Primera Jornada del Festival "Jazz em Agosto"
2004.
Resenha Foram
razões de ordem climatérica que ditaram a troca
do local deste espectáculo de abertura do “Jazz
em Agosto 2004”. Ainda bem, porque este tipo de ensemble
ganha muito em apresentar-se numa sala com condições
acústicas ideais. Só assim podemos fruir esta
musica na sua plenitude, tomando atenção às
diferentes dinâmicas e tonalidades que o grupo nos vai
fornecendo ao longo da sua actuação. E o grande
auditório da Fundação Gulbenkian é
uma extraordinária sala, como, alias, foi enfatizado
por George Lewis durante o concerto.
A Orchestra começa a sua prestação com
a peça “Concerto for Now”, dividida em duas
partes, mostrando logo de início ao que vinha. Apresentar
ao publico de Lisboa peças muito bem compostas e, sobretudo,
muito bem arranjadas. Sob a batuta de George Lewis, os músicos
tocaram uma peça que foi, durante largos períodos,
música cheia de swing e constitui um compendio sonoro
que atravessa toda a história do Jazz. É uma abordagem
intensa à musica para large ensemble, que ficou marcada
por uma secção rítmica omnipresente, com
dois baixos, um eléctrico e outro acústico e um
baterista, Dylan van der Shiff, que sabe tocar neste tipo de
grupos, em que o material composto ocupa grande parte da peça.
Isto pede alguma contenção formal aos percussionistas
e ele esteve sempre em bom plano. As honras dos primeiros solos
foram para a violoncelista Peggy Lee que tocou com alma, mostrando
que é, sobretudo, uma executante com muito bom gosto.
Segue-se a peça “Broken Dreams”, composta
e dirigida pelo saxofonista e co-director da “Orchestra”
Coat Cooke. É interessante a forma como esta peça
é arranjada pelo compositor, que em vez dos saxofones
utiliza flautas e praticamente não utiliza percussão.
Andre Lachance troca o baixo eléctrico pelo contrabaixo,
ficando ligado mais à parte rítmica enquanto Clyde
Reed passeia sobre a peça tocando com arco. George Lewis
toma o seu lugar de trombonista e como executante assina um
belíssimo momento de diálogo com o seu colega
de instrumento Rod Murray.
Ainda composta e dirigida por Coat Cooke, é apresentada
“Thorsburger”, uma composição que
o músico dedica à sua mãe e aos seus cozinhados.
É uma peça em tempo rápido, mais eléctrica,
com solos de trombone e bateria e ainda um belíssimo
momento assinado por Graham Ord no soprano.
Para o fim a “Orchestra” apresenta a longa e bela
peça “Chicken Skin, part II”, composta e
dirigida por Lewis. Aqui, todos os músicos têm
espaço para intervir como solistas e alguns aproveitam-no
para assinar grandes intervenções. É o
caso de Bruce Freedmann que começa a peça com
um enérgico e musculado solo de alto, de George Lewis
que sola e dirige o ensemble ao mesmo tempo, de Coat Cooke que
arranca do seu barítono belíssimos apontamentos
e aínda uma interessante intervenção de
Kate Hammett-Vaughan que misturou vocalizos e spoken word com
sensibilidade e bom gosto.
Apresentadas as peças, falta salientar algumas particularidades
que marcaram a apresentação do grupo. A primeira
e mais notória é a forma como Lewis e Cooke dirigiram
o ensemble. Lewis dirigia de uma forma mais orgânica e
enérgica, com gestos largos, que conferia à musica
dinâmicas mais acentuadas. Lewis não se inibia
de ir ter com os músicos para lhes fazer chegar de viva
voz alguns apontamentos e foi até possível ver,
durante o concerto, o grande compositor e trombonista a dançar,
com uma graciosidade que fazia lembrar Baloo, o urso dançarino
companheiro de Mogli, que Rudyard Kipling imortalizou nesse
belo conto juvenil chamado “O livro da selva”. Por
outro lado, Cooke dirige de uma forma mais contida, com uma
menor amplitude de movimentos, o que faz com que o brilho das
peças não seja evidenciado da mesma forma. Não
está em causa a valia das composições e
dos arranjos mas sim a energia e carisma que se põe na
direcção musical. Notam-se diferenças significativas
na forma como os músicos interpretam as peças.
Uma ultima palavra para Paul Pimley, esse grande pianista e
improvisador canadiano, membro fundador da “Now”,
que esteve em bom plano, sobretudo como catalisador da banda,
com influência na forma como o grupo juntava as partes
rítmicas com as melódicas.
Tudo somado, o “Jazz em Agosto” começa muito
bem, com esta “Now Orchestra”, criada em 1987 e
que viajou desde Vancouver, na West Coast Canadiana, até
Lisboa, para dar um concerto de grande qualidade e que satisfez
o publico que quase encheu o grande auditório da Fundação
Calouste Gulbenkian.
