Comentario: El grupo Tándem,
nacido en los ya lejanos años ochenta y formado en Madrid,
se movieron en su día por clubes como Clamores o el Central,
e incluso llegaron a tocar en el San Juan Evangelista, el popular
“Johnny”. Desaparecieron en la década de
los noventa y volvieron en los dos mil, para estar presentes
en los festivales de Soto del Real, Ciempozuelos y en localidades
del entorno de Madrid como Buitrago.
Es precisamente en este año 2006, cuando por fin se
aventuran en la grabación de su primer trabajo, Ongoro
que con tanto esfuerzo y cariño presentaron en
el “Nuestra Señora de África” ante
el numeroso, variopinto e impaciente público que se
congregó, para disfrutar de una velada inolvidable
tanto para los unos como para los otros.
Tras 25 minutos de espera, salieron a escena y, sin mediar
palabra (como si un gusanillo recorriera sus estómagos),
comenzaron a tocar “007”, un tema que bien podría
haberse elegido como single, por su melodía
y aires latinos, y que sirvió para enganchar al respetable
desde el principio.
De igual manera fueron sonando todos los temas del programa,
entre los que se encontraba “Lila”, en el que
el lucimiento de Lorenzo Solano fue de lo más destacado
con un precioso y preciso solo de flauta, al que secundó
Jorge Lafuente, al contrabajo. “De Mimbre”, “Buenos
Modales” y “Rosa Palo” también formaron
parte del programa, todos ellos incluidos en su disco Ongoro
(“lagartija” en lenguaje africano fang).
No obstante, no sé si de forma conciente o inconsciente,
pero lo que realmente se esperaba, era el tema central del
disco: composición de corte africano, este “Ongoro”,
se presta con facilidad para la improvisación y las
percusiones coloristas del pernambucano Carlos Mankuzo, (que
incluso aportó un berimbau, instrumento brasileño
de percusión y cuerda), o para la belleza serena del
saxo soprano de Lorenzo Solano, que sin quererlo recordó
intensamente a Jan Garbarek, sobre todo en alguno de sus giros
melódicos.
Pero quizás la sorpresa de la noche vendría
de la mano de un tema no incluido en el álbum que se
presentaba, su título: “Mocuru Mandyim”
(“golpeando el agua”) y que a buen seguro supondrá
un adelanto de lo que será su próximo trabajo
(que se presupone de corte más africano) sobre todo
si se incluyen instrumentos como el didgeridoo (paradójicamente
de origen australiano). Dicha composición se interpretó
con fluidez y excelente empaste entre todos los miembros,
llegando reminiscencias de otros grupos ya lejanos en el tiempo,
como Osibisa.
Para Tándem éste era su gran día y la
verdad es que no defraudaron a nadie. Puede que no sean unos
virtuosos, pero sí son inteligentes a la hora de gestionar
sus composiciones y de repartir tareas de forma breve y concisa,
alcanzando momentos de gran belleza, con un sonido limpio,
sincero y sencillo, que les da una personalidad propia, y
que supieron agradecer de forma rotunda, y por aclamación,
todos aquellos que se acercaron a disfrutar de un combo que
es capaz de llegar a profanos y a entendidos.
Con el bis “La Mañana” se cerró
la noche, que a buen seguro costará olvidar a los emocionados
y felices Tándem.