Comentario: Considerado
como uno de los grandes saxos tenores de su generación,
David Murray es poseedor de una amplia paleta musical que oscila
entre el bebop, swing, boggie o el funk. Somos conocedores de
otras facetas suyas, con interesantes propuestas, ya sea en
formato de trio, cuarteto o mediante su conocido octeto, a través
de los cuales ha dejado patente la clase que atesora este músico
nacido en 1955 en Oakland. El concierto que pudimos contemplar
en el San Juan fue una propuesta multicolor basada fundamentalmente
en los ritmos antillanos y africanos aportados por los Gwo-Ka
Masters, dos percusionistas de Guadalupe para los que nos existen
secretos en su manera de manejar los tambores Gwo-Ka, originarios
de aquellas islas. Ataviados a la manera rastafari, en algunos
momentos hasta sustituyeron sus dotes percusivas por la misma
voz, una demostración impresionante de comunicación
rítmica. El concierto se ciñó a los temas
contenidos en su nuevo disco, que cuenta, entre otros, con la
colaboración estelar de Pharoah Sanders, un recital en
que se mezclaron elementos de blues, gospel, jazz y la música
Gwo – Ka de Guadalupe compuesta por Klod Kiavué.
Hay que decir que la propuesta elegida por el miembro del World
Saxophone Quartet, demostró que las raíces de
todo se encuentran en Africa y a ellas se remitió en
casi todos los temas que interpretó, sin perder de vista
en ningún momento la base jazzística.
Murray es una saxofonista explosivo, capaz de elevar la tensión
en cuestión de segundos y así lo demostró
en cada uno de los solos que interpretó. Rodeado de una
banda interesante, en la que destacaron, además de los
mencionados percusionistas, el guitarrista senegalés
Hervé Samb, que supo estar a la altura de las circunstancias
y el contrabajista Jaribu Shahid, colaborador habitual de músicos
como James Carter, que volvió a dejar patente su buen
hacer y su sello personal con este nuevo proyecto La temperatura
del concierto fue subiendo a medida que los temas se iban sucediendo,
hasta culminar con varios momentos en que apareció el
fantasma del mismísimo Fela Kuti, padre del afrobeat
y quien tanto bien hizo por colocar a la música africana
en el lugar que le correspondía. A los siete músicos
se sumaron dos jóvenes, un trompetista y un saxofonista,
ambos radicados en Madrid, que demostraron buenas maneras en
los momentos que les tocó intervenir. Un concierto con
ritmos calientes, ideal para hacer frente al frío de
la noche madrileña que nos esperaba fuera del auditorio.
Carlos Lara