lógica aplastante, en la que todo caía por su propio peso y parecía ser la expresión definitiva. Una música intemporal, como toda gran creación que se precie.

    Diego Sánchez Cascado