Comentario:
Es una lástima que conciertos tan atractivos como el programado en el ciclo Palau Jazz XXI, despierten tan poco interés entre los aficionados. Los conciertos a piano solo son una disciplina siempre difícil, en la que el intérprete se enfrenta al reto de desplegar sin apoyo de otros músicos sus ideas y experiencias musicales.
El concierto a piano sólo de Ramón Valle, en riguroso acústico y con un Steinway de cola, sirvió al músico cubano para presentar el que es su último trabajo para el sello alemán ACT, Memorias.
A lo largo del recital el pianista cubano desplegó la mayoría del contenido de este trabajo, un repertorio basado en temas originales, y algunas composiciones del famoso compositor cubano Ernesto Lecuona, como “La Comparsa” o “Siboney”.
En el concierto relució el excelente artista que es Valle, el gran trasfondo que ha ido atesorando a lo largo de los años como músico y la aplicación de su experiencia a la música que interpreta y desarrolla. Lecuona ha sido en la carrera musical de Ramón Valle una figura de gran influencia, lo que se percibe en las interpretaciones, ya sea a través de las melodías perfectamente reconocibles o por medio del tratamiento tanto armónico como rítmico de los temas que despliega, lo que dejan entrever un conocimiento profundo y ante todo respetuoso del gran compositor cubano.
Pero a parte de las interpretaciones de Lecuona, en el concierto Valle interpretó temas propios, que en nada deben desmerecer, y que permitieron apreciar sus raíces cubanas, pero con un uso prudente de estas, sin abusar, sino en pequeñas pinceladas perfectamente dosificadas, juntos con elementos provenientes del campo del jazz o de la música clásica, un ejercicio estilístico de nivel y buen gusto que fue apreciado por el público asistente.
Señalar como único elemento negativo del concierto, el problema que se produjo con dos altavoces que se hallaban sobre el escenario, y que por razones desconocidas produjeron el acoplamiento de un ruido que pudo percibirse a lo largo de la mayoría del concierto. Esta especie de silbido llegó a ser tan molesto que varios espectadores abandonaron el recinto, y alguno de ellos protestó por esta circunstancia al final del mismo. Pero a pesar de estas circunstancias, ello no fue impedimento para disfrutar de una gran concierto y de un estupendo repertorio por parte del pianista cubano.
© Juan Carlos Abelenda, Tomajazz, 2006