Comentario:
Organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento
de El Puerto de Santa María, con Eva Ponga en la coordinación,
y bajo el patrocinio de Ron "Santa Teresa" (Grupo
Osborne), se desarrolló en la ciudad gaditana de El Puerto
de Santa María el III Bahía Jazz Festival.
HORACIO FUMERO TRIO
© 2007 Sebastián Íñigo
El festival arrancó el jueves 19 con la intervención
del contrabajista Horacio Fumero en formación de trío,
con Albert Bover al piano y David Xirgu a la batería.
La noche prometía y no defraudó. Quizá
el sonido del piano sonó un poco escaso de volumen, puede
que fuese incluso por su ubicación en el escenario, pero
ninguna objeción más. Se iba a escuchar jazz en
su más pura esencia y eso fue lo que sonó.
El que fuera uno de los últimos acompañantes
de Tete Montoliu centró su intervención en un
homenaje a la figura del insigne pianista. Durante aproximadamente
hora y media de concierto, el trío de Horacio Fumero
realizó un recorrido por algunas de las composiciones
de Tete Montoliu, por algunas de las piezas que más
fueron del agrado del artista dentro del estilo bop,
así como por algunos de los músicos que más
influyeron en él: Thelonious Monk, Bill Evans y Miles
Davis, entre otros. De esta forma, y en el silencio de la
noche portuense, sólo alterado en una ocasión
por el estruendo de dos cazas que nos sobrevolaron camino
de la base de Rota, se pudo escuchar dos composiciones de
Tete Montoliu: "Don't smoke anymore please", tema
con el que comenzó el concierto, y "Jo vull que
m'acariciis", pieza interpretada a contrabajo solo por
Horacio Fumero, tal como hiciera en su álbum Desde
Barcelona, en un claro homenaje desde la intimidad a
su amigo y compañero Tete. Además, el trío
también interpretó el tema "Carancho",
de Horacio Fumero, del álbum "Contrabajeando",
pasando después al "In Walked Bud" de Monk.
Pieza ésta, por cierto, que Horacio Fumero interpretó
junto a Tete Montoliu en una actuación que junto a
Peer Wyboris realizaron en la Nova Jazz Cava en marzo del
97, a escasos meses de la muerte del pianista, actuación
que se recogió y posteriormente se publicó en
el álbum "Per sempre Tete". La actuación
se cerró, después de pasar por Miles y Evans,
y al filo de la medía noche, de la mejor manera que
inspiraba el momento: con el célebre "'Round Midnight"
de Thelonious Monk.
El publicó congregado en torno al trío del
músico de Santa Fé estuvo muy atento a la actuación,
arrancando en multitud de ocasiones en merecidos aplausos,
sobre todo tras los magníficos solos de David Xirgu
y Albert Bover, llevados de la mano de la inspiración
de un especialista en repartir juego y disfrutar y hacer disfrutar
de la música improvisada, lo cual propició dos
cosas: por un lado, la creación de una notable simbiosis
público-músicos; por el otro, que los tres músicos,
agradecidos por la acogida y los aplausos interminables que
recibieron tras la despedida, interpretaran dos piezas de
regalo que dejaron un buen sabor de boca a los asistentes
al Puerto de Santa María desde diversos puntos de España.
KURT ELLING
© 2007 Ignacio Estrade
El único inconveniente que presenta el festival portuense,
la falta de plazas de aparcamiento que sufre El Puerto de
Santa María en verano, especialmente en fin de semana,
y los consiguientes atascos, la actuación de Kurt Elling
se retrasó media hora sobre el horario previsto puesto
que aún quedaban asientos libres. No obstante, a las
once de la noche comenzó el concierto y el lleno era
absoluto.
Si el festival arrancó el día 19 con el "Don't
smoke anymore please" de Tete Montoliu, su clausura se
iniciaba con la petición de Kurt Elling, puesta en
conocimiento del público a través de la megafonía,
del deseo expreso del cantante de que no se fumase en el marco
del patio de la Bodega de Mora, al aire libre. Horacio Fumero
lo insinuó y el de Chicago lo prohibió sin ambages.
Con agrado o sin él, el público fumador lo acató,
y los poquísimos pitillos encendidos fueron desapareciendo
antes de que Kurt Elling subiese al escenario.
