Comentario: La segunda jornada
de conciertos del IX Festival Internacional de Jazz de San Javier
estuvo protagonizada por el grupo Tom Harrell Quintet, compartiendo
cartel con el guitarrista y cantante brasileño Toquinho.
Tom Harrell (Illinois,1946), tiene una extensa y dilatada
carrera en el mundo del jazz, su formación y desarrollo
como músico le llevó a formar parte de orquestas
como la de Stan Kenton (1969) y Woody Herman (1970), pasando
posteriormente por bandas como el quinteto de Horace Silver,
Lee Konitz (noneto) y el Phil Woods Quintet, antes de iniciar
su andadura como líder.
A pesar de arrastrar una grave enfermedad desde hace años,
Tom Harrell se mantiene como un grande del jazz y ha recibido,
recientemente, premios tan prestigiosos como el que otorga
la revista Down Beat.
Un concierto en la línea del mejor bebop, hard bop
y cool jazz, comenzaba a tomar forma y daba paso a sonoridades
que invitaban a los allí presentes, algo más
de la mitad del aforo, a escuchar y reflexionar sobre la música
de este carismático trompetista, arreglista y compositor.
La ausencia de teatralidad de este grupo en el escenario
supone, por otra parte, una atención necesaria del
público hacia la música de Harrell, exenta de
ese fraseo banal y lleno de florituras al que nos someten
algunos músicos, que más que crear y transmitir
con su música, lo que hacen es reinterpretarse a sí
mismos y no evolucionar como músicos. El fraseo de
Harrell en los solos es explícito y conciso, dando
las notas justas para crear un clima de tensión o bien
de relajación, dependiendo de la estructura del tema
y de lo que quiere transmitir al oyente.
El quinteto de Harrell cuenta con una base de piano, contrabajo
y batería adaptados perfectamente a las exigencias
rítmicas y armónicas que requiere el repertorio.
Lo importante aquí es la música en sí,
cómo suena la banda, los clímax musicales que
alcanzan gracias al lirismo melódico de Harrell, la
fuerza y expresividad del joven saxofonista que le acompaña,
Wayne Escoffery, que sustituye a Jimmy Greene. La base armónica
del pianista, Danny Grissett, que también demostró
en sus solos la calidad y el buen hacer en el más puro
estilo del hard bop. Destacar, cómo no, la labor del
contrabajo, Ugonna Okegwo, en perfecta interacción
con el pianista y la aportación del joven batería,
Jonathan Blake, sutil y contundente a la vez.
La influencia en su música de trompetistas como Clifford
Brown y Chet Baker es notoria, pasando de la expresión
y flexibilidad del primero en los temas más rápidos,
a la elocuencia y serenidad de los fraseos de Baker cuando
se trata de baladas y temas a medio tempo. Alternó
trompeta y fiscorno, según fuese el estilo de la composición,
para conseguir diferentes matices de sonoridad y ambientes
adecuados a cada tema.
Tom Harrell se despidió de San Javier con un tema
standard, el único que tocó como homenaje a
Baker, “Like Someone In Love”, ya que todo su
repertorio está compuesto de temas propios, recopilación
de discos anteriores como Paradise, Time’s
Mirror o The Art of Rhythm, entre otros.
Harrell es una leyenda viva, un músico que evoluciona
con el jazz de nuestros días, un luchador nato que
demuestra un coraje palpable, tanto en su vida como en su
música. Éste fue un concierto, para terminar,
donde jazz y arte se conjugaron de manera reveladora sobre
un escenario.