Comentario:
Anunciado poco más de una semana antes de su realización,
el concierto del dúo Benny Green/Russell Malone casi
pasó desapercibido en la agenda jazzística lisboeta.
Sin embargo, resultó gratificante comprobar que, pese
a la deficiente comunicación, el público terminó
por acudir en masa, llenando casi el gran auditorio de la
Culturgest.
No se aguardaban grandes sorpresas para este concierto, al
menos para quien conociese a estos músicos. Y así
fue: practicaron un jazz enraizado en la más pura esencia
del swing y del blues, con un repertorio formado esencialmente
por standards, desdoblándose en los tradicionales esquemas
“tema-solos-tema”, en definitiva, todo dentro
de los parámetros esperados...
Pero como contrapeso a esta más que previsible orientación
de índole estrictamente clásica, lo que se reveló
extraordinario en estos músicos fue el hecho de preconizar
un enfoque lleno de musicalidad y frescura, en el que la empatía
y la coordinación se establecieron como los vectores
fundamentales de lo que terminó siendo una actuación
coronada por el éxito.
Nada sonó falso. En un formato que supone una dificultad
adicional –la ausencia de una brújula rítmica
omnipresente- Benny Green y Russell Malone fueron dos músicos
que se conjuntaron de forma perfecta, explorando de la mejor
manera la casi telepática capacidad de adivinar lo
que hacía el otro, incluso las más sutiles inflexiones.
Benny Green fue igual a sí mismo. En la senda de un
Oscar Peterson (su influencia más evidente), el rasgo
más característico de este pianista es la natural
inclinación hacia el virtuosismo, aunque nunca asumido
como sinónimo de extravagancia o exhibicionismo, idea
esta que, en cierta medida, se manifiesta en alguno de los
otros muchos registros que desarrolla. Sin ser un virtuoso
como su compañero, Russell Malone demostró por
su parte un total dominio de la forma, lo que le permitía
las más elocuentes elucubraciones solistas. En conjunto,
pianista y guitarrista formaron una máquina perfectamente
engrasada, cuya producción musical no se basó
únicamente en el mecanismo sino también en la
intuición, sin poner nunca en jaque la espontaneidad
y la natural inclinación hacia lo imprevisible.
En resumen, fue una actuación sumamente convincente,
donde dos maestros de sus respectivos instrumentos mostraron
un alto nivel y a los que el público supo corresponder
con la debida y merecida recompensa.
João Aleluia Traducido por
Diego
Sánchez Cascado