Comentario: No cabe duda que la mejor manera para demostrar la valía de un músico es enfrentarse
consigo mismo; y eso es precisamente lo que hizo Joachim Kühn.

Un concierto a piano solo siempre supone un reto para el interprete y para el oyente; para el interprete, supone enfrentarse así mismo y, al público que centrará su mirada y atención en él, sin tiempo para la reflexión. Para el oyente, a priori, supone una superación de la pereza que supone pensar en un solo músico sobre el escenario.

Pero un artista de la dilatada carrera del alemán, con 150 grabaciones y, que como el mismo señala :”La Música es toda mi vida, nunca he hecho otra cosa, no sé hacer nada , excepto tocar Música”; lo que sabe es vivir y, en consecuencia hacer Música sin remilgos ni paliativos.

La cosa, es decir el concierto, comenzó con puntualidad germana (¡como no podía ser de otra forma!) interpretando un tema de composición propia, Universal Time, a modo de overtura, como si de una obra de música clásica se tratara.

Pero también fue capaz de incluir en su repertorio de temas del free-jazz y, su inventor Ornette Coleman, como Footsteps on the moon o Research has no limits, que interpreta con suficiencia, dignidad ,emotividad y grandes dosis de esfuerzo físico, lo cual obligaba a tomar aliento como si de un deportista se tratara.

Los artistas sin embargo toman de la vida todo lo que esta les ofrece, y todo buen músico que se precie, aprecia no solo un estilo sino todos, siendo capaz de tratarlos con honorabilidad y honestidad; así llegó el momento de incluir a genios del barroco como J.S.Bach con composiciones como Ciaccona que hacen parecer que no te encuentras en un concierto de jazz sino de” música culta” como dicen los “cultos”.

De los buenos momentos de la noche llegaron con la composición Salinas, dedicada a una playa de Ibiza (donde reside actualmente, según palabras propias) y, a cierto bar donde pasa agradables y entrañables momentos de su vida. Ambas composiciones son fusionadas pareciendo una, con soltura y naturalidad pasmosa, pero poniendo la máquina a toda marcha, sus manos mantienen un enérgico movimiento de tal velocidad percusiva, que sus dedos parecen no moverse sobre el teclado de ébano y nácar.

Pero lo realmente sorprendente ocurrió cuando a Joachim , como si de un prestidigitador se tratara sacó del interior de su steinway un saxo alto (hecho insólito del que no tengo noticia alguna ni de su interpretación en disco alguno y mucho menos en directo, por lo que supongo que nos ofreció algo extraordinario) con el que nos regaló una pieza improvisada.

J.Kühn terminó despidiéndose del escaso pero muy entendido y respetuoso público que le obligó a ofrecer otro tema adicional para su disfrute y satisfacción.

Y como él mismo dice: La música no tienes que comprenderla, simplemente te gusta o no.

¡Gracias por hacer que nos guste y hasta pronto Joachim.!

Enrique Farelo -“alquimia”Radio Rivas 95.4Fm Madrid- http://www.audio.ya.com/radiorivas