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IX FESTIVAL INTERNACIONAL DE IMPROVISACIÓN:
HURTA CORDEL 2005
- Fecha: 26 de enero de 2.005
- Lugar: La Casa Encendida (Madrid)
- Entrada: lleno
- Componentes:
Antonio Bravo: guitarra eléctrica
Merran Laginestra: piano y voz
Baldo Martínez: contrabajo
Pelayo F. Arrizabalaga: tocadiscos, saxo alto y clarinete bajo
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Comentario: El Festival Internacional
de Improvisación “Hurta Cordel”, que en
esta ocasión llegaba a su novena edición se
ha convertido ya en una de las citas obligadas para los amantes
de las músicas creativas y no convencionales de la
capital. Música imprevisible, perecedera e irrepetible
que entusiasma a sus fieles seguidores o aburre soberanamente
a quienes por equivocación o falta de información
se atreven a entrar en un evento de estas características.
Entre las propuestas de este año, se encontraba una,
a priori, interesante presentación de un cuarteto formado
por músicos muy vinculados al mundo de la improvisación
y sobre todo al jazz, con Baldo Martínez, el músico
más profesional que existe en el panorama jazzístico
nacional, ya que no ceja en su empeño por investigar
y experimentar con la música, siempre aportando propuestas
nuevas, todas ellas eminentemente sorprendentes, ya sea con
su quinteto, a dúo con Carlo Actis Dato o con el Proyecto
Miño. Otra de sus facetas está relacionada con
el mundo de la libre improvisación, universo complejo
y sin duda difícil, el de esta música experimental,
emparentada con las corrientes más vanguardistas de
la música clásica y el free jazz, e influenciada
por los tiempos tan eclécticos que nos ha tocado vivir.
Las sensaciones que desprendieron los cuatro músicos
dejaban traslucir una loa a la antimonotonía, cada
uno aportando su manera de entender una música que
provoca de todo menos indiferencia. La aportación de
Baldo, ya sea mediante la forma convencional o percusiva con
el arco, estuvo en la línea de sus sonidos y efectos
sonoros que tanto le caracterizan. Por su parte, Antonio Bravo,
compañero de fatigas de Baldo quizá pasó
más desapercibido, aunque también es entendible
que, para la ocasión, la participación de la
guitarra a base de punteos cortos era lo más apropiado.
El toque original de la noche lo aportó Pelayo F. Arrizabalaga,
quien mostró buenas maneras fundamentalmente con el
clarinete bajo, rodeándose de los sonidos aportados
por tres tocadiscos que sirvieron de introducción y
fondo en dos de los cinco temas que interpretó el cuarteto.
Su presencia otorgó una nueva dimensión al grupo.
La cantante, Merran Laginestra estuvo bien, acompañando
con su técnica percusiva al piano y matizando con la
voz algunas de las notas de Baldo al contrabajo. En resumen,
pudimos disfrutar de un buen concierto de música improvisada,
donde la libertdad creativa estuvo bien ponderada y equilibrada,
a base de pinceladas que formaron un cuadro sin excesivas
estridencias y carente, afortunadamente, de algunas incongruencias
sonoras que a veces pretenden vendernos como improvisación,
cuando no son nada más que ruidos o músicas
adulteradas.
Carlos Lara Cid
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