Comentario:
Si hay un músico en la actualidad
capaz de sorprender en cada uno de los proyectos que acomete,
ese es el trompetista y compositor Dave Douglas. Su presentación
en Madrid sirvió de excusa para dar a conocer y hacer
un repaso a “Mountain Passages”, el último
trabajo de este incansable artista, para el que se ha inspirado,
según sus propias palabras, en los mitos y en el espíritu
de la cultura rural de las montañas. Una especie de folk
jazz, con fuertes resonancias vanguardistas que apuesta como
siempre por los sonidos nuevos y sobre todo bellos. Con una
formación de trompeta, clarinete, chelo, tuba y percusión,
el concierto supuso un viaje imaginario, con diferentes vertientes
e incursiones, interpretadas con la originalidad a que nos tiene
acostumbrados siempre Dave Douglas, que una vez más,
ha sabido rodearse de extraordinarios músicos para ofrecer
un concierto que resultó magnífico.
Haciendo gala del título de su nuevo disco, Douglas y
su nuevo proyecto, Nomad, nos propuso, ciertamente, diferentes
paisajes musicales en los que tuvieron cabida múltiples
apuntes o referencias, que poco a poco fueron formando un conjunto
total, denso, lleno de intensidad y en momentos, muy emotivo.
Si hay que destacar alguna de las muchas cualidades de Douglas,
una sería sin duda la densidad de sus composiciones,
su capacidad para unir estilos tan dispares, pero a la vez auténticos,
que irían en una línea contínua desde Stravinski
a John Coltrane, pasando con Miles Davis. Douglas se ha convertido
en una especie de Miles Davis moderno, donde cada propuesta
es diferente a la anterior, un músico camaleónico
capaz de huir de los encorsetamientos. Su capacidad para retomar
y transformar el jazz, desde los ritmos más tradicionales
hasta los más vanguardistas, es ciertamente asombrosa.
Las notas que salen de su trompera suenan como retazos, punzadas,
que al momento se transforman en sonidos nunca antes escuchados,
que rayan en la música clásica, en la música
contemporánea y el vanguardismo, sin perder nunca la
referencia jazzística.
Buena parte del éxito del concierto del San Juan Evangelista
hay que apuntarlo también a la gran selección
de los músicos que acompañaron a Douglas. A destacar
por encima de todos, la sensibilidad y fina claridad mostrada
por Michael Moore en los vientos, especialmente con el clarinete.
Moore es un músico que emociona con cada una de las notas
que interpreta. Sus intervenciones se convierten en auténticos
poemas musicales. La aportación del otro músico
con instrumento de viento, Marcus Rojas, a la tuba, cumplió
en algunos momentos la función intencionada de un contrabajo,
ausente, pero que de modo imaginario sin duda estaba presente
en el concierto. La contribución lírica de la
noche corrió a cargo del violonchelista Rubin Kodheli,
que incorporó su toque clásico, precisando y complementando
en los momentos más oportunos al resto de la banda; mientras
que la batería de Tyshawn Sorey, marcaba los tiempos
con un calculada suavidad y sensibilidad, tanto con el manejo
de las escobillas como las baquetas finas, con las cajas y los
platillos. De todas formas, también tuvo su oportunidad
para marcarse un solo, con el que, casi al final del concierto
pareció resarcirse de tanta finura mostrada a lo largo
de la noche.
Resumiendo, hay que insistir en la afortunada nueva propuesta
de Dave Douglas que no dejó fríos a sus incondicionales.
A fin de cuentas, referirse a Douglas es hablar de varios músicos
en uno. Y uno de los mejores estuvo e hizo disfrutar una vez
más a los asistentes del tercer concierto del ciclo “Jazz
es Primavera”, con que todos los años nos “premia”
el Club de Música y Jazz San Juan Evangelista, al que
estaremos siempre agradecidos por ofrecernos un espectáculo
como el que nos proporcionó Dave Douglas y su nueva creación
“Nomad”.
Carlos Lara Cid
El proyecto
Nomad surgió hace dos años del encargo que recibió
Douglas de componer música que pudiera ser interpretada
en el festival Suoni delle Dolomiti, que se celebra en estas
montañas italianas del Trentino a unos 3.000 metros
de altura. Al lugar del concierto, emplazamiento idílico
entre las cumbres, sólo se puede acceder a pie, lo
que limita en cierto modo la instrumentación (nada
de piano, ni órgano de iglesia o Hammond, ni teclados
à la Nacho Cano...) A esta premisa, se añadió
la sugerencia de inspirarse del folclore de la zona.
Con estos mimbres, Douglas ha parido una música
mayormente intimista, melancólica, pastoral (¡claro!),
continuación directa de su proyecto Charms of the
Night Sky (1) y que, al igual que gran parte de su obra,
es ecléctica (2), con multitud de referencias “cultas”
y populares, tanto dentro como fuera del jazz.
El concierto de Madrid no fue ni mucho menos malo, fue
incluso bastante bueno, pero le faltó cierto desmelene
para llegar a ser memorable. En este proyecto, el trabajo
en las composiciones y en los arreglos tiene un gran peso
y tal vez, al menos por lo visto el lunes, dificulte unas
improvisaciones menos constreñidas. Resultó
interesante el partido que sacó Douglas a las diversas
combinaciones de este quinteto inhabitual, en el que se
forman dúos y tríos a indicación del
líder, y en el cual la tuba de Marcus Rojas (fantástico
músico) tiene un papel fundamental, a la vez anclaje
rítmico (como en los tiempos primitivos del jazz)
y elemento melódico e improvisativo. Michael Moore,
un gran lírico vanguardista al que esta música
parece ir como anillo al dedo, estuvo demasiado comedido,
aunque mostró algunas pinceladas. Los jóvenes
Kodheli y Sorey -que no figuraban en el proyecto inicial
(3)- cumplieron sobradamente. Por su parte, Douglas tiene
una técnica enorme y un sonido y un discurso propios
(lo que ya es mucho), pero a quien esto escribe no le llegó
a sorprender como en anteriores visitas a Madrid.
Fue una noche agradable, con un par de momentos de arrebato,
de éxtasis, que al final supieron a poco. Tal vez,
sencillamente, la música no cuajó porque le
faltaba su entorno natural en las cumbres de las Dolomitas,
do el viento mece los edelweiss y los rebecos se acercan,
confiados, para comer de nuestra mano...
Diego Sánchez Cascado
(1) Con un disco homónimo publicado por Winter and
Winter y otro por RCA/BGM, “A Thousand Evenings”
(2) Tal vez en estos tiempos pos-posmodernos, el eclecticismo
sea la verdadera corriente principal del jazz actual.
(3) Peggy Lee (chelo) y Dylan van der Schyff (batería)
figuran en la formación original del disco “Mountain
Passages”, primera referencia del nuevo sello de Dave
Douglas (suyo propio), Greenleaf Music (www.greanleafmusic.com).
Este texto está dedicado a Guillermo Navarro. Mucha
suerte en tu nueva vida.