Comentario: Dentro del programa de actividades del XXIII Festival de Jazz de Madrid, el Centro Cultural Nicolás Salmerón ofreció el primero de sus conciertos gratuitos con un programa de lujo, nada menos que el trío habitual de Marc Copland junto a Tim Hagans, es decir el mismo cuarteto que registró
Beautiful Lily, el último disco a nombre del trompetista, con la excepción del encargado de sentarse a la batería, ya que en el álbum fue Bill Stewart quien cubrió ese puesto.
Fue precisamente con una de los temas incluidos en Beautiful Lily que el grupo abrió el concierto, “Space dozen” de Tim Hagans. Tras una breve introducción cargada de misterio a cargo del trío, el trompetista lanzó su primer solo, una sucesión de relámpagos que centellearon en la noche dibujada por un piano que destilaba suspense. Luego Copland, Gress y Rückert, sin abandonar ese clima casi de thriller, dieron una muestra de su perfecta sintonía antes de volver a darle la palabra al metal candente de Hagans.
Continuaron con “Sweet Peach Tree”, composición de Copland que puede escucharse en su reciente Modinha, un tema cargado de swing, con raíces en la célebre “Sweet Georgia Brown”, que volvió a dar muestras de la versatilidad del pianista de Filadelfia. El cuarteto fue pura energía, destacando especialmente un gran momento a dúo entre Hagans y Rückert.
Con “Spartacus Love theme”, composición de Alex North frecuentada por Bill Evans e incluida en el estupendo Some Love Songs de Copland, llegó el momento que muchos estaban esperando: Copland en uno de esos soliloquios exquisitos en los que su sonido es pura poesía. Su inspiradísimo preludio a piano solo nos tuvo sobrecogidos, rogando que se prolongara más y más. Gress y Rückert entraron en el momento preciso, y cuando la vibrante trompeta con sordina de Tim comenzó a jugar sobre el piano sincero de Copland, los ecos Miles y Bill Evans parecían volver a encontrarse sobrevolando la sala.
La enérgica “Doyle’s foil” de Copland marcó el regreso del cuarteto al material de Beautiful Lily, con destacados solos de Hagans y de un Jochen Rückert que se mostró muy seguro e imaginativo durante toda la noche.
Inspirada en un texto de Jean-Paul Sartre sobre el colonialismo, la oscura “The Sun At The Zenith” está marcada, según contó el pianista, por el desasosiego que le produjo la reelección de George Bush hace dos años. Sobre la atmósfera angustiante del trío, la trompeta del de Ohio dibujó su lamento como si en su soplo viajaran las palabras del filósofo francés: “Hoy el sol cegador de la tortura está en su cénit…”.
En “Buck eyes”, compuesta por el trompetista, Hagans –como durante toda la presentación del cuarteto– se exigió al límite de sus posibilidades (e incluso más allá de éstas) y el resto del grupo volvió a enseñar ese swing arrollador de los grupos que ya parecen entenderse de un modo telepático.
Tras el bis, con unos brillantes solos de Hagans, el cuarteto se marchó aplaudido, aunque no con todo el calor que su trabajo mereció. Hay que tener en cuenta que para una buena parte del público éste quizá haya sido su primer concierto de jazz. Ojalá este iniciativa del Nicolás Salmerón sirva para que nuevos aficionados comiencen a disfrutar de esta música. De ser así, siempre agradecerán haber tenido este bautismo jazzístico de altos vuelos.
