Comentario: Randy Weston
venía por segunda vez a Granada (ya estuvo en la edición
del año 2000 acompañado por el flautista Talib
Kibwe), y en esta ocasión con los ritmos africanos de
su trío. El conjunto ofreció un espectáculo
en el que lo africano se nos mostraba de manera claramente diferente
a lo que habíamos presenciado en la noche anterior con
el Art Ensemble Of Chicago, con una marcada influencia monkiana
que acompañó al pianista (hasta en tamaño
se asemejaba al gran Thelonious...) durante toda la noche.
La forma de tocar de Weston percutiendo las teclas del piano
en principio resultaba atractiva, sobre todo en consonancia
con el modo en que golpeaba Alex Blake su contrabajo. Pero
el uso hace el abuso, y en eso se convirtió la velada
musical, especialmente por parte del contrabajista, que estuvo
toda la noche tocando el contrabajo de la misma forma. Hacía
de su instrumento una caja de resonancias donde tocaba por
medio de quintas y de forma rapidísima la estructuras
musicales que le eran guiadas por las manos de Weston, y a
ese carro de percusiones realizadas por instrumentos que no
son de percusión, se subía, como buenamente
podía, Neil Clarke y sus, permítanme la repetición,
percusiones.
¿Excesivo afán de protagonismo? ¿Imperiosa
necesidad de “africanizar” el sonido de un contrabajo?
¿Órdenes “de arriba” ( o sea, de
los dos metros de Randy Weston...)? No sabría explicarles
con certeza a qué se debió ese derroche de rasgueo
de cuerdas por parte del contrabajista, pero a mi, personalmente,
no me cuadró. El público asistente aplaudía
cada sesión por parte de Blake, que en cada tema reivindicaba
por medio de su solo esa poco ortodoxa forma de tocar, sin
embargo entiendo que ello se debía más al carácter
espectacular de dichas interpretaciones que a la calidad musical
existente en las mismas. No podía evitar acordarme
de los guitarristas que abusan del tapping, o de los bateristas
que abusan de los redobles, o de todo ese conjunto de respetables
músicos que son tenidos en mayor consideración
en tanto en cuanto su velocidad ante su instrumento aumenta
por encima de la media ponderada. Pero es una humilde opinión
de quien escribe estas líneas, que no es músico
y que, seguramente, esté muy alejada de la realidad.
O tal vez no.
La cuestión es que cada interpretación del
trío de Weston fue muy similar a la posterior, y así
sucesivamente, quizás por esa reiteración de
la técnica elegida en la interpretación de cada
una de las piezas. Neil Clarke no estuvo muy acertado globalmente
en sus intervenciones, y Randy Weston fue el que con su técnica
pianística y sus referencias a Ellington o al ya citado
Monk aportaba al conjunto la estructura necesaria para que
aquello no se cayera por su propio peso.