28 de julio de 2002.
Lugar:
Plaza de la Trinidad. 21 h.
Músicos:
Comentario:
Empecemos diciendo que, en este momento, no me interesa el tipo de música que hace el grupo de Richard Bona.
De todas formas, hay que reconocer que el concierto sonó bien e imagino que dejaría felices a sus seguidores.
¿Su sonido? Bastaban unos minutos de audición para darse cuenta de que el conjunto de Richard Bona parecía una copia de los Weather Report de los años 70 y principio de los 80. Añadiendo el toque afro de la voz de Bona. Buena voz, por cierto.
Richard Bona en el centro del escenario con su bajo eléctrico, en lugar de Jaco Pastorius. No lo disimuló, sino todo lo contrario. Incluyó en el repertorio un tema de Jaco.
Etienne Stadwijk en los teclados, Aaron Heick en los saxos y Daniel Sadownick en la percusión, completaron el cuadro, imagen-calco del grupo de Zawinul-Shorter.
Me dio la impresión de que gran parte del público sabía qué iba a escuchar y demostró un entusiasmo fuera de toda duda, sobre todo cuando Bona invitó a los asistentes a la participación interactiva, coreando un iterado "Mambo" o "Mambona", no sé muy bien, que sonó, como se podía esperar, maravillosamente desafinado.
Tengo que añadir que parte del público presente también era una copia del público de los conciertos del Weather Report de aquella época, con algún ligero matiz. El público de entonces liaba y fumaba marihuana mientras colgado oía y se extasiaba con el concierto. El público de ahora, por lo menos el que me rodeaba, liaba y fumaba marihuana mientras mandaba mensajes con el móvil e, incluso en algún caso, hablaba por él a voz en cuello en mitad de un tema, riendo desaforado al darse cuenta de que los demás participábamos involuntariamente en su entretenida conversación, tío, tengo que colgar, que te oye media plaza.
Músicos:
Comentario:
¡¿Cómo puede haber tantos músicos y tan buenos en una isla tan pequeña?!
Esa es una de las primeras cosas que se le ocurre a uno al asistir a este concierto. Big Band con muy buen sonido, con solistas más que aceptables, dirigida por David Murray y co-liderada por Hugh Ragin y Craig Harris. Big Band en la que, además llamaba la atención la aparente poca edad de muchos de sus componentes, manifiestamente la del batería Oliver Valdés.
Lo que más me gustó de la banda, los momentos tutti de los temas, lo que no es decir nada nuevo, pues David Murray ya sabemos que es un gran arreglista.
Curiosamente, el arreglo que más me gustó fue el de uno de los últimos temas, dirigido y arreglado por Hugh Ragin.
Para mi su principal pega fue que, en sus propios solos, David Murray y Hugh Ragin, parecía que intentaban decirnos en poco tiempo lo bien que tocan y cuánta técnica atesoran, con lo que sus solos parecían más una demostración cara-a-la-galería con la clara finalidad de impactar al personal. En ese sentido Craig Harris me pareció más moderado.
¡Ah! Creo que ha sido, sin duda el concierto más largo de la Plaza de la Trinidad. ¡Había tanto músico para hacer solos...! Duró más de hora y media lo que es más de lo habitual en estas noches donostiarras de bi-concertismo (cada noche dos conciertos, decisión discutida pero ya tradicional aquí), con lo que nos retiramos más allá de las doce y media.
Decir, para acabar, que un muy buen músico que estaba a mi lado, pero que se dedica más a la música "clásica-contemporánea" que a la de jazz, me comentó (es su opinión, claro), que David Murray le gusta mucho más como músico que como saxofonista.
Y una última reflexión-pregunta, sin fundamento, pero sin ánimo de ofender. ¿Cuáles pueden ser las causas que motiven en este momento a un músico a formar un proyecto de big-band con músicos cubanos? ¿Gusto por la música y el sonido afro-cubano? ¿La moda? ¿Motivos económicos?
Lorenzo Juan Llabrés