Comentario:
JOSE ALBERTO MEDINA TRÍO:
Mientras que, de los grupos presentados este año al Injuve,
John Pinone ofreció la propuesta más novedosa,
el trío de José Alberto Medina fue claramente
el de más nivel.
Se trata de un trío clásico de piano que realiza
un jazz melódico, elegante (en el mejor sentido de la
palabra) pausado, sin estridencias. Nada rupturista, pero con
un nivel tal, que sorprende que se trate de músicos noveles
de 24-25 años. A Medina le empiezan a llover las comparaciones
con Brad Mehldau pero, por encima de éste, uno nota más
la influencia del trío Bill Evans y, por extensión,
del de Keith Jarrett*.
Tuvieron el detalle de iniciar su actuación con un tema
de José Alberto Medina compuesto expresamente para el
concierto, al que siguió “Mico in Green”,
firmado por el contrabajista Juan Pablo Balcázar. Ambos,
muy apacibles, se ajustaban perfectamente a la maravillosa noche
con luna llena que podíamos disfrutar en el Baluarte
de Santa Lucía. Sin embargo, uno temía que, de
continuar la actuación por estos derroteros, terminase
por caer en el aburrimiento.
Pero no ocurrió así: a partir del tercer tema,
una versión de “Los sueños y el tiempo”
de Guillermo McGuill, el concierto despegó definitivamente
gracias a un soberbio solo de Medina que llevó la música
a una nueva dimensión, mucho más estimulante,
con una emoción ya no tan contenida, sino desatada.
Y seguimos “tan arriba” (como la luna) con “Al
azar”, una composición circular de Medina, “Nardis”
(¿o era “Gloria’s Step” de Scott LaFaro?
Disculpas pero la memoria me falla) y “Lisboa”,
un precioso y emotivo tema de Balcázar.
José Alberto Medina demostró un nivel técnico
notable, con gran autonomía de ambas manos, pero sin
recurrir a un derroche de notas, sabiendo valorar y jugar con
los silencios. Juan Pablo Balcázar, buen contrabajista,
ocupó también un lugar preponderante y estableció
un diálogo constante con Medina. Por su parte, Francisco
Javier Frieri a la batería, permaneció en segundo
plano, en una labor más ingrata, pero necesaria, desempeñada
con eficacia.
La calidad de la música del José Alberto Medina
Trío –avalada ya por un disco, “First Portrait”
(Fresh Sound New Talent)-, unida a la juventud de sus integrantes
permite augurarle un futuro envidiable, algo que seguramente
no tardará en confirmarse.
ROY HARGROVE’S RH FACTOR
Tras presentarse, a comienzos de los noventa, como uno de esos
jóvenes leones neotradicionalistas, Roy Hargrove propone
ahora un viaje retro por la música negra de los años
setenta y ochenta –el jazz eléctrico de Miles Davis
en sus diferentes encarnaciones, el soul, el funk y el afro-beat-,
orientado principalmente a la diversión y al baile.
El concierto de RH Factor empezó con una interpretación
del davisiano “It’s About That Time” para
presentar al grupo y caldear el ambiente. Al igual que hacía
Miles Davis, Roy Hargrove salió unos minutos después
y nos regaló uno de los escasos –y breves- solos
que realizó durante la actuación. Pero las “referencias”
a Miles no se quedaron ahí: Hargrove se atrevió
a tocar los teclados y Keith Anderson realizó al saxo
alto un solo casi calcado del que Kenny Garrett realizaba con
Miles en “Human Nature”, allá por los años
ochenta.
Y hablando de solos de saxos, el volumen del grupo era tan alto,
con tanto instrumento eléctrico –se trataba de
privilegiar la pegada sobre la sutileza-, que tanto Anderson
como Schwarzbart se veían obligados a echar mano de los
sobreagudos y otros recursos efectistas que resultaban cargantes.
Pero, como decíamos, aparte de milesdavisianismos varios,
RH Factor también realizó un repaso al funk -con
una versión de “One Nation Under a Groove”
de Funkadelic-, al soul duro del James Brown de los setenta,
al soul
blandurrón –para lucimiento de la cantante Renee
Neufville; mejor olvidar cuando Roy Hargrove se atrevió
a cantar- y al abro-beat felakutiano, ya en el bis, en lo que
tal vez fuera lo mejor de una actuación bastante plana.
Eso sí, no se puede negar el nivel de los músicos,
con una sección rítmica que sonó redonda
y donde sobresalió por encima de los demás Reggie
Washington al bajo eléctrico. Pero el concierto se hizo
largo y lo que estaba previsto como una velada divertida y bailonga
no terminó de enganchar a la concurrencia, que veía
como sobre el escenario los músicos disfrutaban más
que ella.
Diego Sánchez Cascado
* Por otro lado, ambos influencias claras de Mehldau.