Comentario: Las luces tenues, las palabras calladas y los instrumentos hablan. El trío de Abe Rábade sobre el escenario, dispuesto a ofrecer lo mejor de sí en recuerdo al más grande pianista español de jazz de todos los tiempos, Tete Montoliú.
Con el tema "Esses", de Playing on Light –su último y aclamado trabajo– comenzó el concierto y, con él, mostró claramente el devenir del mismo, impregnando swing, cambios de tonos y variaciones rítmicas convincentes, que formaron un empastado tan fluido y ligero como sólido, sin fisuras y compacto.
Y es que, posiblemente, el galardonado pianista –premio Tete Montoliú 2001– haya alcanzado cuotas de sensibilidad superiores a anteriores trabajos con este trío y este disco. Para ello solo tenemos que fijarnos en temas como "Nómadas", una balada de sentimiento sereno y profundo, que cala por su melodía sencilla y, por el tratamiento de los silencios, que van creciendo en intensidad y técnica interpretativa.
Si en un primer momento las manos de Abe Rábade, son bailarinas de ballet, más tarde se transforman en martillos que golpean con contundencia y control, y que sirven al resto del trío para crear una atmósfera de concentración y respeto mutuo entre músicos y escuchantes.
Es en "Avalancha", donde encontramos intensidad, velocidad y pasión –hasta el punto que las gotas de sudor recorren la frente del pianista– cansando sus manos, que, a pesar de todo, recorren el teclado con avidez y precisión.
Desde lo mas alto a lo mas bajo, como si de una montaña rusa se tratara, del swing al feeling. Tonos que crecen o decrecen, equilibrando y moderando sin perder intensidad, neo-bop de alto ritmo que rara vez suena disonante y, que alcanza pleno entendimiento entre lo amable y lo agresivo.
"Montserrat" –homenaje a la que fuera pareja de Tete durante tantos años– y "Don't smoke anymore, please", son dos composiciones de Tete Montoliú que sirvieron para mostrar una vez más que la sencillez y la sobriedad son motivos suficientes para hacer jazz de verdad, sin tapujos, que mantuvo el interés del publico, que respondió con serenos y sobrios aplausos. Todo ello muy bien acompañado por el juego de luces, el sonido claro y equilibrado, y la proyección fotográfica –en blanco y negro– que recorrió desde la infancia de Tete hasta la madurez pasando por la adolescencia, mostrando a su vez la relación mantenida, con otros grandes músicos con los que tuvo el honor de tocar, como Chick Corea, Tony Williams o Dexter Gordon entre otros.
Para terminar no quiero olvidarme de los otros dos músicos integrantes del trío, que tanto individualmente como en grupo supieron estar a la altura de su líder, sin desmerecer en momento alguno, y aportando técnica fina y depurada.
Nelson Cascais y Bruno Pedroso conforman con Abe un grupo y no una suma de individualidades; y es más, me atrevería a decir que son los más adecuados de todos los que han formado el trío de Abe Rábade hasta la fecha.
En definitiva uno de esos conciertos que te dejan un buen poso de satisfacción, elegancia y tradición.