Componentes:
EST
Esbjörn Svensson (piano)
Dan Berglund (contrabajo)
Magnus Östrom (batería)
PAT METHENY
Pat Metheny (guitarras)
Perico Sambeat (saxo alto)
Marc Miralta (batería)
Chris Higgins (contrabajo)
Jorge Pardo (saxos y flauta)
Carles Benavent (bajo eléctrico)
Tino di Geraldo (batería)
Gil Goldstein (acordeón y piano)
Harkaitz Martínez (txalaparta)
Igor Otxoa (txalaparta)
Kepa Junkera (trikitixa)
Comentario: Por primera vez en lo que llevamos
de festival (es decir, a punto de terminar) el doblete nocturno de
Mendizorrotza estuvo compensado. Compensado en cuanto al nivel de unos
músicos extraordinarios con propuestas de entidad. Con la propuesta
consagrada del trío sueco E.S.T. y con el experimental encuentro sobre el
escenario del gran Pat Metheny con los no menos grandes Perico Sambeat,
Carles Benavent y compañía.
Mucho se temía servidora de ustedes la actuación de
Svensson en el polideportivo. Como siempre la masa de la noche es mucho más
ruidosa que la recogida minoría del Principal. Su música requiere una muy
especial atención. No es el local adecuado aunque consiguieron captar y
encandilar a un público que ayer sí supo apreciar (al menos en una gran
mayoría) la calidad de los suecos.
El salto del Principal (allí actuaron hace dos años) al
polideportivo es metáfora del cada vez mayor reconocimiento a un trío que,
conforme pasan los años, cuenta con un sonido más personal y consolidado.
Su música es por momentos atmosférica y capciosa. Te
sumerge en un mundo de sueños sonoros a través de hermosas armonías que
buscan la belleza sin concesiones. Su sonido se electrifica en momentos
puntuales sin llegar al exceso. El equilibrio es casi perfecto (casi, ya que
la perfección no existe).
Aun siendo un trío en conjunto, la figura de Svensson
destaca por unas grandes capacidades técnicas en unos dedos capaces de
recorrer a velocidad de vértigo el teclado. Tampoco hace ascos a
convertirse en mero rítmico jugando con las cuerdas del piano.
Östrom es un batería de precisiones rítmicas
extraordinarias. De pegada sutil, aérea. Berglund convierte su contrabajo
en guitarra eléctrica con el uso del arco. Su sonido describió la visión
de la tierra desde el punto de vista de Yuri Gagarin.
Excepcional.
La segunda parte de la velada bien pudiera haber sido
noche completa. Quizá sobró la previa de Svensson en una noche que bien se
pudiera haber llamado "la noche Metheny". La larga duración de la
velada (batió el record de la hora cuando las manecillas del reloj
sobrepasaron las 2 de la madrugada) no facilita la concentración del
público, sometido a un intenso calor.
Anoche tocaba jazz en estado puro. Y no por el sonido de
la propuesta (que lo fue también) sino por el concepto. Encuentro casi
improvisado de músicos en escena. Vamos, una jam.
Cuatro formatos presentó Metheny. El primero de ellos,
él y su guitarra. La guitarra de cuerdas múltiples (con su tradicional
sonido de acercamiento al arpa) ofreció el grado justo de sonido Metheny
como para captar desde inicio la atención del personal. Unos sonidos que
quizá salen del concepto extricto de jazz pero que conforman su muy
personal lenguaje sonoro.
Lo mejor de la noche (obviando a los suecos E.S.T.) vino
en el segundo formato. Perico, Miralta y Higgins formaron un cuarteto
ensamblado con el de Missouri. Del más clásico "bebop" al
seminal "Question and answer" que derrochó lo mejor de todos y
cada uno. Con mención especial para el cada día más grande Perico Sambeat
al que lo mismo le da un roto que un descosido. Simplemente genial. Uno de
sus solos (sobre rítmica frenética) fue de transcripción. Inicio de notas
largas para romper el "tempo" que caminó hasta llegar a la
frenética magistral de quien escoge las notas a conciencia. Simplemente
Perico.
La siguiente formación la conformaron Pardo, Benavent,
Goldstein, Di Geraldo y el propio Metheny. Más folklórica y lírica
alcanzó su climax con "Song for Bilbao". La sensación fue de
menor conjunción y mayor solismo que el cuarteto anterior, sin dejar por
ello de alcanzar el nivel que se les presupone.
El broche final de la noche vino con la concesión a la
folklórica territorial. La trikitixa de Kepa Junkera volvió tras su
encuentro cuatro años atrás con un instrumento, en principio, más cercano
a la dinámica de la diatónica vasca como es el banjo (que entonces pulsó
Bela Fleck).
Con Kepa vino el fin de Metheny. El fin del Metheny
líder. La música que hasta ese momento tenía la firma del guitarrista
pasó en ese momento a llevar la firma de Kepa, que tiró de temas que ya
son clásicos reiterados de su carrera. Metheny pasó a formar parte de la
rítmica.
Fue un final lúdico. Con la txalaparta de Oreka TX (Igor Otxoa y
Harkaitz Martínez) como siempre precisa y melódica. Con la suma final de
todo el personal (menos Higgins y Goldstein) en la enésima versión del
"Bok Espok". Música de baile llena de calidad.
Carlos
Pérez Cruz