Fecha: 6 de marzo de 2003
Lugar: Sala la Paloma (Barcelona)
Entrada: Casi lleno. 350 personas.
Músicos:
Comentario: Presentando su reciente álbum llamado "Responsorium" (ECM Records) Dino Saluzzi empezó el concierto con un solo introductorio al que pronto se añadieron su hijo José María a la guitarra y el gran bajista sueco Pallë Danielsson.
Ofrecieron una música cargada de emociones y sentimientos. De tonos y tempos moderados. Dada la gran afluencia al concierto de entusiastas compatriotas, se notaba un feeling especial en el ambiente. Como una mezcla de nostalgia, desasosiego por la crisis Argentina, calor por el compañerismo en la desgracia pero en el fondo con orgullo de su marcada identidad y con esperanza de futuro.
Esa mezcla de sentimientos se podía notar en las diferentes piezas que compusieron el concierto. Dino Saluzzi tiene un gran dominio del bandoneón así como mucha musicalidad. Muy versado en las distintas facetas musicales originarias de Argentina, sabe utilizar esa experiencia para exponer su maduro y cálido mensaje, el cual puede llegar a distintas audiencias: desde apasionados del tango hasta aficionados al jazz o simplemente personas que sepan apreciar música de autor.
Hubo algunos temas más clásicos, otros más complejos. Dino, como líder de la banda, definió bien el rumbo de los temas y sus distintas variaciones. De su bandoneón sale algo más que música y sabe tocar la fibra sensible del oyente.
El guitarra defendió bien su puesto, asumiendo la responsabilidad que conlleva tocar al lado de su padre además del prestigio internacional que éste tiene. Sin espectacularidades, equilibrado y a la vez con su propia firma, yo diría que apunta alto aunque todavía le queda mucho terreno que recorrer.
Pallë Danielson demostró su maestría en el contrabajo. De corte clásico, con la ortodoxia noreuropea fría y técnica pero que a la vez sabe transmitir su vitalidad.
El concierto duró unas dos horas y media, contando una pausa de diez minutos y dos bises. En el segundo bis, sorprendió al público e incluso a sus propios músicos, dedicando especialmente a sus paisanos un repaso a la historia musical de su país, imbricada a veces e inevitablemente con la política. Interpretó una sucesión de fragmentos musicales documentándolo con la mención de los nombres de sus autores. Con ello quería homenajear a compositores injustamente olvidados tras la aparición de grandes éxitos más populares que ensombrecieron la labor de los anteriores. Equiparó estilos como el jazz y el tango ya que en algunos puntos su influencia mutua es unívoca. Entre esas piezas incluyó el estándar "My one and only love".
El público, que hizo cola para entrar al concierto, atendió respetuosamente el quehacer de los músicos y éstos percibieron esta atención lo que originó una buena comunicación entre ambas partes.