Un trozo de historia.
Dentro del décimo festival de jazz que
organiza la Fundación Barrie de la Maza, llama la atención
sin ningún tipo de dudas, la presencia del músico
norteamericano Anthony Braxton. Este se ha mostrado muy esquivo
en los últimos años con sus visitas a España,
una con el cuarteto en 1982, y otra más reciente hace
pocos años en Sevilla. Por lo tanto, un "10"
para la organización del ciclo de jazz, que además
de traer a solistas más clásicos también
se acuerda de "los otros" (recordemos que el año
pasado ya habían traído a John Zorn).
El concierto se celebró dentro del auditorio
de la propia fundación con aforo limitado, pero a pesar
de las colas de la entrada, creo que no hubo problemas para
poder entrar en ninguna de las dos sesiones, afortunadamente
he podido asistir a las dos. El grupo que acompañó
a Braxton estaba formado por músicos bastante jovenes,
tanto Taylor Ho Bynum a la trompeta y trombón, Jessica
Pavone al violín o la sección rítmica formada
por Chris Dahlgren al bajo y Aaron Siegel a la batería,
aunque alguno de ellos como Dahlgren son músicos ya experimentados.
A la tuba estaba Jay Rozen, algo más veterano, y que
también aporto distintos materiales percusivos.
La formación del grupo musicalmente
se establecía en torno a Braxton o a Bynum, llevando
casi siempre uno de ellos la voz cantante en lo que se refiere
a la composición interpretada. Los dos sets estuvieron
compuestos por la misma composición, al menos de forma
inicial, ya que entre los distintos miembros del grupo se establecían
subgrupos que decidían la entrada de una nueva composición
que se superponía a la que ya se estaba interpretando.
Una y otra vez se mezclaban composiciones nuevas y subgrupos
nuevos, estableciendose tríos, duos o solos dentro del
conjunto general. Las intervenciones solistas de alguno de ellos
fueron también muy importantes; así Bynum gozo
de mucho espacio para mostrar que puede llegar a ser uno de
los trompetistas más importantes en un futuro cerrcano,
al igual que un impresionante Dahlgren al contrabajo, combinando
arco y diferentes utensilios encima de él. Braxton se
alternó en cuatro saxofones (alto, soprano, sopranino
y otro que no pude reconocer), manteniendo un nivel espectacular
en los dos set, y soplando durante esas dos horas a un nivel
increíble.
Las diferencias entre el primer set y el segundo
se establecieron además de en la superposición
de distintos materiales, en que en el primer set el ensemble
sonó un poco más comedido, más implicado
en la composición interpretada mientras el segundo fue
sin lugar a dudas más libre, con una mayor interacción
entre los miembros del grupo. Ámbos duraron alrededor
de una 70 minutos de música ininterrumpida.
¿Parece poco? Para terminar los dos
sets, y como el festival gira en torno a Charlie Parker, Braxton
acompañado por Dahlgren nos ofreció un par de
composiciones de Parker a modo de bis. Las dos interpretaciones
me dejaron absolutamente sin aliento, con un Braxton al saxofón
que dio en esos pocos minutos un curso de saxofón alto,
con un Dahlgren como ya he dicho anteriormente a la altura del
líder. Como anécdota señalar que el resto
del grupo, en vez de ir a descansar, miraron el bis desde el
final de una cortina.
Me resulta difícil ser objetivo ya que
soy un gran admirador de toda la obra de Braxton, pero nunca
he escuchado un concierto (dos en realidad) así, y me
temo que será difícil que lo vuelva a hacer. Braxton
es, con gran diferencia, el músico de jazz más
interesante de todos los que están vivos, y su mundo
personal es único ¿De cuántos podemos decir
lo mismo? Con sesenta años se mantiene en el filo de
la navaja y su música merece ser estudiada al nivel de
los grandes clásicos. En definitiva, el sábado
9 de abril del 2005, tuvimos en La Coruña, un
trozo de historia.
Joaquín Villaverde Martínez