Comentario: El directo es
la clave. Casi en cualquier estilo, da siempre ese “extra”,
ese empujoncito que hace vibrar a la música más
intensamente. Y hablando de directo, debemos situar inmediatamente
el marco, pues no es lo mismo un concierto en un estadio, en
un teatro, en un club o en una playa. El escenario marca la
interpretación, y mucho mas en la música improvisada.
Todo esto viene al hilo del concierto del trío de
Dani Pérez en la Bilbaína Jazz Club el 8 de
marzo, un concierto en el que los músicos supieron,
a través del contexto en el que tocaban, compensar
sus defectos con afecto. Afecto reciproco entre banda y público,
transmitido en forma de distensión, de domesticidad
y de buen rollo, tocando como en casa, sin tensiones ni presiones.
El grupo, cuyos miembros están entre la elite de su
instrumento en nuestro país, no había podido
ensayar mucho debido a los numerosos compromisos de sus integrantes.
Por ello, enfocaron el concierto de forma tranquila, aprovechando
el ambiente que se respiraba en el club. Dani vivió
unos cuantos años en Bilbao y allí se habían
reunido amigos, aficionados y algunos guitarristas locales.
En ese entorno tan familiar, la música transcurrió
placida, sin muchos sobresaltos, con sonrisas y guiños
entre los músicos, y un público cálido
y relajado.
Los temas tuvieron todos una onda parecida, muchos originales
a partir de standards rearmonizados que se desarrollaron en
improvisaciones con una gran libertad, en las que los tres
músicos desplegaban todas sus armas. Teniendo en cuenta
que hablamos de música bastante compleja, hubo algunos
momentos de desconcentración en los que el conjunto,
diseñado para estar en permanente comunión,
se caía un poco, pero nada con importancia y menos
aun en el contexto en el que estábamos. La gente disfrutaba
y eso pesa sobre todo lo demás.
Individualmente, Pérez domina el fraseo de manera
pasmosa y construye esas improvisaciones tan características
en las que el solo discurre con naturalidad entre líneas
y constantes inversiones de acordes. Mengual, por su parte,
aglutinó durante todo el concierto los numerosos conceptos
que desarrollaba el trío; como solista empezó
algo frío, aunque en el segundo pase remontó
el vuelo y nos obsequió algunos momentos memorables.
Pero, a pesar de las excelencias de sus compañeros,
Xirgu resultó el protagonista de la noche, con una
pegada imparable y un drive absolutamente contagioso.
Desde el primer momento, empujó con fiereza y creatividad
al grupo, recordándonos a todos por qué es uno
de los mejores baterías que ha dado este país.
Así, entre complicidad y soltura, se fueron desgranando
“In Your Own Sweet Way”, renombrada como “Induráin”
en honor a Benet Palet, “On Green Dolphin Street”
convertida en “Iturribide Kalea”, el original
“Hipnosis” con ecos de Frisell, la versión
de Pérez del “Plaza Real” de Shorter e
incluso un original construido sobre un clip sampleado de
Chiquito de la Calzada. Todo con el desparpajo y la tranquilidad
de estar entre amigos, con un público entregado y una
noche de disfrute, sin más objetivo que tocar y pasarlo
bien.