Comentario:
Enmarcado en el festival “El flamenco viene del Sur”,
el Teatro Central nos ha brindado la presentación en
directo de “Aguadulce”, el nuevo trabajo discográfico
de una de las guitarras flamencas de referencia en el panorama
actual.
En menos de una semana se han podido disfrutar en Sevilla
de dos conciertos que colocan la guitarra en dos posiciones
antagónicas: la horizontalidad de la guitarra eléctrica
de Allan Holdsworth frente a la profundidad de la guitarra
flamenca de Tomatito. El primero, de sonido plano, lleno de
progresiones armónicas eternas, de escalas y acordes
inventados, con una sincronización sin igual entre
las manos derecha e izquierda; el segundo, arrancando de la
guitarra flamenca un sonido profundo, lleno de matices en
el volumen de cada nota, de progresiones mucho más
simples (aunque llenas de alma), dejando el espacio que el
silencio necesita para que podamos sentir qué se nos
cruza por la cabeza durante el directo.
El planteamiento del concierto ha sido bastante inteligente.
Partir de unas alegrías para hacer entrar al público
en el concierto: Diego Amador y Juan De Juan a las palmas,
leves toques de cajón de Lucky Losada, y un Tomatito
como pez en el agua de las alegrías. Terminado el primer
tema, luces oscuras, y foco de luz sobre un Tomatito que se
queda solo en el escenario para enfrentarse a una taranta
de casi diez minutos de duración y compleja ejecución.
El público queda embrujado, y entre los allí
presentes no hay lugar para la crítica, ni por parte
de aquéllos más conservadores, ni por aquéllos
que prefieran un flamenco más ligero. Cambio a unas
bulerías con guitarra, palmas y cajón. El ritmo
del concierto oscila entre alegrías, taranta y bulerías,
manejando en todo momento elementos clásicos del flamenco.
A partir del tercer tema entran instrumentos y arreglos de
un flamenco mucho más actual. Tomatito cede parte del
protagonismo que podría perfectamente absorber durante
toda la actuación, y opta por equilibrar el papel de
todos los músicos presentes en el escenario. Una rondeña
que sirve de presentación de Bernardo Parrilla al violín.
Unos tangos (muy simplones) en el que entra la segunda guitarra.
Tangos argentinos en los que el agudo de las notas del violín
nos trae a los oídos los sonidos libertango de bandoneón.
Unas soleás por bulerías con Diego Amador al
cante, y Juan De Juan dejándose los tacones de sus
zapatos sobre el escenario a ritmo de guitarra, palmas y cajón.
Ovación merecidísima de un público en
pie entregado al concierto.
A Tomatito le ha tocado (o más bien, el público
le ha asignado) la compleja misión de comunicador de
la guitarra flamenca. Si bien el interpretar este papel es
complejo (pues exige una buena respuesta tanto comercial como
por parte de la crítica), el efecto de conciertos como
el presenciado en el Teatro Central no es otro que el de potenciar
el flamenco, hacernos querer más, y sentir con mayor
intensidad, la música de nuestra tierra.
Sergio Masferrer