Comentario: Hoy por hoy la formación que lidera Maria Schneider es una de las mejores orquestas, aunque bien mirado (o mejor dicho escuchado), la etiqueta de orquesta como tal se antoja pequeña, pues bien podríamos señalar que nos encontramos ante una perfecta máquina de hacer música, en su acepción más amplia posible.
El razonamiento anterior es fruto del “exquisito y delicioso” concierto que ofreció como clausura del 38 Festival Internacional de Jazz de Barcelona y que permitió apreciar la portentosa maquinaria musical que ha llegado a confeccionar Maria Schneider, ya sea por la elección de músicos que la acompañan, como por la concepción musical que despliega y lleva.
Schneider es un músico que tiene muy claras las ideas que quiere desarrollar y, para ello, se rodea de algunos de los solistas más brillantes que hay en la actualidad, con los cuales trabaja desde hace tiempo de forma regular; son, y por citar sólo algunos a modo de ejemplo, Steve Wilson, Richard Perry, Rick Margitza, Ingrid Jensen, el extraordinario e infravalorado Ben Monder o Gregory Hutchinson. Estos músicos desarrollan la música que compone Schneider con una soltura y una maestría tales que apenas se perciben los arreglos y las partituras que tienen delante, con unas brillantes aportaciones solistas y, en la mayoría de los casos, suculentas y ricas en matices interpretativos.
El resultado de la actuación del grupo, perfectamente dirigido por Schneider, fue una música fresca, aeróbica, con un extraordinario dinamismo musical. La música fluyó con total naturalidad, con una belleza exultante, digna de ser escuchada con sumo detenimiento. Además Schneider nos deleitó con una dirección atenta pero nunca empalagosa, siempre precisa, dejando la suficiente libertad a sus músicos para expresarse.
En definitiva, un estupendo concierto como cierre del Festival Internacional de Jazz de Barcelona, y del que ya esperamos su próxima edición.
© 2006 Juan Carlos Abelenda
