Comentario: Presentación
del trío de Chano Domínguez en estas XI jornadas
de jazz de la UPM; como en la jornada precedente, salida al
escenario con poco retraso sobre la hora de comienzo.
El primer tema es “Alegría callada”, perteneciente
a su álbum Imán (Karonte 2000) tras
lo cual, Chano toma el micrófono para dirigirse al
público y dedicar su concierto al crítico musical
Xavier Rekalde, fallecido en fechas cercanas.
Una vez más, Chano demuestra que no sólo es
un pianista de jazz-flamenco, sino que va más allá
y que, apoyado en una técnica depurada y labrada a
base de esfuerzo callado, es capaz de obtener un estilo inconfundible
y reconocido por entendidos y hasta por profanos.
En esta ocasión el líder se vio bien cubierto
por la labor encomiable y sacrificada de Mario Rossy al contrabajo,
con un estilo fluido, desenvuelto y un buen sentido del ritmo,
el complemento perfecto por su solidez para empastar el trío.
Otro tanto podemos decir de Marc Miralta, un batería
ideal para los requerimientos de su líder y amigo.
Versátil como pocos en estas circunstancias y de probado
conocimiento del flamenco-jazz. Tuvo oportunidad de lucirse
en un solo con el que demostró el control que es capaz
de sostener, tanto en los arrebatos como en la pegada, y obtener
así un sonido nada pesado ni cargante, sino más
bien sutil, que le valió el aplauso unánime
del respetable. Y es que la actuación de hoy se hizo
para gustarse y gustar al numeroso público, que supo
premiar con sonoros aplausos el duende y el don de Chano.
De estos conciertos se saca la conclusión certera
de que el profano puede acercarse al jazz sin temor, pensando
que esta música no tiene por que ser de minorías,
sino que puede llegar a un amplio sector de la sociedad.
Y esta es la prueba: Chano es capaz de hacer asequible su
música y a la vez hacer perder el miedo, a quien lo
tenga, para cambiarlo por respeto, respeto se plasma en su
manera de interpretar, que a algunos puede recordar a unos
pianistas o a otros (personalmente creo que está mas
cerca de Bill Evans que de ninguno). Por fraseo sensible y
“femenino”, donde los dedos parecen acariciar
el teclado como un viento fresco que recorre las marismas
de su Cádiz natal.
Ese sentimiento demostrado en temas a piano solo, como “Alma
de mujer”, de su trabajo Hecho a mano, que
resultó ser un ofrecimiento mágico, un paseo
por los jardines Maria Luisa de Sevilla o un retumbar de tacones
de mujer en un tablao.
También hubo momentos a lo largo de la hora y media
de recital para demostrar el cariño y admiración
que siente por su progenitor, en temas como “A mi padre”,
“Oye como viene”, “Lola 2002”, o en
otros como “Mr. C. I.” dedicado a Camarón
de la Isla.
Con un bis final, que tanto esfuerzo costó a los allí
congregados, finalizó un concierto que gustó
y que aún dejó ganas para otra ocasión,
por los sonoros aplausos y vítores con que se obsequió
al trío.