Comentario: La verdad es
que tenía ganas de ver en directo a un artista que no
sé si es muy conocido en la escena del jazz, aunque sí
en el flamenco. Igualmente tenía ansias de comprobar
que lo escuchado en su disco, Piano Jondo, no era un espejismo
sino una realidad incontestable, y así fue.
La salida al escenario de Diego -traje gris, camisa negra,
pelo negro y ensortijado sobre su rostro- con puntualidad
ferroviaria comenzó sin preámbulos, directamente,
al grano. Tomó el piano como todo buen torero toma
el estoque y entra a matar.
El hermano pequeño de Raymundo y Rafael, empezó
con lo previsto en el programa,: Taranta; un tema a piano
solo y cante; arte y sentimiento desde el principio, voz profunda
que cala el alma. Primeros aplausos y flamenco por tarantos.
Continuó con La soleá del Churri, embrujo para
duendes mudos, silencios para espectadores callados. La pasión
en cada nota, en cada expresión facial, disonancias
y piano de vanguardia, un artista más allá del
flamenco.
Las flores de tu jardín comienzan con unos versos
que bien se pudiera aplicar a sí mismo -¿Dónde
estabas metido?... que hasta ahora no te hemos conocido.
El arte se lleva en las venas y la fusión de Diego
es como un manantial de agua fresca y cristalina, que surca
con pura naturalidad el cauce del jazz-flamenco; Diego no
es Chano como alguien pudiera pensar, él es él,
por pleno derecho y razón.
El churri - que así le apodan- no es el mejor pianista
que uno ha oído, pero pocos pueden sacar tanto partido
como él lo hace, piensa en la guitarra y en los guitarristas
cuando toca el piano, pero es con este como mejor se expresa.
Amante del directo, donde práctica lo autentico, lo
espontáneo y la pasión profunda por encima de
lo doloroso que supone hacerlo en estudio -como él
mismo expresa-, improvisa como lo haría un jazzman,
y como un flamenco haciéndolo como lo siente, como
le sale. Su piano danza, taconea, se hace grave, nocturno
e intimista, intenso por momentos, dialogante con su sobrino
Luis y hermanado con Miguel cuando la ocasión lo propicia.
Y un tema tras otro van cayendo como las hojas en otoño,
con pausada calma y silencio cómplice. El programa
establecido se hace añicos.
¡Si la lluvia llora que no se repriman tus ojos! Que
solo la magia sea rota por el aplauso fervoroso del que escucha
y asiente. ¡Qué respeto, qué atenta escucha,
reflexión de verdad y no de sueño de espectador
adormecido! ¡Ole!, ¡ole! y ¡ole!.
¡Que se quiso ir por bujerías, que se quiso
ir por bujerías... pero volvió por petición
popular. En trío porque el arte se lleva dentro y no
se va si no que se queda.
El bis elegido ¡Vivan los gitanos!, sonidos de Caravan
de Duke Ellinton y las cuerdas interiores del piano golpeadas
con refinamiento por las mazas, como si fuera un salterio,
más originalidad y creatividad no cabe y todo gracias
a una idea de Chick Corea que quiso Diego probar. No podía
faltar un solo de cajón del ”sobrinísimo”
Luis, que terminó con delirio, gritos de emoción
y exaltación. Duende, embrujo y genio.
Diego se asemeja a Paco de Lucia, no en el instrumento, no
en la técnica, pero sí en el genio: varios meses
sin tocar un piano y sin embargo grabó Piano Jondo
con maestría de maestros.