Comentario: Se reservaba
la organización del Festival Internacional de Jazz de
Granada para la última noche de su programa central al
pianista de Filadelfia Kenny Barron, en una actuación
en exclusiva que fue grabada y que será el regalo que
recibirán todos los abonados para el festival del año
próximo. Dicha actuación colmó todas las
expectativas que había generado, e, incluso, las superó,
puesto que Barron estuvo grande. Enorme.
El pianista dio un recital en el Isabel La Católica
que los aficionados al piano recordarán durante mucho
tiempo. Porque se pudo saborear con especial placer (Barron
no suele prodigarse en solitario)su esmerada técnica
y la belleza de sus fraseos, enfrentándose el pianista
en solitario a la empresa de crear nuevas interpretaciones
de los estándares de toda la vida, hacerlos aflorar
de su piano como si siempre hubieran estado allí metidas.
¿O acaso estaban?
El repertorio estuvo compuesto principalmente por estándares
de Duke Ellington, Thelonious Monk o del propio Barron, y
el músico se encargaba en cada tema de presentar cuál
sería el próximo en interpretar. El público
aplaudía poseído de la grandeza de sus interpretaciones
cada vez que finalizaba, y Barron en actitud humilde agachaba
la cabeza y agradecía sinceramente la ovación.
Y es que el concierto fue bello, con un Barron que en cada
pulsación a una tecla era capaz de aplicarle ese toque
cargado de lirismo que diferencia su pulida forma de maniobrar
en el piano con respecto de los demás pianistas considerados
como boppers, y es que por algo se le considera como uno de
los grandes del jazz actual.
Sin duda, una gran noche para clausurar uno de los mejores
Festivales de Jazz de Granada que se recuerdan.