Comentario: El arte de no cantar. Con esta frase se podría definir la presentación de la cantante Madeleine Peyroux en el Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Con cierta expectación se esperaba la actuación de esta cantante, a tenor de los diversos trabajos publicados, como quedó reflejado en una muy buena entrada de público.
A la hora de realizar una crítica acerca de la actuación de un cantante (masculino o femenino), siempre se enfatiza en las aptitudes para desarrollar sus calidades; pero en el caso de Madeleine Peyroux lo llamativo de sus facultades y lo más reseñable es lo poco que canta.
Esto se pudo apreciar perfectamente en el concierto que ofreció en el Palau de la Música, y que le sirvió de presentación en la capital catalana. El concierto se configuró a base de temas a medio tiempo y baladas, que fueron desgranados con una voz con ciertas reminiscencias a Billie Holiday, en ocasiones con cierto aire cansino y en un registro contenido que no derrochaba facultades vocales y que tenía perfectamente estudiado.
Peyroux demostró ser una consumada especialista en la interpretación de baladas, aunque un concierto conformado en exclusiva por este tipo de repertorio corre el riesgo de que convertirse en un ejercicio soso y aburrido, que es como acabó el concierto en Barcelona. Este ejercicio estilístico deja entrever de alguna forma ciertas limitaciones vocales que hicieron dudar de la calidad de Peyroux, y que plantean la duda de saber de hasta dónde es capaz de llegar esta cantante.
© 2006 Juan Carlos Abelenda