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VII FESTIVAL DE SOTO DEL REAL,” MÁS JAZZ”
2006
Fotografías: © Dog Production, 2006
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Comentario: Esta séptima edición
de Más Jazz ha estado marcada por la figura de Duke
Ellington, lo que propició que en el concierto de Vlady
Bas su música estuviera presente, sobre todo al interpretar
el reconocido y afamado “Caravan”. Tema en el
que tuvimos la oportunidad de disfrutar de la presencia de
José Luis Gutiérrez al saxo alto, y de Gilad
Atzmon, que destacó con un solo que nos hizo presagiar
lo que más tarde pudimos disfrutar.
También sería injusto no mencionar el esfuerzo
de Vlady en cada una de sus intervenciones, en las que demostraba
su categoría de músico con estilo y personalidad,
al que no amedrentan ni la enfermedad ni los años.
Y que decir de su herencia, en forma de musa del jazz, cantante
de estilo y personalidad de ébano, que maneja su voz
como instrumento de viento o como suave caricia.
No puedo pasar por alto la entrega de una placa en reconocimiento
a la trayectoria de Vlady por parte de la Asociación
Cultural Corazón Partío -organizadora del festival-
ni tampoco olvidar la entrega de una escultura por parte de
la A.I.E.
En resumen, grandes dosis de emotividad y sentimiento a flor
de piel, en un más que merecido homenaje a una figura
de nuestro jazz primigenio, al que no pudieron, ni quisieron,
dejar de asistir importantes y primeros “espadas”
del periodismo del jazz de nuestro país, entre los
que se encontraban Juan Claudio Cifuentes,”Cifu”,
Chema García y Alejandro Reyes.
Tras un descanso para reponer fuerzas y asimilar ideas, salió
al escenario el cuarteto de Gilad Atzmon, un músico
que conquista al público desde sus primeras intervenciones,
con un sonido claro, definido, rotundo, fluido, impactante
y directo, que llega con facilidad a pesar de lo complejo
de sus maneras. No se le puede negar la inteligencia para
manejar un cuarteto que a penas había ensayado el repertorio
y cuyos músicos parecen tan diferentes: Sarmiento es
un pianista de clara vocación “femenina”
a lo Bill Evans; “Sir Charles”, un batería
versátil como pocos, cuyas colaboraciones van desde
el jazz mas tradicional al mas vanguardista; y, por último,
Baldo Martínez, un músico vanguardista y europeo;
y es con este último en el que vimos mayor afinidad
con Gilad por su probada y premiada heterodoxia.
Porque Gilad domina por igual el saxo alto y el clarinete,
con excelentes sostenidos, bajadas y subidas de tono que dejan
sin aliento en cada una de sus improvisaciones. Improvisaciones
en las que aparecen, como si de un collage se tratara, fragmentos
de temas de cualquier estilo o procedencia, desde la “Pantera
Rosa”, “Sonrisas y Lágrimas”, “Strangers
in The Night” o pasodobles de nuestra fiesta nacional,
convirtiendo su música en una infinita fuente de sorpresas.
No faltaron a la cita, no obstante, standards como “Autumn
Leaves” o “My Funny Valentine”-con el que
terminó el concierto- que administró con precisión
matemática, hasta el punto de utilizar solos a capella
con el saxo alto, o propuso dúos de clarinete y piano
con Pedro Sarmiento, donde no faltaron ni la melodía
ni la armonía .También hubo estudios de música
de cámara que nos llevaron a reminiscencias de compositores
rusos, como Rimsky-Korsakov. Pero también a dúo
con Baldo, en una combinación de estéticas opuestas,
pero conjugables, espontáneas y sinceras, cada uno
en su sitio y ambos en los dos. Y en trío, donde Gilad
dejó hacer a quienes también saben, Baldo, Sarmiento
y “Sir Charles”, lo que indica que, a pesar de
ser un líder natural, de personalidad arrolladora,
es capaz de democratizar su grupo.
Pero fue con el cuarteto cuando se alcanzó el momento
más incendiario, protagonizado en un primer instante
por Gilad, con su saxo alto angustiado y estresado; y por
“Sir Charles”, en una paradójica batería
de vértigo y terciopelo, al que acompañaron
después el “efusivo” contrabajo de Baldo
y el piano de Sarmiento,- para completar el combo-, sacando
del público “palmas de brasas incandescentes”.
Público, que se marchó a casa con la satisfacción
emotiva en el corazón de haber homenajeado a una leyenda
viva del jazz como Vlady y haber disfrutado de la inteligencia
de Gilad Atzmon, alimento del intelecto.
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