Comentario: Arrancaba el
prometedor XXVI Festival Internacional de Jazz de Granada con
una de las propuestas más interesantes de fusión
entre flamenco y jazz que hay en la actualidad: el proyecto
“cruce de caminos”, de Gerardo Núñez
junto a Perico Sambeat. Quizás sea ésta una de
las mejores formas de comenzar un festival de jazz en la capital
granadina, puesto que la enraizada cultura del flamenco imperante
en la ciudad se une al interés que, felizmente, existe
por el jazz (la excelente labor desempeñada por la Oficina
Técnica de los Festivales de Jazz de Granada debe de
tener mucho de culpa en esto…). De manera que este proyecto
“cruce de caminos”, y la presentación del
disco de Gerardo Núñez “Andando el tiempo”,
parecían idóneos para abrir esta vigésimo
sexta edición del festival.
Con el aforo completo y con diez minutos para que el respetable
terminase de amoldarse a sus butacas, apareció Gerardo
Núñez a escena. Situado en el centro del escenario,
iluminado sólo su espacio, comenzó con un hipnótico
tema a guitarra sola, añadiendo texturas musicales
poco a poco, alrededor de diez minutos durante los cuales,
y envueltos del ritmo frenético pero contenido de la
guitarra, aparecieron en escena el Cepillo y Pablo Martín,
uniendo sus respectivos instrumentos y aportando intensidad
conforme avanzaba el tiempo. Gerardo aprovecha el apoyo de
su acompañamiento para realizar una magnífica
“improvisación flamenca”: uno de esos detalles
de gran músico que te demuestra que no todo está
inventado, porque cada artista es capaz, con su personal visión,
de añadir los matices que lo diferencian del resto.
Tras este gran comienzo, Gerardo llama a escena a Perico
Sambeat, y además, y para sorpresa del respetable,
convoca a su amiga y compañera, Carmen Cortés,
bailaora barcelonesa, y al joven cantaor gaditano de 20 años
Jesús Méndez, los cuales no aparecían
en el programa del Festival. Como era de esperar, son recibidos
con una gran ovación por parte del público.
Bailaora y cantaor debían estar en Madrid para realizar
una actuación al día siguiente, pero habían
decidido realizar el esfuerzo de estar a tiempo para la inauguración
del Festival de Granada y nosotros se lo agradecimos…Porque
el espectáculo que nos ofrecieron fue de la más
alta calidad.
Ya con la formación al completo, interpretan una soleá
por bulerías de corte inicialmente intimista, con breves
aportaciones de Perico, y en la que Pablo Martín alterna
en su contrabajo dedos y arco. Gerardo se funde con su guitarra,
gigante… Las palmas de Carmen, Jesús y Perico
invitan a la guitarra de Gerardo a intensificar el ritmo,
y para cuando aparece el solo de contrabajo, éste ya
es frenético. Los primeros vítores del público
aparecen justo antes del solo de Perico, que se limita a continuar
los mismos patrones utilizados por el contrabajo de Martín,
por medio del saxo soprano. Flamenco y jazz son primos hermanos.
Posteriormente, Carmen Cortés salta de su silla al
escenario, y con ella, el duende: El espectro musical enzarzado
en una misma lucha que anima a la Cortés a realizar
un espléndido ejercicio de taconeo, levantando al respetable
de sus butacas de puro goce.
Jesús Méndez y Carmen Cortés se retiran
del escenario y Gerardo comienza solo su tema “Trafalgar”.
Se establece un diálogo musical entre los cálidos
fraseos de la guitarra y el arco del contrabajo, el cual entona
melodías semejantes al sonido de los barcos cuando
zarpan, de las gaviotas cuando vuelan… Puro Cádiz
de un jerezano que mira hacia sus raíces, como es Gerardo
Núñez. El Cepillo y su cajón se unen
al tema y da una magistral lección sobre la forma de
extraer infinidad de sonidos a este, a simple vista, austero
instrumento. Marcando el ritmo con las manos y utilizando
en ocasiones el tacón de su pie derecho para conseguir
que el sonido del cajón se torne sordo, soltándolo
otra vez para que siga sonando metálico... Los aires
flamencos son sólo la excusa para que los grandes músicos
que están en el escenario desarrollen su inmenso potencial
creativo. Perico se une al trío y aporta a los pasajes
de flamenco puro las notas disonantes menos ortodoxas, que
casan a la perfección con el sencillo ritmo marcado
por la guitarra. Excepcional pasaje musical, de esos en los
que se aprietan los carrillos y se guiñan los ojos,
justo antes de explotar el aplauso.
La aparición en escenario de Carmen Cortés
y Jesús Méndez supone un punto de inflexión
en el espectáculo. Pablo Martín vuelve a imitar
el sonido de las gaviotas mientras Carmen se transforma con
la danza como medio. Surge la voz de Jesús Núñez…El
teatro se hechiza del embrujo de la bailaora. Gerardo, Perico
y compañía la empujan con alevosía y
la luz se hace en el escenario en un final apoteósico.
Sin duda, el solo más logrado de un Perico contenido
en exceso, hasta el momento. Ya no volvería el saxofonista
a alcanzar esos niveles en todo lo que restaba de concierto.
Quedaron solos en escena el Cepillo y Pablo Martín
y el percusionista volvió a realizar una exhibición
de percusión, y el contrabajo se unió dando
muestras de una perfecta comunión entre ambos instrumentistas.
Animado, el Cepillo dio un salto de su cajón y se fue
corriendo a tocar directamente en el cuerpo del contrabajo,
éste sin parar de tocar… Espectacular.
Y mira que Perico tuvo la ocasión de redondear, porque
inmediatamente después quedaron solos en el escenario
el cantaor y el saxofonista, pero la voz de su instrumento
no tuvo el calado comparable a la del cantaor. Se acercaron
al público y Jesús, sin micrófonos de
por medio, cantó dos martinetes que me hizo lamentar
que Coltrane no hubiese conocido este palo flamenco…
Le habría encantado. Perico hacía sonar su instrumento
como lamentos generados por duquelas, y el negro cantándole
a los blues y el gitano en la fragua se daban la mano otra
vez.
Carmen saltó de nuevo al escenario, ahora con un vestido
rojo intenso (era el tercero de la noche) y con ella el conjunto,
que se arranca con otra soleá por bulerías que
la bailaora se encarga de hacer gloriosa con su arte, y la
bulería posterior, dedicada por Gerardo Núñez
a todos los aficionados al flamenco y al jazz de Granada,
se torna frenética en el punto en el que los artistas
animan y gritan a Perico para que se lanze en su solo a la
aventura del “jazz por bulerías”, Carmen
Cortés taconeando a un ritmo exageradamente rápido,
casi lanzándose sobre Perico cuando ésta termina
por sentarse…Y Jesús Méndez salta al escenario
a cantar, de nuevo sin micros, bailando también y el
público aplaudiendo la potencia de la voz de este joven
de 20 años, y cerrando el tema y la velada.
Un aclamadísimo bis y unos músicos que estaban
deseando hacerlo, porque se dejaban desear y el disfrute era
patente en sus rostros. Cuando hay ganas, se nota, y se agradece.
Comienza de nuevo Gerardo solo, de nuevo hipótico…Se
unen de nuevo los músicos y Carmen en el centro del
escenario, se transforma en garza mediante la danza flamenca,
postrada en su silla, incluso. Y finalizan el bis con aires
latinos con el cajón haciendo de las suyas… Un
espectáculo formidable.