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OTOMO YOSHIHIDE NEW JAZZ QUINTET, FEATURING MATS GUSTAFSSON

Cuarta Jornada del Festival "Jazz em Agosto" 2004.


  • Fecha: 6 Agosto 2004

  • Lugar: Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa

  • Hora: 21:30 horas
  • Componentes:
    Otomo Yoshihide – guitarra eléctrica e gira discos - guitarra eléctrica y tocadiscos
    Kenta Tsugami – saxofone alto - saxo alto
    Hiroaki Mizutani – contrabaixo - contrabajo
    Yasuhiro Yoshigaki – bateria e trompete - batería y trompeta
    Magnus Gustafsson – saxofone barítono e tenor - saxos barítono y tenor

    Resenha - Reseña 

    Portugués: João Pedro Viegas

    Español: João Pedro Viegas - traducción: Diego Sánchez Cascado


Resenha Este “new jazz quintet” de Otomo Yoshihide veio a Lisboa apresentar-se com o grande saxofonista Mats Gustaffson, em estreia mundial. Foi, no mínimo, uma estreia bastante auspiciosa, uma vez que este quinteto foi claramente uma das melhores bandas que este ano se apresentou no “Jazz em Agosto 2004”.

Como diz o folheto de apresentação do festival, este projecto é classificado assim: “ na sua mais aplaudida incursão ao jazz, este guitarrista e turntablist experimental do Japão, fundador do colectivo Ground Zero e protagonista de inúmeras aventuras musicais, incide a sua atenção sobre uma abrasiva colecção de standards do jazz”.

Assim foi, começando a sua actuação a tocar “Song for Che”, do contrabaixista Charlie Haden, a primeira de muitas e boas recriações de temas maiores desta música fantástica. O tema começa com “electrónica vinda dos céus”, ou seja, com o ruído de um avião a sobrevoar o auditório ao ar livre da Fundação Gulbenkian. A música começa com especial relevo no trabalho dos saxofonistas. Mats é mais orgânico, faz lembrar Albert Ayler na abordagem ao instrumento e Tsugami mais barroco, tocando registos mais saturados e adornados. Yoshihide recorre, com total domínio da técnica, à utilização do feed-back que a aproximação da guitarra ao amplificador proporciona. Nota-se na sua música, muitas influências do Punk, na forma despojada e crua como toca. O baterista Yasuhiro Yoshigaki lembra, pela forma de tocar aparentemente solta e pouco convencional, o grande Sunny Murray.

Segue-se “Hat and beard”, que podemos ouvir no magnífico “Out to Lunch” de Eric Dolphy, canção que começa com um momento de excepção – um belo e longuíssimo solo do saxofonista Kenta Tsugami, que começa a música, toca sobre o ensemble e acaba em fade-out com ele para uma entrada poderosa de Mats Gustaffson com aqueles sons guturais que se ligam na perfeição a uma base rítmica criativa e pouco convencional. O baixista Mizutani toca o seu contrabaixo entusiasticamente, com um pau. O grupo lembra uma banda de rock progressivo, mas tem um cuidado extremo na utilização de variantes dinâmicas. A peça acaba como começou, com um redentor retorno ao tema.

As primeiras notas saídas da guitarra anunciam “Lonely Woman”, de Ornette Coleman. É um momento em que o guitarrista induz emoção na forma como toca o tema. Sózinho, à guitarra, tocando de uma forma nebulosa, sem dar ao público de mão beijada a resolução da adivinha. O som da sua guitarra sai distorcido, com feed back, a que se juntam o baixo, tocado com arco e o saxofone de Gustaffson. São sons sónicos, espaciais, que adornam esta fabulosa versão do clássico registado em “The shape of jazz to come”.

“Orage was the coulor of her dress” é a canção que se segue, num medley de vários temas e insinuações. A canção de Mingus é aqui tocada em uníssono pelos dois saxofones, num blues moderno e insinuante. Durante este tema dei por mim a pensar que são projectos destes que asseguram a evolução de um jazz que não se quer fechado e estático. Tradição e modernidade de mãos dadas, sem medo de correr riscos e de apontar caminhos.

O concerto prossegue em altissima rotação e acaba com um momento mágico. A canção “Eureka” de Jim O’Rourke insinua-se, por cima do ensemble, tocada pelo trompete de Yasuhiro Yoshigaki. A falta de percussão é compensada pelo grande aumento do som do contrabaixo. É uma música que vai crescendo de intensidade, ao ponto de se escutarem os saxofones em histeria criativa, a lembrar as guitarradas dos Sonic Youth, que Jim O’Rourke grava e produz, até acabar num lamento pungente e belo a fazer lembrar momentos de nostalgia profunda. Curioso o facto de Gustaffson ter colaborado várias vezes com O’Rourke.

A banda faz aínda um encore que começa num crescendo sónico e desagua num delta blues, muito tradicional, a fazer lembrar as paisagens da Louisiana. Que bom.

