Festival de Jazz de Vitoria.17 de julio de 2002
Teatro Principal, 18:30h, 350 aprox.
Jane Monheit (voz)
Joel Frahm (saxo tenor)
Mike Kanan (piano)
Joe Martin (bajo)
Rick Montalbano (batería)
El siglo 21 del que presume en título el Principal gasteiztarra continúa sospechosamente anclado en el 20. Ciclo de futuros nombres y pasados estilos. Pasados que no obsoletos pero en sus dos primeras jornadas más propios, especialmente en el día de ayer, de salón para celebración de congresos.
La vocalista Jane Monheit, 24 años, llegaba al escenario del Principal avalada por una intensa campaña de marketing. Marketing visual y marketing sonoro: el visual nos presentaba en foto una bellísima "dama de pasarela". La realidad rebaja el adjetivo y cambia el piso de su caminar. El sonoro nos describía en canalla comparación la voz de Diana Krall. Cierto, ambas son mujeres.
Jazz de standards estandarizado. Corte académico con exposición vocal, solo instrumental y reexposición, de nuevo, vocal. Bella voz pero de escaso riesgo. Difícil justificación su presencia en el ciclo de las vanguardias y nuevos nombres para la referencia. Su referencia de momento en manos del marketing. Avales de dudosa veracidad.
Polideportivo de Mendizorrotza, 21:30h, 4000 espectadores aprox.
Van Morrison (voz, guitarra y armónica)
Chris Farlowe (voz)
John Edwards (guitarra)
David Hayes (bajo)
Bobby Trehern (batería)
Richard Dunn (Hammond B3)
Matt Holland (trompeta)
Martin Winning (saxo)
La noche dos del doblete nocturno de Mendizorrotza presentó una vez más la ya tradicional figura salvadora de carteles populares. Populares y mediáticos. Se hablaría lo justo del festival si no fuera por su existencia en cartel. Van Morrison como "efecto llamada" de emigrantes políticos y famosos al jazz. El lleno seguro es también seguro de fotos que vienen muy bien para justificar después en campaña apoyos culturales. Apoyos que ejercen de "Guadiana" en fase subterránea cuando quien actúa no sale en la foto. Impedimentos en sospechosas reuniones de nocturnidad política.
Las "extraordinarias" condiciones acústicas tantas veces presumidas del polideportivo diluyeron el chorro vocal del tigre de bengala (más conocido como león de Belfast) con una defectuosa sonorización. Defectos que sin embargo no ocultaron cierta pobreza en el viento de saxo y trompeta y de un más bien justito grupo de acompañamiento a la voz. No es cuestión de que quien te acompañe sea mejor que tú… salvo que seas estrella del pop.
Concierto para el fervor de incondicionales. Voz de lujo venida a menos con despótica actitud sobre el escenario. Ya quisiera la política (los de la foto) la sumisión "ipso facto" que los súbditos de Morrison le ofrecen.
Alex Foster (saxo alto, soprano y director)
La segunda parte nocturna, la impopular, popularizó entre la masa el nombre de Charlie Mingus. Historia del jazz y del contrabajo. Hoy, a sus 80 años, admira desde el cielo a quienes tomaron el legado de su música y su mensaje. Mensaje de libertad, mensaje de respeto.
La Mingus Big Band como la más estructurada de las anarquías escénicas. Poderosa y vibrante, conjunción de solos para la transcripción y respeto sentido a la figura de quien legó partituras y contrabajo. Concierto para el recuerdo, magia imborrable en las voces instrumentales de Kenny Rampton (trompeta), Craig Handy (saxo tenor) o el verdadero león de la noche Ku-umba Frank Lacy. Lacy trombonista, Lacy vocalista, Lacy (en la jam session de madrugada) también trompetista.
Mingus legado sonoro e ideológico. Voz que en vida luchaba por libertades y respetos. Voz que anoche nos habló desde su atril privilegiado en la big band de los músicos para la historia.