GERRY HEMINGWAY
Ciclo "Jazz ao Centro – Encontros
Internacionais de Jazz"
Teatro Académico Gil Vicente, Coimbra
26 de julio de 2003, 21:30 horas
Aprox. 350 personas / pessoas
Músicos:
-
Gerry Hemingway - batería
-
Ellery Eskelin - saxo tenor / saxofone tenor
-
Ray Anderson - trombón / trombone de varas
-
Mark Dresser - contrabajo / contrabaixo
Fotografías © Nuno Martins, 2003
Resenha - Reseña
Portugués: João Pedro Viegas
Español: Juan Antonio Barranco
Sáez
Español: João Pedro Viegas
- traducción: Diego Sánchez Cascado
Resenha
Quem foi ao Teatro Académico
de Gil Vicente para ver mais um grupo de jazz improvisado não acertou
no prognóstico. Contudo não terá saído do espectáculo
arrependido. Foi, com efeito, uma noite memorável aquela que nos foi
proporcionada por este grupo.
É que este concerto do Gerry Hemingway Quartet foge um bocado da matriz
estética dominante nos Encontros Internacionais de Jazz de Coimbra. É
claro que a musica composta por Hemingway para este seu quarteto americano deixa
grandes espaços para o improviso, ou não tivessem sido o próprio
Hemingway, Ray Anderson e o contrabaixista Mark Dresser, que já esteve
este ano em Coimbra a acompanhar o saxofonista Steve Lehmann, colaboradores
de Anthony Braxton durante quase uma década, mas o improviso está
normalmente condicionado a uma estrutura “aberta” que Hemingway idealiza para
o conjunto.
Que Gerry Hemingway era um grande
compositor já o sabiamos, quer pelas várias formações
que lidera, quer aínda pela sua participação em grupos
de outros instrumentistas onde, com muita fraquência, se exploram peças
suas. Agora que a sua musica tem um “punch” ao vivo que não encontramos
em disco, só ficamos a saber depois de vêr o espectáculo.
Este concerto, mais do que fazer juz ao fantástico CD “Devils Paradise”,
gravado pelos mesmos comparsas que estiveram em Coimbra e editado pela portuguesa
Cleen Feed, dá à musica uma dinâmica que só é
possivel com uma banda de grandes instrumentistas.
Este quarteto tem nos sopradores um
motivo de interesse acrescido. Ellery Eskelin é, segundo escritos do
crítico e músico John Corbett para a revista americana Downbeat,
“o mais inventivo saxofonista da musica criativa americana”. Provou-o em Coimbra,
mostrando uma simplicidade de processos desarmante. Eskelin faz da riqueza timbrica
e melódica a sua arma, desenvolve o fraseado da sua música com
uma objectividade surpreendente que torna o seu discurso ao mesmo tempo subtil
e completo.
As mesmas palavras são aplicaveis
ao excelente Ray Anderson. Longe das aventuras “neofunky” e das musicalidades
dos “Slickaphonics” que, confesso, não são muito do meu agrado,
o trombonista revelou-se alegre, seguro e estéticamente comprometido
com o jazz que Hemingway compôs para este quarteto. Esteve igualmente
brilhante nos momentos de acompanhamento e nos solos, sobretudo nos momentos
em que, tirando partido da surdina, partilhou com o baixista Mark Dresser cumplicidades
de muits anos.
Mark Dresser não foi só
o acompanhante seguro e o improvisador atento, foi uma unidade estruturante
da música do conjunto. Notava-se ao longo da apresentação
que muita da orgânica musical do grupo passava pelo pulsar do baixista.
Digamos que a sua musica foi sempre a principal ajuda de Hemingway na junção
das dinâmicas do grupo.
João
Pedro Viegas
Comentario
Pues sí, era el cuarteto de Gerry Hemingway. Aun siendo un
"all-stars" (ya que cualquiera de los componentes de la banda tiene
tras de si una larga trayectoria personal como líder) la batuta la llevó el
baterista. Lo cual no significa que ocupe, ni mucho menos, todo el espacio
escénico o la música. Muy al contrario, los papeles están perfectamente
adjudicados y todos y cada uno de ellos disfrutan del suficiente espacio como
para poder expresarse con total libertad.
El grupo practica un tipo de jazz de cámara basado en la
música europea aunque no exento de swing. Los adjetivos que se me ocurren para
intentar definir su música son: bella, cerebral, imaginativa...
Gress, muy sobrio en su trabajo, no solo fue el sostén
rítmico junto al líder, sino que además hizo la presentación de algunos de
los temas de forma brillante, ya fuera con el arco o con los dedos. Consiguió
captar la atención del público en los momentos más íntimos del concierto.
