Comentario:
En el 2005 la influencia musical de Charlie “Bird”
Parker, sigue más viva que nunca. La mejor música
se distingue por su perdurabilidad más allá de
las modas y tendencias. La aparición del bebop, con Bird
como uno de sus principales precursores, causó un gran
revuelo e incluso rechazo, no obstante caló hondo, convirtiéndose
en un estilo de referencia.
Muy joven empezó a destacar Bird entre sus coetáneos,
tanto por su creatividad compositiva como por sus dotes interpretativas.
Juventud como la de la nueva promesa de jazz Francesco Cafiso
que con 16 años se presentó esa noche con la
Charlie Parker Legacy Band. En su currículum figuran
nombres como Winton Marsalis, Joe Lovano, Hank Jones, George
Mraz, etc... Le acompañaban consagrados músicos
del actual mainstream o nuevo bebop. Es de suponer que éstos
estaban encantados de contar con Francesco, y éste
de participar en un proyecto de maestros. Ésta simbiosis
se notó en la actuación. Los estribillos los
interpretaban al unísono los tres saxos altos, si bien
de algunos acordes más complicados, se encargaban Vincent
Herring y Jesse Davis.
La sucesión de solos que conformaron el concierto
permitió el lucimiento y virtuosismo de cada intérprete,
en cierta manera, marcado por la competencia lógica.
Las composiciones de por sí ya tienen un gran valor
artístico y si quien las interpreta, las borda, el
disfrute del oyente está asegurado. Aún sin
descubrir nada nuevo, la calidad exhibida colmaba cualquier
expectativa. Todos los músicos parecían tocar
a gusto, y el público era notoriamente partícipe
de esas buenas sensaciones.
La base rítmica sostenida por batería y bajo,
funcionó de forma sólida. Sin fisuras. Mulgrew
Miller al piano, el más experimentado de todos, supo
combinar el acompañamiento con los eventuales y hábiles
punteos sacando todo el jugo a su instrumento.
Ese buen feeling hizo que la velada, dividida en dos partes,
pasase como una exhalación. Casi podrían haber
seguido tocando una hora más. Cuando se trata de bird
el tiempo pasa volando.