Comentario: La cita anual
de la Big Band de Granada con el Festival Internacional de Jazz
volvía a deparar uno de esos encuentros con un gran músico,
a los que nos va acostumbrando esta formación año
tras año. En la anterior edición pudieron contar
con la presencia de Benny Goldson y Miguel Ríos, y este
año ha sido el vibrafonista de Chicago Dave Samuels quien
ocupó la plaza reservada para los invitados de lujo.
Pero antes, la formación granadina se ocupó de
interpretar unos cuantos standars sin la participación
del vibrafonista.
Primero saltó al escenario el director de la Big Band,
Kiko Aguado junto con el batería Julio Pérez,
y posteriormente se incorporaron el resto de los 16 instrumentistas.
La distribución de los músicos sobre el escenario
se estructuraba de manera que la sección rítmica
(piano, batería, guitarra y contrabajo) quedaba a la
izquierda del escenario, y los vientos a la derecha (trompetas
atrás, en el centro los trombones y delante los saxofones).
En el centro, el espacio se ocupaba con los vibráfonos
acústico y eléctrico del solista de la noche.
El primer tema lo comenzó Kiko con su guitarra invitando
a los demás músicos a seguir sus pasos. El estilo
impregnado al tema se podría calificar de “bensoniano”,
por su parecido con la rítmica de la música
de George Benson de finales de los sesenta, con aires claramente
latinos.
Después del comienzo de la big band presentaron a
la cantante de la formación, la granadina Celia Mur,
que salió a escena entre una inmensa ovación
por parte del público. Situada frente a los vientos,
la cantante interpretó un buen puñado de standars
que hicieron las delicias del respetable, sobre todo de los
aficionados (que eran muchos) al swing. Conciertos de este
tipo deberían dar opción a ser vistos de pie,
puesto que la música invitaba al baile, y la propia
Celia Mur así lo hacía ver con su continuo movimiento
mientras cantaba. Standars como Cry me a river, Out of nowhere
o The man I love de Gershwin sonaron en el Isabel La Católica.
Jazz de humos en el contraluz, para amantes del club.
Y eso que el micrófono de la Mur se encargó
de dar batalla con acoples varios… De nuevo, las típicas
complicaciones de un evento realizado deprisa y corriendo,
en esta ocasión, por las inclemencias meteorológicas:
La niebla impidió que Dave Samuels partiera desde Valencia
cuando debía hacerlo, y la compañía Iberia
se encargó de perder, como ya le sucediera una semana
antes a Haden, el equipaje de Samuels.
El que fuera uno de los miembros fundadores de Spyro Gira
saltó al escenario media hora después de la
aparición de Celia Mur, y se colocó al frente
de su instrumento para comenzar con una composición
de clara influencia latina. Haciendo alarde de una excelente
técnica mantuvo diálogos musicales con guitarra,
saxo tenor y órgano, y después gran parte de
la formación dejó el escenario para convertirse
en septeto. Este segundo tema comenzó de manera espectacular,
tocando Samuels en principio un vibráfono eléctrico,
aplicando a la formación un ritmo que se repite a lo
largo de la composición y añadiendo capas de
sonido a medida que los instrumentos se van uniendo al ritmo
aditivo marcado por el vibrafonista de Chicago.
Posteriormente, tras la inmensa ovación del público,
Dave Samuels comenzó en solitario un tema de influencia
monkiana, con un ritmo constante del bajo (eléctrico,
ahora) de Guillermo Morente, al que se añade poco a
poco el piano. Los ritmos se entrecortan y las piernas del
respetable se mueven.
Ya con el ambiente caldeado, vuelven a los ritmos latinos
con unos arreglos muy bien resueltos, difícil empresa
coordinar a 18 músicos a la vez… El concierto
pasa por ser una selección de temas que a veces no
encajan de manera global, pero dadas las características
del proyecto (recordemos que la Big Band y el artista invitado
sólo habían tocado juntos unas horas antes en
las breves pruebas de sonido que pudieron hacer), el resultado
se podría calificar de satisfactorio. El tema de Oliver
Nelson One steps ahead sirvió para apreciar una buena
sintonía entre el baterista y el vibrafonista, asimismo,
el bajo eléctrico también se entendió
a la perfección con ambos.
Tras un guiño a Zappa que el respetable agradeció
a Samuels, el concierto finalizó después de
casi dos horas de música en la que el vibrafonista
de Chicago se mostró en todo momento agradecido a la
gran acogida por parte de un público granadino ejemplar.