XVII Festival Internacional de Jazz de Málaga. Cuarta jornada. Viernes, 15 de Noviembre de 2002. Teatro Cervantes, 21.00 horas.
Más información: http://www.teatrocervantes.es
Fotografías: Victoriano Moreno
Comentario: Y el festival cayó. En el quinto concierto de esta
edición de Festival de Jazz de Málaga, sufrimos una desilusión los seguidores
de esta música. Quizás de cualquier música. Cuando uno va a un concierto,
espera más o menos que le ofrezcan algo de lo que había anunciado para ese
día, y si encima va a un concierto de un festival de jazz, pues lo que espera
es jazz. Ya, uno que es ingenuo, además quiere que la música que escuche sea
digna del escenario donde se va a interpretar, el teatro principal de una gran
ciudad y no una más propia de un bar de copas. Con esto no quiero desprestigiar
a la música que se hace en los bares, la mayor parte de las veces más directa
y con menos artificios que la de los grandes auditorios, sino que si uno va a
ver un concierto a un teatro es para poder disfrutar de un gran sonido,
interpretaciones excelentes y sobre todo, un poco de creación musical. Pues
todo esto anterior faltó en la noche anterior. La cantante, Jane Monheit ,
luciendo un bonito vestido, dirigiéndose al público en un inglés bastante
cerrado, sin ningún intento de hacerse entender (no intentó siquiera el buenas
noches de rigor que cualquier músico se aprende en el idioma del lugar a donde
va), no consiguió conmover mucho al que escribe estas líneas. En el libreto se
hablaba de una vocalista de jazz, pero creo que fue un uso un poco perverso de
las definiciones. Se supone que un / una vocalista de jazz no es más que un
músico que utiliza su voz para crear música jazz, esto es, basándose en unos
patrones armónicos o melódicos, véase algún estándar o composiciones
propias (que no fue el caso) crear una nueva música, basada en la
improvisación y armonías propias del jazz. Pues anoche no hubo nada de eso
sobre el escenario. Ni en la vocalista ni en los músicos acompañantes. La
cantante basó toda su propuesta musical en un dominio de la técnica vocal, con
subidas y bajadas de registro muy efectistas, un uso inteligente de la
dinámica, y buena afinación, pero aparte de eso, ni transmitió muchas
sensaciones (muchas personas del público asistente pueden estar en desacuerdo
conmigo, es más, cantó tres bises muy solicitados, pero esto es una opinión
personal) ni hubo nada, absolutamente nada, de improvisación. Los músicos
acompañantes tampoco fueron muy allá, destacando un poco el saxofonista, con
unas improvisaciones un poco pobres y faltas de imaginación. De los tres
restantes, mejor no hablamos.
Durante el concierto interpretó una serie de
standars, con poca innovación, destacando un poco una versión de "Cheek
to cheek" y una canción en portugués, que si me gustó. Hubo también,
como no podía faltar en nuestros días, unas cuantas versiones de algunos
clásicos de la bossa-nova, como "No more blues", "Dindi" o
"Waters of March", cantadas con la gracia de un belga por soleares.
Para finalizar el concierto, eligió un tema, "Tea for two", con una
interpretación de piano-bar, que dedicó a alguien que había entre bambalinas,
reafirmándose más todavía en su falta de interés por dejarse querer por el
público.
En definitiva, asistimos a un concierto que merecía
haber sido visto en el bar de la esquina (un bar donde a veces suelen programar
jazz local), tomándose una copa y disfrutando de una amigable charla, con esta
chica y sus muchachos de fondo tocando un poco de música que a veces nos
recordaba a jazz.
Victoriano
Moreno