Comentario: La expectación en Madrid para ver al quinteto de Dave Holland en el Colegio Mayor San Juan Evangelista era enorme. Sin duda la propuesta merecía la pena y así lo entendieron los aficionados que no fallaron en tan señalada ocasión. El contrabajista y compositor Dave Holland, que ha cumplido recientemente 60 años, tiene uno de los historiales más deslumbrantes del jazz contemporáneo. Comenzó a merecer la atención de la crítica y el público durante su estancia, en los años setenta, en el grupo de Miles Davis. Su prestigio siguió aumentando cuando, junto a Chick Corea -otro miembro de la banda de Davis-creó el grupo Circle. La trayectoria posterior siguió siendo brillante y fue aclamado por la crítica y público, en sus actuaciones y grabaciones, ya fuera como acompañante de lujo o como líder de diferentes formaciones. En 1997 formó su actual quinteto, “una de las joyas del jazz mundial”, como lo ha definido el New York Times. Desde entonces esta formación ha cosechado numerosos premios otorgados por revistas tan prestigiosas comoDown Beat y reconocimientos de la Asociación de Periodistas de Jazz de Estados Unidos.“Cuando toco”, ha dicho Dave Holland, “trato de ofrecer a todos las cosas que he aprendido y todo lo que forma parte de mi experiencia. Represento todo esto en la música que interpreto”.
Con estas inmejorables referencias se presentó el quinteto de Dave Holland para clausurar, con broche de oro, el 25 Festival de Jazz de un abarrotado San Juan Evangelista. Como se suele decir, el “Johnny” estaba hasta la bandera para ver a una de las leyendas del jazz y su grupo, formado por músicos de una categoría fuera de lo común. A última hora se produjo la sustitución del vibrafonista Steve Nelson, enfermo, por el pianista Jason Moran. Una de las constantes de la carrera del contrabajista británico ha sido rodearse siempre de músicos con gran talento y ante esta contrariedad tampoco iba a hacer una excepción. Aunque el piano no se incluye habitualmente en esta formación, Holland recurrió a una persona de la capacidad de Jason Moran. El pianista tejano, que también manejó el Fender Rhodes, intentó cubrir los espacios destinados a Nelson y la verdad es que tuvo pocas oportunidades para hacerlo, pero cuando lo hizo, brilló a gran altura.
El quinteto de Dave Holland es una máquina perfectamente engrasada, en la que sus componentes demuestran una maestría fuera de lo normal y una habilidad especial para manejar los tempos con asombrosa precisión. A ello contribuyen las composiciones y los arreglos de Dave Holland, a quien, desde su posición central en el escenario, le basta con la mirada para dirigir a cada uno de sus compañeros.
El concierto comenzó con uno de sus temas ya clásicos, “The Balance”, que formaba parte del disco Points of View (1998). Los instrumentos de viento comenzaron el tema, con Potter al soprano y enseguida el resto de la banda respalda al unísono. Pronto llegó el primer solo de la noche a cargo del trombonista Robin Eubanks que empezó a hacer las delicias del público. Su intervención se alargó con desgarros y rugidos arrebatadores. El resto de la banda le siguió, con Dave Holland moviendo los dedos a gran velocidad y el batería apoyando con fuerza. Empezaron a sonar los primeros acordes de Jason Moran, al principio de una manera tímida, como si se estuviera reservando para más adelante. Y Dave Holland ofreció su primera demostración de la noche acompañado del batería. Sus notas empezaron a volar con la suficiencia y la maestría que le caracterizan. Su soltura y sabiduría causaron admiración en el público, que guardó un silencio casi sepulcral. De nuevo, los instrumentos de viento dialogaron y Nate Smith realizó un solo de batería de los que quitan el aliento. Se aproximaba un final arrebatador, con una nueva incursión de los vientos en los ritmos que abrían el tema, hasta que éste se desvaneció con el saxo soprano de Chris Potter y el trombón de Eubanks, dibujando estelas en el aire.
