Comentario: Otro concierto
extraño, el ofrecido por el dúo suizo de Irène
Schweizer y Pierre Favre. En mi opinión, fue un concierto
con momentos y la verdad es que los buenos momentos estuvieron
protagonizados por la pianista y los menos buenos por el batería.
Paso a explicarlo; el dúo, como un todo, orgánico,
funcionó poco, porque, aunque es cierto que Schweizer
tocó muy bien, la mayoría de las veces unos temas
muy jazz, relacionados sobre todo con el bop pero también
con el jazz más añejo, con Garner y Hines, con
un pianismo de excelente ejecución, variado y ecléctico,
también es cierto que no se le vieron grandes rasgos
individuales, porque no fue la pianista intensa y audaz que
conocemos de los discos, aunque siempre haya tocado con gracia
y sentido de la melodía.
Al final del espectáculo le dije a una amiga que ella
era mejor músico que él. A riesgo de ser injusto,
sobre todo porque conozco su música e historia, con un
currículum rico, con momentos compartidos con algunos
de los grandes músicos de ambas orillas del Atlántico
(Dexter Gordon, Don Cherry, Charlie Mariano, Albert Mangelsdorf,
John Tchicai, Michel Portal, etc…), la verdad es que fue
sobre todo el batería quien decepcionó, ya que
toco siempre con poca sensibilidad, no dominó los sentidos
dinámicos que la pianista intentó crear y estuvo
demasiado presente cuando la ocasión pedía contención.
Antes del espectáculo, al observar el set de batería
creí advertir la utilización de dos bombos de
pie, muy habituales en el heavy metal, pero algo poco visto
en el jazz. En realidad, las figuras y acompañamientos
de Favre siempre fueron demasiado obvios y poco inspirados.
Fue una pena, porque la señora Schweizer merecía
un mejor compañero. En muchas ocasiones, la música,
aunque bop, tomaba una dirección curiosa. En vez de tocar
el tema e iniciar los solos, había una serie variada
de fragmentos que confluían en el tema de la composición.
Ella encontraba casi siempre el norte, pero él ni por
esas. Merecieron la pena algunos momentos de la pianista, que
fueron pequeños viajes por la historia del jazz, llevados
por una conductora experimentada, pero por una carretera no
siempre en buenas condiciones.
João Pedro Viegas traducido por Diego Sánchez
Cascado