Un guiño a Julio Medem
(por Carlos Pérez Cruz*)
Desde el momento en que este Club
de Jazz nació, y de eso van a cumplirse en unos días 3 años,
tuve y tengo claro que aunque éste sea un programa para la difusión
de la música de jazz no puede despegarse de la realidad del día
a día. Quienes estamos ante el micrófono somos personas de carne
y hueso como vosotros (los oyentes) que vivimos como todos y cada
uno de vosotros (los oyentes) en un entorno del que es difícil
abstraerse.
La radio se puede entender de muchas maneras. Una de ellas puede
ser la de la fantasía, la de la desconexión de la realidad.
Muchos pueden buscar eso en la radio al igual que hacen cuando van
al cine a ver una película
fantástica o una comedia. Otros, sin embargo, buscan información,
buscan opinión, al igual que hacen cuando van al cine a ver películas
de compromiso. Cada uno de vosotros, a buen seguro, tendrá su
propia manera de vivir la radio... y la vida.
La mía es la del compromiso. Compromiso con la música de calidad
y con los artistas que viven la injusticia de una profesión
maltratada que convierte la labor del músico de jazz en España
en todo un ejercicio de honestidad. Difícilmente puede no serlo
cuando raras veces el beneficio es económico. Pero el Club es
también un lugar para el compromiso con el ser humano y con los
valores de honestidad que chocan de frente con un tren cada día más
pesado y veloz, el de la hipocresía y la mentira. El de la
manipulación y la confrontación.
El pasado sábado se celebró en Madrid la gala de entrega de los
premios del cine español. En mente una polémica injusta y cruel.
Una creación artística de compromiso, una creación
esperanzadora, honesta y valiente, “La Pelota Vasca”, era
criminalizada y acusada de panfleto terrorista. La acusación
mostraba la cabeza visible de la Asociación de Víctimas del
Terrorismo.
La sociedad actual vive diariamente sometida a un intragable cruce
de mentiras hipócritas que una política a la que no le interesa
el ser humano (la nuestra) practica con extremada pasión. Pero en
esa pasión se olvidan (¿o no?) de que en medio de toda esa
verborrea están las personas, seres humanos con los que bajo ningún
concepto se puede jugar. Porque además de las secuelas físicas
(en muchos casos incurables e irreversibles) están las mentales y
morales (que muchas veces pueden ser mayores que las físicas).
Julio Medem planteó un ejercicio cinematográfico y literario con
“La Pelota Vasca”. Un filme que dio la oportunidad a gentes de
todos los ángulos de la realidad vasca de expresar su parecer. No
es momento ahora de empezar a recordar quiénes decidieron no
expresarse con la voz del diálogo (todos lo sabemos) ni de la
campaña difamatoria de la derecha rancia y casposa de España,
sin ni siquiera haber llegado a visionar la película ni leer el
libro. Todo eso queda atrás ante la lamentable campaña impulsada
por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (secundada, e
incluso, quién sabe, quizá impulsada, por los medios y políticos
diestros). Quien ha sufrido la violencia irracional (todas lo son)
del terrorismo merece todo el reconocimiento del mundo ante su
sufrimiento. Lo que es mezquino es utilizar una situación tan
dolorosa para hacer doctrina política. ¿Quién se atreve a decir
no a una víctima? Si consideran terrorista a Medem quizá es que
tengan razón. El sufrimiento les asiste y la mediática de la política
sustenta.
Mucho
me temo que ETA consiguió con los muertos y heridos su propósito.
Desvirtuar la razón de quienes la tenían como sufridores de su
violencia. Generar el mismo odio que ellos tienen para dar razones
a quienes se sienten odiados. Por fortuna aún quedan víctimas
que tienen las dos razones: la física y la mental.
*Carlos
Pérez Cruz es trompetista y director del programa de radio
"Club de Jazz". Este texto es una transcripción del
comentario realizado en la emisión del lunes 2 de febrero de 2004
en el programa por su director a raíz de la polémica suscitada
por la película-documental "La Pelota Vasca: la piel contra
la piedra" de Julio Medem.
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