Grande concerto este, que felizmente foi registado para a posteridade. A ser editado lá mais para a frente pela label portuguesa “Clean Feed”.

Este Otomo Yoshihide “new jazz quintet” é claramente um concerto a não perder se tiver a sorte de ele passar perto de si. Atire-se a ele logo que possa.

João Pedro Viegas


Comentario Este “new jazz quintet” de Otomo Yoshihide se presentó en Lisboa con el gran saxofonista Mats Gustafsson, en estrella mundial. Fue, como mínimo, una estrella bastante auspiciosa, ya que este quinteto fue claramente uno de los mejores grupos que este año se presentaron en “Jazz em Agosto 2004”.

En el folleto de presentación del festival, este proyecto es descrito de la siguiente forma: “en su más aplaudida incursión en el jazz, este guitarrista y ‘turntablist’ experimental de Japón, fundador del colectivo Ground Zero y protagonista de innumerables aventuras musicales, fija su atención en una abrasiva colección de standards del jazz”.

Así fue. Abrió su actuación tocando “Song for Che”, del contrabajista Charlie Haden, la primera de muchas y buenas recreaciones de temas mayores de esta música fantástica. El tema se inició con una “electrónica llegada del cielo”, es decir, con el ruido de un avión que sobrevolaba el auditorio al aire libre de la Fundación Gulbenkian. La música comenzó con un lugar destacado para la labor de los saxofonistas. Mats se mostró más orgánico y recordó a Albert Ayler en la forma de abordar el instrumento, mientras que Tsugami era más barroco, tocando registros más saturados y adornados. Yoshihide recurrió, con un dominio técnico total, a la utilización del “feed back” que se produce al acercar la guitarra al altavoz. En su música se advirtieron numerosas influencias del punk, en su forma de tocar sobria y cruda. El batería Yasuhiro Yoshigaki recordó, por su estilo aparentemente deslabazado y poco convencional, al gran Sunny Murray.

Siguió “Hat and Beard”, que podemos escuchar en el magnífico “Out to Lunch” de Eric Dolphy, canción que comenzó con un momento excepcional, un bello y larguísimo solo del saxofonista Kenta Tsugami, que inició la pieza, tocó por encima del conjunto y acabó con un desvanecido para dar entrada a un poderoso Mats Gustafsson con esos sonidos guturales que encajaron perfectamente con una base rítmica creativa y poco convencional. El bajista Mizutani tocó su instrumento de forma entusiasta sirviéndose de un palo. El grupo recordaba una banda de rock progresivo, pero tuvo sumo cuidado en la utilización de las variantes dinámicas. La pieza terminó como comenzó, con un liberador retorno al tema.

Las primeras notas surgidas de la guitarra anunciaron “Lonely Woman”, de Ornette Coleman. Fue un momento en el que el guitarrista creó emoción por la forma en que expuso el tema. En solitario a la guitarra, tocando de una forma nebulosa, sin dar al público la resolución del enigma. El sonido de su guitarra salía distorsionado, con “feed back”, al que se unieron el bajo, tocado con arco, y el saxo de Gustafsson. Eran sonidos sónicos, espaciales, que adornaron esta fabulosa versión del clásico incluido en el disco “The Shape of Jazz to Come”.

“Orange Was the Color of Her Dress” fue la siguiente canción, en un medley de varios temas e insinuaciones. La composición de Mingus fue tocada al unísono por los dos saxos, en un blues moderno e insinuante. Durante este tema, me dio por pensar que son proyectos como estos los que aseguran la evolución de un jazz que no desea ser cerrado o estático. Tradición y modernidad dándose la mano, sin miedo a correr riesgos y apuntar caminos.

El concierto prosiguió a un altísimo nivel y terminó con un momento mágico. La canción “Eureka” de Jim O’Rourke se insinuó por encima del conjunto, tocada por la trompeta de Yasuhiro Yoshigaki. La falta de percusión fue compensada por el gran aumento del sonido del contrabajo. Fue una música que fue creciendo en intensidad, hasta el punto de escucharse los saxos en histeria creativa, que recordaban el guitarreo de Sonic Youth, que Jim O’Rourke graba y produce, hasta acabar en un lamento desgarrado y hermoso que evocó momentos de profunda nostalgia. Es curioso el hecho de que Gustafsson haya colaborado varias veces con O’Rourke.

El grupo realizó un bis que se inició con un crescendo sonoro y desembocó en un blues del delta, muy racional, que recordaba los paisajes de Luisiana. ¡Qué bueno!

Gran concierto este, que afortunadamente fue grabado para la posteridad. Será publicado dentro de un tiempo por el sello portugués Clean Feed. Este de Otomo Yoshihide new jazz quintet es claramente un concierto a no perderse si uno tiene la suerte de que se produzca cerca de donde se encuentre. Vaya a verlo siempre que pueda.

João Pedro Viegas traducción por Diego Sánchez Cascado