Comentario: El primero de
los dos conciertos de los que se componía la noche lo
inició el trombonista inglés de padres jamaicanos
Dennis Rollins, que con puntualidad suiza salió al escenario
y comenzó tocando Oh! Africa. Un hombre solo -con vestimenta
rasta- y, un trombón, apoyado en samplers, pedales y
efectos. Al término de dicho tema comentó que
su música en el concierto dirigiría sus pasos
por el jazz, el blues, la samba, el reggae, el funk, el hip
hop y el garage de hoy día.
Dennis se apoyó en imágenes históricas
que mezcladas en directo por el artista de video Nick Hillel,
le sirvió para explicar y documentar 500 años
de música negra y sus diferentes vicisitudes a lo largo
de estos años que van desde los ancestros al racismo
en América, siempre en consonancia con la música.
En ocasiones las imágenes se entremezclaron con su
propia imagen, sampleadas por así decirlo en la pantalla,
con la música siguiendo las normas dictadas por las
imágenes y, tal fue el caso en que Dennis quedó
absorto por las mismas y los comentarios que en ellas se vierten.
Por lo demás su forma de tocar se presentó
abierta, rotunda, clara y expresiva; si bien es cierto que
en algunos momentos llegó a ser reiterativa, al igual
que las imágenes, de tal manera que dio la sensación
de estar en una discoteca y no en un concierto.
Este músico es trombonista y nació en Birmingham,
es cierto, pero no es menos cierto que su música o
el mismo podrían ser de cualquier parte del mundo,
por lo que no parece el mejor ejemplo del jazz inglés.
El concierto terminó con la misma frialdad que comenzó,
sin bis ni despedidas destacables, después de una hora
en el escenario.
Al filo de las 22h 20’ dió comienzo la segunda
parte de esta jornada doble en el C.C. de la villa, con el
plato fuerte de la Charlie Haden’s Liberation Music
Orchestra acompañada por la pianista Carla Bley.
El comienzo no pudo ser más formal, con Haden presentando
a sus músicos uno a uno, empezando por Carla y terminando
por él mismo.
La primera sensación del concierto es que el mismo
va ir por los derroteros de una música pausada, tranquila,
melódica, sin estridencias e incluso romántica
por momentos, o al menos eso hace presagiar Not in our name
(Ch.Haden).
Los primeros compases de This is not America (Metheny, Mays,
Bowie) los introdujo Carla al piano y Tony Malaby puso en
solfa con su saxo tenor el ritmo reggae del tema, tomando
el relevo el trombonista C.Fowlkes de forma perfecta ateniéndose
a la partitura. Así mismo ocurrió con el resto
de la orquesta, entrando y salienco para dejar actuar al solista
de turno.
Todo pareció estar muy estudiado, tanto que no hubo
lugar a la improvisación, a pesar de contar con excelentes
músicos noveles como es el caso de Ch.Cheek (con algún
disco tan interesante como Vine), Steve Cárdenas (Shebang)
ó Loren Stillman, todos ellos por cierto, del sello
FSNT.
Igualmente cuenta con músicos del bagaje de Curtis
Fowlkes (quien trabajó entre otros con F.Zappa). Sin
embargo y como digo poca libertad para la improvisación,
todo estaba escrito y para qué más. Atados a
la partitura de su música modal, es posible que careciera
de emoción en algunos momentos, dando sensación
de ser un concierto plano, rígido y carente del carácter
impulsivo y “revolucionario” de tiempos pretéritos,
de una "Liberation" de la que ya no queda sino el
nombre. Más bien parecía por momentos una orquesta
de cuerdas que no de metales, como si de música sinfónica
se tratara.
Charlie Haden no apareció prácticamente en
toda la noche. Salvo en el bis donde nos regaló un
único solo, el resto fue estar detrás de sus
músicos marcando pauta y ritmo. Y otro tanto podemos
decir de C.Bley (“¡tan delgada como una batuta
es normal que dirigiera la orquesta!”) tocando el piano
lo justo, economizó todo lo que pudo y dirigió
lo preciso.
En resumidas cuentas hasta el solo de batería de Matt
Wilson resultó ser tan delicado que el golpeo, fue
suave como la seda, tal es así, que rozó el
silencio. Esto sirvió de introducción al tema
America the beautiful / Lift every voice and sing / Skies
of America / O. Coleman), todo un clásico dentro del
repertorio de la música americana.