Comentario: Ha arrancado una nueva edición
del festival Injuve en Ibiza, en el "marco incomparable"
del Baluarte de Santa Lucía, precioso escenario con vistas
espectaculares de toda la ciudad, tanto la parte vieja como
la moderna, el puerto y el mar. ¡Ah!, el mar...
Durante cinco días, el certamen presenta sendas sesiones
dobles con cuatro grupos noveles y otros seis ya asentados.
Y esa es una de las interesantes particularidades del festival
del Injuve (Instituto de la Juventud, divino tesoro), la de
dar una primera oportunidad a músicos jóvenes
españoles seleccionados a través de un concurso
de maquetas, iniciativa que rompe con la tendencia "fashion"
de nuestros festivales jazzeros estivales. Y eso que estamos
en Ibiza (¡Ah!, el mar...), paradigma de lugar de veraneo
"a la última", muestrario de vanidades hechas
de tangas, pareos, lifting y crema bronceadora. Y patria de
la música machacona.
Pero, por fortuna, en ella también hay un resquicio para
el jazz, con propuestas variadas y, a priori, interesantes.
Así pues, vayamos con la sesión inaugural.
DOLÇ TAB PROJECT
Abrieron los alicantinos del Dolç Tab Jazz Project, uno
de los grupos seleccionados mediante concurso, que buscan integrar
la formación tradicional de la dulzaina y el tabal (tambor
grande) en un contexto y un repertorio de jazz. El problema
es que la mezcla entre ambas músicas se queda en la instrumentación
-y en alguna composición suelta-, en concreto en la introducción
de la dulzaina dentro de un acompañamiento jazzístico,
sin que exista una verdadera fusión de estilos, de armonías,
de ritmos.
Se nota que el grupo ha trabajado mucho, con arreglos en ocasiones
bastante complicados, pero el proyecto se queda en la superficie,
sin llegar a dar originalidad a la propuesta. Y falta, sobre
todo, chispa, esa bendita locura que permite romper esquemas.
Así, a través de un repertorio muy latinizado
que combina composiciones propias y estándars, se suceden
los temas con una exposición repetida varias veces, un
pequeño desarrollo y vuelta a la exposición inicial,
sin que haya verdaderamente improvisación. Cuando la
hubo, como en un "Caravan" con una rearmonización
interesante, la cosa pareció despegar. Pero en otros
momentos, sobre todo en la interpretación de un chachachá
al que siguió "Bésame mucho", la música
se acercó peligrosamente al sector "bodas, bautizos
y comuniones". Pero esto no quiere decir que la idea no
sea válida. Tan sólo que quien esto firma hubiese
deseado un poco más de locura, de riesgo y no algo tan
previsible.
ANGEL RUBIO JAZZJONDO
Por el contrario, Jazzjondo mostró una profundidad y
una enjundia mucho mayores. En los últimos tiempos, muchos
-demasiados, me atrevería a decir- son los ejemplos de
fusión del jazz con el flamenco, en lo que parece haberse
convertido en recurso comercial de muchos músicos españoles
(y extranjeros). Pero la propuesta de Ángel Rubio, más
flamenca que otras, tiene asimismo mayor interés que
otras mucho más celebradas.
Las composiciones, todas ellas de Rubio, son "a primer
oído" muy flamencas, pero con una estructura más
compleja y abierta que deja espacio a la improvisación
de orientación jazzística. Además, las
letras (también obra de Rubio) lanzan guiños al
mundo clásico del jazz, con referencias a "Summertime"
o a "You Don't Know What Love Is" teñidas de
jondura flamenca y cantadas con categoría por Paco del
Pozo, un interesante cantaor que recuerda a Miguel Poveda, lo
que no es mala cosa, ni mucho menos.
Ángel Rubio sabe mantenerse en segundo plano, pero el
proyecto es plenamente suyo y se nota en su forma -sutil- de
encauzar la música y en sus pertinentes intervenciones
a la guitarra. Estuvo acompañado por músicos plenamente
entregados a la causa. Además del citado del Pozo, la
rítmica formada por Giancarlo Spirito y Alejandro Vaquerizo
se mostró muy sólida. Mención especial
merecieron el flautista Juan Carlos Aracil, que tuvo la difícil
tarea de tener que sustituir -y lo hizo con éxito-al
saxo de Andrzej Olejniczak, afectado de gastroenteritis y María
Nadal, una bailaora de clase.
Tras un hermoso "Martinete", el concierto se cerró
con una composición de inspiriación gnawa que
abre nuevas puertas musicales, en este caso marroquíes,
para Jazzjondo, un proyecto que parece tener en su zurrón
otras cosas interesantes por mostrar.
Diego Sánchez Cascado