27º FESTIVAL DE JAZZ DE GETXO
MYÖHÄ
HENRI TEXIER "AZUR" QUINTET
MYÖHÄ
Kalevi Louhivori (trompeta)
Tuomas Turunen
(piano)
Jori Huhtala (contrabajo)
Joonas Leppänen (batería)
Fotografía: Carlos Pérez Cruz
HENRI TEXIER "AZUR" QUINTET
Henri Texier (contrabajo)
Bojan Zulfikarpasic (piano)
Tony Rabeson (batería)
Glenn Ferris (trombón)
Sébastien Texier (saxo y clarinete bajo)
Fotografía:
Carlos Pérez Cruz
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Comentario:
El Festival de Getxo sigue siendo el gran festival veraniego de jazz
de nuestro país. De los tres vascos sin duda el menos atractivo para la
masa social, para el político incluso pero, sin duda, el que mayores
garantías de calidad ofrece al aficionado a la improvisación.
Getxo ha sido históricamente sinónimo de Europa. Un festival capaz de
retar a los tópicos norteamericanos del jazz estival y mostrar al
espectador la Europa de la improvisación (o al menos una parte de ella).
Sin embargo los últimos años han precisado de la tradicional figura
salvadora de carteles. Un nombre propio que vender al ciudadano. Algo que
llevarse a la boca de las portadas mediáticas. Este año... The Manhattan
Transfer. Resultado: único día que, de antemano, tenía taquillaje
agotado.
La excusa del "papel" vendido tiende a justificar programaciones
más allá del criterio artístico de un certamen. No le han faltado motivos
a Getxo con las experiencias de últimos años (Branford Marsalis, Michel
Camilo...). Ellos llenaron. Quienes caracterizan el festival no.
Afortunadamente el criterio sigue permaneciendo aunque sea a costa de
nombres como "Manhattan".
El "criterio" de Getxo presenta varias opciones: La callejera de
la banda de dixieland (¿no merecería la pena algo más original para la
animación de calle?), la sección "Tercer Milenio" (futuribles
realidades del jazz patrio y europeo), la noche del doblete (concurso de
grupos y concierto) y la jam session (indispensable en cualquier festival
que se precie). Además completa la oferta un Seminario de Jazz y una
exposición fotográfica (aditivos que enriquecen el atractivo).
CONCURSO DE GRUPOS: MYÖHÄ (FINLANDIA)
No soy especial amigo de concursos. Poner el arte a competir se
asemeja a nuestra sociedad: la lucha por ser mejor que el otro en vez de
construir juntos para mejorar juntos. En fin, filosofías aparte, el
concurso de Getxo no es mala opción como chequeo a la salud de las jóvenes
generaciones europeas del jazz. Esas que deberán convertirse en futuros
nombres propios (quien sabe si futuros salvadores de carteles).
Sin embargo ese chequeo se ve limitado por la cantidad de grupos admitidos
(cuatro) y sobre todo por el criterio de selección previo. A uno siempre le
quedará la duda de si los gustos del selector no determinan en demasía la
estética de los grupos participantes.
Myöhä es un jovencísimo cuarteto finlandés (¡cómo las gasta el norte
de Europa!). Su media de edad gira en torno a los 19 años. Y a pesar de
ello, su edad técnica (dominio del instrumento) y su conocimiento del
lenguaje son terriblemente adultos.
No ayudó en demasía la sonorización al lucimiento del grupo. El
contrabajo fue, quizá, el más perjudicado. Un segundo plano sonoro que lo
fue también en su función instrumental. La suya y la de los otros dos
miembros de la rítmica (piano y batería). El grupo estaba puesto al
servicio del lucimiento de la trompeta. El cuarteto ofreció "Concierto
para trompeta y trío rítmico". Sólo le faltó el número de "Opus".
Bromeaba parte del personal tras la actuación con la posibilidad de que
Myöhä fuese directamente a por el premio al mejor solista. Y es que fue un
verdadero solismo de trompeta. Él se lo guisó y él se lo comió. Expuso
los temas, hizo solos en todos los temas y apenas dejó segundos de
lucimiento a sus compañeros.
Una trompeta que miraba al legado electrónico de Miles Davis. Su uso de
las distorsiones y electrónicas le delató. La sombra de Miles sigue
siendo tremendamente alargada. Trompeta que, eso sí, hizo gala de una
extraordinaria técnica y lenguaje jazzístico. Le sobró discurso, minutaje.
Demasiada vuelta de solo para lo que su voz podía decir.
La rítmica ejerció de tal. Pura compañía. Un pequeño solo de piano y un
par de dúos de contrabajo y batería fueron lo más que pudimos apreciar en
un concierto con sabor "hard bop" que, por intensidad, fue de más
a menos.
HENRI TEXIER "AZUR" QUINTET (FRANCIA)
La salida al escenario del quinteto "Azur" de Henri Texier
puso de manifiesto que lo que parecía madurez en Myöhä no era sino
ilusionante bisoñez. El dicho "la experiencia es un grado" se
hizo un hecho.
Lleva ya varios años de colaboración Texier con estos músicos.
Desde el "Azur" Quartet (1992) al que luego sumaría el saxo y
clarinete bajo de su hijo, Sébastien Texier para convertirlo en quintet. Y
esa longevidad como grupo se nota y de qué manera. El sonido es compacto.
De una exquisita precisión.
El concierto ofrecido por el quinteto fue de muchos quilates. Música de
extremada calidad en manos de unos solistas inconmensurables, a su vez,
grandes músicos de grupo. Cinco voces propias que distribuyeron espacio
para el discurso personal con milimétrica precisión.
La música procedía del segundo trabajo discográfico del "Azur"
Quintet, "Strings Spirit". Música concebida para un proyecto, el
discográfico, con quinteto y orquesta de cuerda. Composiciones llenas de
vericuetos rítmicos, con melodías que no por estructuradas dejan de beber
del free que tan tempranamente llamó la atención de Texier (Henri).
Incluso un par de ellas ("Sacrifice" y "Charles Le Bon",
dedicada esta última a su técnico de sonido) recordaban en su melodía
(otra cosa es el desarrollo) a la intensidad emocional del mejor Ornette
Coleman.
Fotografía:
Carlos Pérez Cruz
Los solistas requieren espacio propio de atención:
Glenn Ferris personificó en sonido e imagen la expresividad. Su cuerpo
bailó al ritmo de su improvisación. Poderoso y con amplio registro.
Sébastien Texier tuvo su momento de mayor esplendor en un solo de extrema
intensidad a trío (acompañado de contrabajo y batería) en "Sacrifice".
Ese momento por sí mismo habla de un solista de entidad. Su cálida
sonoridad al clarinete bajo otro punto a su favor.
Tony Rabeson se suma a la no tan extensa lista de baterías sutiles.
Discreto que no simple. Contundente pero sin artificios.
Bojan Zulfikarpasic es una de mis debilidades. Sus proyectos propios hablan
de uno de los pianistas actuales con un lenguaje más definido. Su
participación en este concierto lo mostró a base de pinceladas. Su
"momento" fue a piano solo.
Henri Texier es maestro. Situado en un discreto segundo plano visual no lo
fue tal sonoramente. Sus solos muestran una forma envidiable. Su pulsación
del contrabajo es trepidante. El solo ajeno encuentra en Texier un perfecto
compañero de viaje.
Carlos Pérez Cruz
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