El siguiente tema, “Full Circle”, es una composición de Robin Eubanks, incluida, como las dos siguientes en su último trabajo, Critical Mass (2006). Fueron Robin Eubanks y Dave Holland quienes comenzaron al unísono hasta que se fundieron con el batería y el piano. El saxo soprano se incorporó y, rápidamente, se sumó Jason Moran que, a trío con el batería y el contrabajo, mostró su fácil adaptación al grupo. Chris Potter ofreció un nuevo solo de impresión, ya con su tenor plateado, demostrando por qué se convirtió, con 29 años, en el músico más joven en ganar el Jazzpar Prize, galardón que se otorga en Dinamarca y que constituye el mayor trofeo que puede obtener un músico de jazz en Europa. Robin Eubanks tomó el relevo con un nuevo solo, aportando toda la potencia de pulmones que es capaz de proporcionar al trombón, al que exprimió hasta sus últimas posibilidades. La banda se fundió al unísono con el "riff" inicial y así culminó una composición que provocó que las palmas del público echasen humo.
La tercera pieza de la noche, “Secret Garden”, comenzó con un tempo muy lento. Nate Smith empuñó las mazas con las que acariciaba las cajas y los platillos. Mientras, Dave Holland con la elegancia que le caracteriza volvió a deleitar con unas notas certeras. De pronto, intervino Chris Potter que, con un ritmo con ciertas influencias orientales, hipnotizó al público. El tema prosiguió con unas delicadas pinceladas de Jason Moran y Potter siguió con sus ritmos iniciales, hasta que comenzó a desarrollarlos con agudos fraseos. Grandes aplausos para el de Chicago. Solo de Dave Holland acompañado por el batería, que tocó una de las cajas con las manos y, de pronto, llegó uno de los momentos cumbres de la noche: una demostración magistral de Holland que retorció las cuerdas hasta extraer un sonido limpio en cada una de ellas, realizó medios "pizzicattos" y, en un par de ocasiones, un recurso técnico de arrastre de armónicos de quitarse el sombrero. Entre aplausos, volvieron a entrar los instrumentos de viento exponiendo de nuevo el tema, que acabó de una manera pausada.
Con el público metido en el bolsillo, el quinteto interpretó a continuación el tema “Vicissitudes”, compuesto por Chris Potter. Fue otro los mejores momentos de la noche con un espectacular comienzo de la banda a todo gas, que acometió un pegadizo y alegre ritmo. Potter se enfrentó a un nuevo solo con fraseos alargados, con la máquina rítmica funcionando a pleno rendimiento. Jason Moran asumió el protagonismo por primera vez y ofreció un extenso solo lleno de notas disonantes con técnica percusiva. Fue el único momento en que se pudo lucir al piano. De repente, se produjo un mano a mano entre la batería y el contrabajo. Nate Smith volvió a estar soberbio con los platillos y las cajas. La entrada de los instrumentos de viento se produjo en los momentos culminantes siempre de manera triunfal, poniendo la guinda al pastel, entre los merecidos aplausos del público. El quinteto saludó, se retiró, pero el respetable quería más y los protagonistas no tardaron en volver a salir. El concierto se acercaba ya a la hora y media de duración con los únicos cuatro temas que habían interpretado, lo que da buena idea de la densidad de los mismos.
Para terminar, llegó una de las joyas del grupo, “Prime Directive”, una magnífica composición de Dave Holland, incluida en el disco del mismo título publicado en 1999. Los instrumentos se intercalaban hilvanando una auténtica fiesta de sonidos, acentuados por la dirección de un Dave Holland inmenso. Llegó el primer solo con Chris Potter, Robin Eubanks pisándole los talones y todo el grupo a pleno rendimiento. Una orgía de sonidos, de una belleza tal que es casi imposible encontrar hoy en día. Potter y Eubanks realizaron dúos que eran auténticos retos. Y, en esas, llegó Jason Moran que se marcó con el Fender Rhodes un solo de primera, con Holland y Nate Smith apoyando al máximo. El grupo retomó los acordes iniciales y el diálogo de instrumentos de viento se prolongaba, decaía, renacía, las baquetas y los platillos de Smith se estremecían. Los dos solistas se recrean y parece que no quieren parar, como si quisieran decir “y esto continuará”. Una lástima que terminara, porque el público estaba dispuesto a seguir otra hora más de concierto. Caras de felicidad a la salida. El quinteto de Dave Holland es de los pocos grupos que no cansan, que uno podría escuchar hasta el infinito. Su brillantez, profesionalidad y maestría le hace merecedor del título de mejor quinteto de jazz del mundo. La mejor actuación de todo el Festival de Jazz de Madrid. Los músicos demostraron estar en plena forma y el “Johnny” tuvo el acierto de subirlos a su escenario. Una actuación para recordar y enmarcar en el corazón.