Eskelin es un saxofonista portentoso; hasta este concierto lo
había escuchado en otros ambientes musicales más áridos, pero aquí destiló
lirismo e imaginación por todas las llaves de su tenor, al que le saca un
soberbio y personal sonido.
De antemano iba predispuesto a disfrutar de uno de mis
trombonistas mas admirados y no me defraudó. Ray Anderson fue el encargado de
subir la temperatura del concierto con sus solos llenos de fuerza y creatividad.
Aunque mayormente lo había escuchado en proyectos más comerciales no me
sorprendió en absoluto encontrármelo dentro de este otro más comprometido, ya
que tanto técnica como musicalmente Anderson anda sobrado de cualidades.
Como veo en la inmensa mayoría de los grandes baterías,
Gerry utiliza un instrumento de lo mas espartano de forma bastante convencional.
Nada de silbatos o de otros pequeños instrumentos de percusión que suelen
utilizar algunos colegas suyos. Todos y cada uno de los sonidos que producía
salían de sus baquetas. En alguna ocasión utilizó las escobillas o los mazos
y excepcionalmente en uno de los momentos mas íntimos frotó la madera de la
baqueta en uno de los platos provocando un sonido chirriante muy agudo propio de
un teclado electrónico. Creo que lo más espectacular de su trabajo está en la
parte de composición.
Un público muy entendido, que no llegó a llenar el teatro
Gil Vicente, tuvo un comportamiento excelente. En ningún momento sonaron los
malditos móviles y aunque puntualmente, coincidiendo con los momentos más
álgidos, sonaron silbidos y gritos de aprobación, la concentración en su
escucha fue casi religiosa, como esta música requería. Todo el personal sabía
perfectamente lo que se le venía encima y no se produjeron esas tan frecuentes
y molestas deserciones que habitualmente se ven en los " mejores "
festivales de Europa.
Juan
Antonio Barranco
Comentario
Quien fue al Teatro Académico de
Gil Vicente para ver un grupo de jazz improvisado no acertó en el pronóstico.
Con todo, no habrá salido arrepentido del espectáculo. En efecto, la
proporcionada por este grupo fue una noche memorable.
Porque este concierto del Gerry
Hemingway Quartet se alejó un tanto de la estética dominante en los Encuentros
Internacionales de Jazz de Coimbra. Evidentemente, la música compuesta por
Hemingway para este su cuarteto americano deja grandes espacios para la
improvisación, por algo el propio Hemingway, Ray Anderson y el contrabajista
Mark Dresser, que ya estuvo este año en Coimbra acompañando al saxofonista
Steve Lehman, fueron colaboradores de Anthony Braxton durante casi una década,
pero la improvisación normalmente está condicionada a una estructura
"abierta" que Hemingway idea para el conjunto.
Que Gerry Hemingway es un gran
compositor, ya lo sabíamos, tanto por las diversas formaciones que lidera como
por su participación en grupos de otros instrumentistas donde, con mucha
frecuencia, se exploran piezas suyas. Ahora, tras ver el espectáculo, sabemos
que su música tiene un "punch" en directo que no encontramos en
disco. Este concierto, más que hacer justicia al fantástico CD Devil’s
Paradise, grabado con los mismos músicos que estuvieron en Coimbra y
editado por el sello portugués Clean Feed, da a la música una dinámica que
sólo es posible con un grupo de grandes instrumentistas.
Este cuarteto tiene en sus
sopladores un motivo de interés adicional. Ellery Eskelin es, según comenta el
crítico y músico John Corbett en la revista estadounidense Downbeat,
"el saxofonista más inventivo de la música creativa americana". Lo
demostró en Coimbra, haciendo gala una sencillez de procesos desarmante.
Eskelin convierte la riqueza tímbrica y melódica en su arma, desarrolla el
fraseo de su música con una objetividad sorprendente que hace que su discurso
sea al mismo tiempo sutil y completo.
Las mismas palabras son aplicables
al excelente Ray Anderson. Alejado de las aventuras "neofunky" y de
los sonidos de "Slickaphonics" que, confieso, no son muy de mi agrado,
el trombonista se mostró alegre, seguro y estéticamente comprometido con el
jazz que Hemingway compuso para este cuarteto. Estuvo brillante por igual como
acompañante y en los solos, sobre todo en los momentos en que, utilizando la
sordina, compartió con el bajista Dresser unas complicidades de muchos años.
Mark Dresser no fue sólo el
acompañante seguro y el improvisador atento, fue una unidad estructuradora de
la música del conjunto. Se notaba a lo largo de la presentación que gran parte
de la configuración musical del grupo pasaba por la pulsación del bajista.
Digamos que su música fue siempre la principal ayuda de Hemingway para unir las
dinámicas del grupo.
João
Pedro Viegas