Comentario: Aparentemente,
de una manera similar a la del noruego Jan Garbarek (de quien
se podría decir que ha ejercido cierta influencia sobre
la obra de Paxariño), los sonidos del músico que
se presentó la semana pasada en el Café Central
se fueron alejando del jazz para explorar el vasto territorio
de los ritmos populares tradicionales, aunque en este caso sobre
un área geográfica bien distinta, amasando un
corpus en el que podría verse todo un homenaje al mar
Mediterráneo como encuentro de culturas. Así parecerían
atestiguarlo discos como “Perihelión” u “Ouroboros”,
de donde Javier extrajo casi la totalidad del repertorio que
manejó en esta serie de conciertos.
Pero hablar de un alejamiento del jazz en el
caso de Paxariño, no sería del todo preciso,
ya que en realidad sólo nos estamos refiriendo a uno
de los proyectos artísticos de un músico siempre
ávido de nuevos horizontes que, por otra parte, conserva
en su lenguaje -incluso en este contexto como es lógico-,
indelebles huellas jazzísticas que son de agradecer.
© Pablo
Neustadt 2006
El concierto abrió con una delicada y breve introducción
de piano y flauta, a cargo de los dos grandes protagonistas
de la noche. Lo que parecía que iba a ser una versión
del Concierto de Aranjuez, estalló de inmediato, convirtiéndose
con la incorporación del resto de los músicos,
en la vibrante “Ciudades de Arena”, composición
con ritmo de tanguillo dedicada a los pueblos subsaharianos,
en la que Paxariño y Moisés Sánchez comenzaron
a dar muestras de su impresionante versatilidad.
A continuación, “Alas de Céfiro”
trajo aires orientales y “Las visiones de Abulafia”
buceó en el siglo XIII y en los encuentros entre músicas
sefarditas, magrebíes y cristianas (algo que no debería
extrañarnos tanto viniendo de un granadino inquieto
como Javier). Todo, con una cálida espiritualidad que
por momentos nos hacía pensar en Coltrane.
En la siguiente parada de este viaje musical, el sonido de
una vieja locomotora poniéndose en marcha introdujo
la más terrenal y festiva “Días de júbilo”,
que con su ritmo de seguidilla entusiasmó de tal manera
a Paxariño con su saxo, que su delgada figura parecía
estar a punto a levitar.
De esta interpretación extravertida pasamos a uno
de los momentos más interesantes de la noche: un inspiradísimo
dúo de piano y saxo soprano, en el que Paxariño
y Sánchez tuvieron más espacio para improvisar
a gusto.
El grupo volvió a reunirse para interpretar “Puerta
de agua”, un canto al Mediterráneo, que Javier
quiso dedicar al guitarrista flamenco Víctor Monje
“Serranito”, presente en la sala. Paxariño
volvió a ofrecer unos estupendos solos de flauta en
una composición verdaderamente luminosa que cerró
la primera parte de la actuación.
En la reanudación, la temperatura continuó
subiendo con temas como “Danza circular”, de inspiración
valcánica o “Meseta imaginada”, con unos
ardientes solos de saxo.
No fueron ajenos a este creciente despliegue de energía
la incorporación de dos músicos invitados: Faín
S. Dueñas (director musical de Radio Tarifa), de brillante
protagonismo con los ritmos magrebíes que marcaba su
darbuka, y Nono García, guitarrista flamenco que en
el mundo del jazz compartió proyectos con Chano Domínguez,
Javier Colina, Jorge Pardo y Guillermo McGuill entre otros.
La agrupación continuó dando muestras del variado
colorido que la caracteriza con las texturas de Paxariño,
el cistro y la zanfona de Carlos Beceira (integrante de La
Musgaña), el ‘tapping’ de Alain Piñeiro,
los teclados camaleónicos de Sánchez y la muy
correcta base rítmica de Carlos Ibáñez
y Jorge Suárez “Canario”.
En los dos últimos temas el concierto llegó
a su clímax y arrancó los mayores aplausos de
la noche tras un repertorio perfectamente trazado. “Hombres
de las montañas”, dedicada al pueblo kurdo e
“Issabari”, de ritmo subsahariano, sacaron a relucir
lo mejor de los músicos, con algunas ráfagas
de jazz libre que exprimieron al máximo las teclas
apasionadas de Moisés Sánchez y la capacidad
para improvisar de Paxariño que, en este último
tema especialmente, redondeó un espectacular homenaje
al maestro John Coltrane.
¿”Nuevas músicas”? ¿”Etnojazz”?
¿”World music”? ¿”Folclore
mediterráneo de vanguardia”? Tras disfrutar de
un concierto así, ¿a quién se le ocurre
pensar en etiquetas?
Sergio Zeni