La actuación del cantante, escritor, y estudioso de
la filosofía se inició con la interpretación
de un tema tocado sólo por los músicos que esa
noche le acompañaban, que dejaron suspendidas en el
aire notas musicales que respondieron por si solas a la pregunta
de por qué estos músicos están acompañando
a uno de los mejores y más importantes intérpretes
de vocalese, sucesor de cantantes de la talla de
John Hendricks. Después de ese tema, y comenzando los
acordes de "My Foolish Heart", Kurt Elling apareció
en el escenario elegantemente vestido y con el pelo engominado,
cual estrella de cine, pero dispuesto a fijarnos –como
su gomina– en nuestros asientos con su poderosa voz,
educada desde los tiempos en que él cantaba en el coro
de la iglesia y perfeccionada posteriormente con estudios
de compositores clásicos como Bach.
Su actuación fue un recorrido por su último
álbum, Nightmoves, trabajo discográfico
que ha publicado en su nueva compañía discográfica,
Concord Records. Por tanto, su actuación fue un paseo
melódico por temas de Betty Carter ("Tight"),
de Antonio Carlos Jobim ("Luiza"), del recuperado
Michael Franks ("Nightmoves"), de Duke Ellington
("I Like The Sunrise"), y por piezas en cuya composición
ha intervenido el propio cantante: "The Waking"
y "And We Will Fly ", entre otras.
A excepción de un pequeño gallo que
se le escapó en una de las canciones, la modulación
de la voz de Kurt Elling fue perfecta, con un dominio absoluto
de los tonos, lo que propició que la actuación
estuviese en la línea de lo que se esperaba: buena
voz, buenos músicos, buena música. Además,
hay que reconocer que la expectación por ver actuar
a Kurt Elling venía alimentada por la crítica
especializada, la cual ha elogiado el último trabajo
discográfico del cantante hasta el punto de considerarlo
como el mejor de los discos publicados por Kurt Elling hasta
ahora. Y en él, evidentemente, tienen un importante
papel la seguridad que ofrece con su sonoridad y con sus arreglos
el pianista Laurence Hobgood, la elegancia estilística
del contrabajista Robert Amster y el virtuosismo del batería
Willie Jones III, las mismas formas que exhibieron en este
concierto. Desde luego, y después de escuchar nuevamente
los álbumes de Kurt Elling, coincido plenamente con
esa apreciación. No obstante, el disco es una cosa
y el directo es otra: por un lado, la extensa duración
de los solos –que hay que decir que fueron magníficos
y llenos de energía y sensibilidad– quizás
dilataron en demasía las canciones, perdiéndose
por momentos el hilo conductor de las mismas; por el otro,
después de escuchar el disco, no son pocos los que
se quedan con este más que con el directo, puesto que
si se trataba de presentar un nuevo álbum, allí
faltaron sobre el escenario una sección de cuerda y
otra de viento, auque fuese mínima, tal como aparece
en el disco. Estas serían las dos únicas objeciones
musicales al concierto. Hay una tercera, pero ésta
corresponde a una cuestión estética del concierto,
por decirlo de alguna manera, como fue la desafortunada posición
del cantante sobre el escenario en los solos de sus músicos:
cuando éstos empezaban a interpretar sus solos, Kurt
Elling se retiraba a un extremo del escenario o bien se volvía
de cara al público como quien busca a alguien determinado
entre tanta gente, lo cual distrajo la atención de
parte de la concurrencia, más centrada en ocasiones
a observar al cantante en sus poses que en atender a lo que
estaban haciendo los músicos. A más de uno se
le debió pasar por la imaginación el ofrecerle
un taburete y aconsejarle que permaneciese sentado al lado
del piano.
En todo caso, estuvimos ante uno de los grandes del vocalese,
ante una de las figuras más representativas del jazz
vocal actual, y, sobre todo, la de un músico que cada
día va a más, como se constata en su último
trabajo.
BAHÍA JAZZ FESTIVAL
En otro orden de cosas, con un publico tan ávido de
buen jazz como el que acudió esas noches al Festival
Bahía Jazz de El Puerto de Santa María, llegados
desde diversos puntos de España, y si los programadores
siguen en la línea marcada desde hace tres años
de ofrecer grandes conciertos con músicos relevantes
como hasta ahora, la consolidación del Festival Bahía
Jazz como uno de los festivales punteros del verano sureño
y, por extensión, del resto de España, es sólo
cuestión de tiempo. Tienen todo a favor para que así
sea, y por ahora lo están consiguiendo.