Comentario: Para la escena jazzística madrileña es muy positivo que grupos como Tándem sigan manteniéndose en la lucha. Primero, porque la calidad individual de cada uno de sus músicos se merece ocupar un lugar destacado en el, por otra parte, estrecho panorama del jazz en Madrid. Y segundo, porque a base de constancia y muchas horas de trabajo, el grupo ha conseguido diseñar e interpretar una música atractiva, donde la claridad expositiva brilla en su conjunto, como ya quedó patente en el disco
Ongoro, editado el año pasado.
Con la referencia de su único trabajo publicado hasta la fecha, Tándem se presentó en el Teatro Buero Vallejo de Alcorcón. Un recinto que, bien por su acústica o por algún problema técnico, no iba a favorecer su música llena de matices. Así, en el primer tema de la noche "007", el exceso de graves, desdibujó un poco la interpretación de una composición pegadiza en la que se puso de manifiesto un cierto aire bop conjuntado con ritmos latinos, acentuados por la percusión de Carlos Mankuzo y los vientos de Lorenzo Solano y Cheryl Walters.
No obstante, el concierto fue ganando a medida que se sucedieron los restantes cinco temas que interpretó el grupo a lo largo de la noche. En "De Mimbre", pieza de la pianista Isabela de Aranzadi, ésta demostró sus buenas maneras en una agradable composición, donde Lorenzo Solano, en el saxo soprano, el guitarrista Andrés Olaegui (ex-Guadalquivir) y la propia pianista, todos con unos atinados solos, hicieron disfrutar al numeroso público, reacción que se volvió a repetir ante la pieza "Buenos Modales", compuesta precisamente por Olaegui.
El cuarto tema, "Ongoro", palabra que se traduce por lagartija en el idioma fang, introdujo un nuevo elemento en el concierto, como es la referencia a la música africana. Con el bajista y el percusionista poniendo las voces introductorias, el tema entró en un terreno lleno de matices coloristas, en los que el elemento percusivo fue tomando cada vez más protagonismo y la dulzura de los ritmos culminaron con un aire festivo de homenaje a la naturaleza. Música evocadora de gran belleza, donde la flauta y la voz femenina se intercambiaban en un cuadro bien dibujado.
La siguiente pieza, obra del saxofonista panameño, Jorge Sylvester, fue una tranquila balada donde la flauta, el piano y el contrabajo transitaron transportados en una balsa sobre aguas tranquilas.
El concierto culminó con un tema no incluido en su disco, llamado "Mocuru Mandyim" (batiendo el agua, de nuevo en lengua fang). Aquí sí, los ritmos africanos se elevaron en un primer plano, gracias a la actuación del brasileño Carlos Mankuzo y el saxofonista en línea ascendente con atrevidos solos, que dieron paso a una repetición de toques de bongos y tambores, intercalados con las voces de Isabela de Aranzadi. Final con intenso sabor a parajes africanos.
La música de Tándem destila claridad de ideas y bellos sonidos. Es un grupo bien engrasado y con buenas composiciones, conjunción sin duda debida a los muchos años que los músicos llevan interpretando juntos. Y es que en el fondo son como una gran familia, aman la música, tocan por gusto y afición y eso se nota en el ambiente que se vive en sus conciertos, lo que no es poco en estos tiempos que corren, donde no abunda precisamente la honestidad.
Texto: © Carlos Lara, 2007
Fotografías: © Javier Nombela, 2007