Comentario: Luz Saint Sauveur
es un pequeño pueblo situado en plenos Pirineos, que
en 2005 ha celebrado la edición número quince
de su festival de Jazz. Si hubiera que buscar un calificativo
para su propuesta este sería el de militante. Una militancia
presente en músicos, música y aficionados. Es
este un festival que huyendo de los grandes presupuestos habituales
en otros festivales veraniegos, ha encontrado un equilibrio
ciertamente notable entre sus propuestas y el público
al que van dirigidas: a lo largo de todos los conciertos, fuesen
estos en locales de menor (Maison de la Vallée) o mayor
(Chapiteau) capacidad, se pudo apreciar un aforo ocupado prácticamente
en su totalidad.
Uno de los argumentos para esta edición fue el encuentro
en formato de dúo entre percusionistas con especialistas
en instrumentos de cuerda. De ese modo, los percusionistas
(en su sentido más amplio) Chris Cutler, Lê Quan
Ninh, Alex Grillo (vibráfono) y Edward Perraud se encontraron
con los expertos en instrumentos de cuerdas Fred Frith (guitarra
eléctrica y percusiones), Frederic Blondy (piano),
Raymond Boni (guitarra) y Dan Warburton (violín) respectivamente.
El resultado final fue interesante en su apreciación
global, aunque no todos los conciertos estuvieron en el mismo
nivel en cuanto a entendimiento y compenetración entre
los músicos. Así ocurrió con Edward Perraud
y Dan Warburton,quienes estuvieron a ratos en universos diferentes,
hecho escenificado en un final abrupto tras llegar a un aparente
callejón sin salida. No ocurrió lo mismo con
Frederid Blondy y Lê Quan Ninh. Su entendimiento fue
total en un concierto hipnótico y sorprendente.
Otra de las características de este festival es el
estreno de propuestas musicales. En 2005 dos de ellas fueron
presentadas. Por un lado tuvo lugar la materialización
del proyecto Virtual Meeting del belga Xavier Garcia en Real
Meeting. Con sus samplers y acompañado por un cuarteto
que incluía la voz de Lucia Recio, sólo se echó
de menos a un infrautilizado Jean Paul Autin a los saxos.
Aún así, este grupo materializó un proyecto
con una formas muy interesantes, inmerso en la libre improvisación.
La otra creación fue la protagonizada por la big band
de Claude Tchamitchian bajo el nombre de New Lousadzak Human
Songs. A lo largo de dos largas piezas, magníficamente
planteadas por el contrabajista francés, los presentes
pudimos disfrutar de una música emocionante, heredera
de los mejores hallazgos de un maestro en la composición
y dirección como Charles Mingus, pero llevados al terreno
de la improvisación colectiva en su desarrollo. Además
del contrabajista y del batería alicantino Ramón
López, en un rol diferente al que acostumbra en sus
proyectos habituales, merece una mención especial Meredic
Collignon. Estuvo sorprendente e impresionante tanto en su
trabajo con la trompeta de bolsillo como con la voz. Fuera
de las creaciones, la mayor decepción vino de la mano
de Ursus Minor. Una propuesta a priori interesante dado el
bagaje de sus componentes, pero que decayó notablemente
dirigiendo sus pasos a una propuesta pseudo-jazz-soul-rock,
con nada de sorprendente y mucho de anodina. En otro de los
conciertos tuvo lugar el reencuentro entre Fred Frith y el
guitarrista Kamel Zekri. El toque africano aportado por este
último fue el complemento ideal al estilo percusivo
y experimental del guitarrista inglés.
Además de lo reseñado hubo mucho más:
múltiples conciertos en distintos escenarios, encuentros,
actuaciones para niños... pero no es el final. No sería
de justicia terminar sin hacer referencia a aspectos que no
tienen que ver con el estricto resultado musical y artístico
de los conciertos y que sin embargo dicen mucho acerca del
espíritu e idiosincrasia de este festival. Y es que
acostumbrado a la indolencia de los músicos en España
hacia propuestas ajenas, resultó una sorpresa y un
placer poder ver en todos y cada uno de los conciertos a un
buen número de músicos participantes en el festival
seguir atentos las evoluciones de sus colegas. También
el hecho de que no hubiese problema alguno en acercarse a
comer o cenar a la Canti-jazz (el comedor colectivo del festival
dentro del recinto del Chapiteau) y hacerlo al lado de unos
músicos que comparten sus vivencias no sólo
en los escenarios y locales de ensayo. Un festival diferente
que bien merece más de una visita. ¡Gavarnie,
nos vemos el año que viene!
José Francisco "Pachi" Tapiz
Más información sobre el festival: http://www.jazzaluz.com
http://www.luz.org