João Pedro Viegas
Comentario
Fueron razones climáticas las que determinaron el cambio
de local de este concierto de apertura de “Jazz em Agosto
2004”. Y mejor así, porque este tipo de formación
gana mucho cuando actúa en una sala con condiciones acústicas
ideales. Sólo así podemos disfrutar de esta música
en su plenitud, prestando atención a las diferentes dinámicas
y tonalidades que el grupo nos proporciona a lo largo de su
actuación. Y el gran auditorio de la Fundación
Gulbenkian es una sala extraordinaria, tal y como resaltó
George Lewis durante el concierto.
La orquesta empezó su actuación con la composición
“Concerto for Now”, dividida en dos partes, mostrando
desde el principio a lo que venía: a presentar al público
de Lisboa unos temas muy bien compuestos y, sobre todo, muy
bien arreglados. Bajo la batuta de George Lewis, los músicos
tocaron una composición que fue, durante largos períodos,
una música llena de swing y que constituyó un
compendio sonoro que recorrió toda la historia del jazz.
Se trata de un enfoque intenso de la música para gran
formación que estuvo marcada por una sección rítmica
omnipresente, con dos bajos, uno eléctrico y otro acústico,
y un batería, Dylan van der Schyff, que sabe tocar en
este tipo de grupos, en el que el material compuesto ocupa un
importante lugar. Esto requiere cierta contención formal
de los percusionistas y él estuvo siempre en buena sintonía.
Los honores de los primeros solos fueron para la violonchelista
Peggy Lee que tocó con alma, mostrando que es, sobre
todo, una intérprete con muy buen gusto.
Siguió la pieza “Broken Dreams”, compuesta
y dirigida por el saxofonista y co-director de la “Orchestra”
Coat Cooke. Es interesante la forma en que este tema ha sido
arreglado por su compositor que, en vez de saxos utiliza flautas
y prácticamente no recurre a la percusión. André
Lachance cambió el bajo eléctrico por el contrabajo,
encargándose más de la parte rítmica mientras
Clyde Reed embelleció la pieza tocando el arco. George
Lewis ocupó su lugar de trombonista y como intérprete
firmo un bellísimo momento de diálogo con su colega
de instrumento Rod Murray.
También firmada y dirigida por Coat Cooke, siguió
una pieza presentada como “Thorsburger”, una composición
que el músico dedicó a su madre y a sus guisos.
Fue una pieza en tempo rápido, más eléctrica,
con solos de trombón y batería y también
un bellísimo momento firmado por Graham Ord al soprano.
Para terminar, la orquesta presentó un largo y hermoso
tema, “Chicken Skin, part II”, compuesto y dirigido
por Lewis. En él todos los músicos tuvieron espacio
para realizar grandes intervenciones. Fue el caso de Bruce Freedman
que abrió el tema con un enérgico y vigoroso solo
de alto, de George Lewis que realizó un solo y dirigió
la formación a la vez, de Coat Cooke que arrancó
de su barítono bellísimos apuntes, así
como una interesante intervención de Kate Hammett-Vaughan
que combinó vocalizaciones y recitados con sensibilidad
y buen gusto.
Tras presentar las piezas, resta referirse a algunas particularidades
que marcaron la actuación de la orquesta. La primera
y más destacada es la forma en que Lewis y Cooke dirigieron
la formación. Lewis lo hizo de una forma más orgánica
y enérgico, con gestos amplios que conferían a
la música dinámicas más acentuadas. Lewis
no se inhibió de dirigirse a los músicos y hacerles
llegar de viva voz algunas indicaciones y se pudo incluso ver
durante el concierto al gran compositor y trombonista ponerse
a bailar, con una gracia que recordaba a Baloo, el oso danzarín
compañero de Mogli, que Rudyard Kipling inmortalizó
en ese hermoso cuento juvenil titulado “El libro de la
selva”. Por su parte, Cooke dirigió de una forma
más contenida, con una menor amplitud de movimientos,
lo que hizo que la brillantez de las piezas no se evidenciara
de la misma forma. No estoy cuestionando la valía de
las composiciones ni de los arreglos, pero sí la energía
y el carisma puestos de manifiesto en la dirección musical.
Se advirtieron diferencias significativas en la forma en que
los músicos interpretaron las composiciones.
Un último comentario para Paul Plimley, ese gran pianista
e improvisador canadiense, miembro fundador de la Now, que tuvo
un papel destacado, sobre todo como catalizador de la orquesta,
influyendo en el modo en que la formación fundía
las partes rítmicas con las melódicas.
En definitiva, “Jazz em Agosto” comenzó muy
bien con esta Now Orchestra, creada en 1987, y que viajó
desde Vancouver, en la costa oeste canadiense, hasta Lisboa
para ofrecer un concierto de una gran calidad y que satisfizo
al público que casi llenó el gran auditorio de
la Fundación Calouste Gulbenkian.
João Pedro Viegas
traducción por Diego
Sánchez Cascado