Comentario: La tercera jornada del Festival de Vitoria estuvo dedicada a los músicos españoles y a la fusión de distintos estilos con el jazz.
El armonicista Antonio Serrano inició la jornada en el teatro Principal presentando en cuarteto su nueva grabación Armonitango, en la que rinde homenaje al maestro del tango Ástor Piazzolla. Acompañado por José Reinoso (piano), Horacio Fumero (contrabajo) y David Xirgu (batería), Serrano demostró por que es uno de los mejores intérpretes de la armónica en el panorama internacional. En el concierto de Vitoria se fueron sucediendo temas como "Milonga del Ángel", "Contrabajeando", "Oblivion" o "Adiós Nonino". En ellos no sólo demostró su maestría con este instrumento, más o menos ajeno a la tradición del jazz, sino que dejó espacio para que sus compañeros se lucieran con unos buenos solos. Un aspecto a destacar fueron los arreglos de los temas y su disposición en formato de dúo, trío y cuarteto. A pesar de provenir de un repertorio tan específico como es el del tango, estos arreglos lograron que se adaptasen perfectamente al lenguaje jazzístico. Un buen concierto que entusiasmó al público que casi llenó el Teatro Principal.
La jornada continuó en Mendizorroza, cuyo programa doble abrió el guitarrista flamenco Niño Josele presentando Paz (Calle 54 Records-Sony/BMG, 2006), que es su homenaje a la música del pianista Bill Evans. El concierto fue de menos a más: comenzó con distintas formaciones (guitarra sola, guitarra y percusión, guitarra-contrabajo-batería, guitarra-contrabajo-batería-percusión) en donde se escuchó una música bonita pero que se quedaba en tierra de nadie, a medio camino entre el duende del flamenco y la improvisación del jazz. Por fortuna para los presentes que casi abarrotaban Mendizorroza, en el quinto tema de la noche apareció en escena el saxofonista Joe Lovano y la magia de la música se hizo presente. Al contrario que en el disco, la presencia de Lovano no tuvo nada de testimonial ni de medido. Éste es un todo terreno capaz de trabajar con propuestas de lo más diverso. En la música que desgranó con Niño Josele no tuvo ninguna dificultad en acercarse al flamenco y a partir de allí empujar a los componentes del grupo del guitarrista a improvisar en el lenguaje del jazz. El resultado fue una maravillosa fusión de jazz y flamenco en una música única y una demostración de que las fronteras no existen ni para la música ni para los músicos.
El segundo de los conciertos tuvo por protagonista a la cantante mallorquina Concha Buika. En Mendizorroza demostró que es una cantante de raza, capaz de acercarse con igual éxito a estilos tan diversos como la copla, el flamenco o el jazz. También demostró un gran desparpajo sobre el escenario acompañando a su voz con sus bailes flamencos.
En el apartado jazzístico hay que destacar al pianista "Melon" Lewis y al bajista Alain Pérez. Estos dos músicos se encargaron de aportar su toque latino a las canciones a lo largo de todo el concierto, en contraposición al toque flamenco de Dani de Morón (guitarra) y de Ramón Porrina (percusión). Mención especial merece Terell Stafford, estilista de la trompeta y que actuó como invitado especial en las versiones de "My One And Only Love", "Bye Bye Blackbird" y "Jodida pero contenta", interpretada en clave de jazz latino y que cerró el concierto antes del único bis.
El resultado fue un concierto mezcla de muchos estilos, que dejó momentos mágicos como el bis, en el que Buika interpretó a capella y en clave de flamenco la copla "Ojos Verdes", pero que en una gran parte de su duración nada tuvo que ver con el jazz.
