Comentario:
El Bogui se vestía de auténtico y añejo para recibir al casi octogenario Barry Harris, acompañado por el bajista Chuck Israels y el batería Jimmy Castro. Los ropajes de auténtico los lleva el club madrileño desde su inauguración. Lo añejo lo aportaban dos de los integrantes del trío que se subía al escenario, pues entre ambos podrían contar cómo acompañaron en algún momento a John Coltrane, Bill Evans, Stan Getz, Billie Holliday, Max Roach, Lee Morgan o Dexter Gordon, entre otros grandes. En este genuino marco que es el local madrileño y con estas dos leyendas vivas (que nos duren mucho), no era difícil trasladarse a cualquier club del Village hace cincuenta años.
Esta sensación compartida por el joven público que llenaba el Bogui se plasmó en el recibimiento entre aplausos a la llegada al club del pianista. Tras esta triunfal entrada y una sencilla y amigable presentación del trío, la expectación se vio cumplida en un principio cuando Harris comenzó a jugar con las teclas de su piano para introducir "Like Someone In Love".
Este fue el primero de una larga serie de standards que llenaron el repertorio de la velada, que permitió al trío moverse con soltura sin apenas ensayos, algo que unido a los improvisados finales, confirió al concierto carácter de jam session, y ese cierto sabor añejo antes mencionado.
Así sonaron unos líricos "Over The Rainbow" y "Star Eyes" entre otros, donde Harris, otrora seguidor de Bud Powell, se mostró aún un gran seguidor de la melodía a pesar de haberse hecho más económico en sus notas. Y es que a pesar de mostrarse incombustible, con casi dos horas de concierto, sí se notaba en sus expertos dedos el ineludible paso del tiempo.
Mención aparte merece Chuck Israels, sensacional durante toda la noche, posiblemente el componente más en forma del trío en esta velada, con intervenciones muy destacables, como en "'Round Midnight".
Para acompañar a estas dos leyendas, Jimmy Castro se mostró como un gran batería: cargado de swing, y asumiendo el protagonismo necesario, consiguió arrancar también grandes ovaciones. No en vano era el músico que jugaba en casa, y eso se notó en su soltura en los tempos y valentía al acometer los solos.
En la última parte del concierto se sumó Ramón Gonzalez "el león" a las congas, en un ambiente ya muy distendido, donde pudimos disfrutar de una gran versión de "A Night In Tunisia", y un Castro que lejos de esconderse tras los ritmos latinos de "el león", se reivindicó como gran acompañante y solista.
Este fue un concierto que mostró que, a pesar de la sensación de improvisación, especialmente en los finales de los temas, permitió al público disfrutar de una clase magistral, a cargo de tres grandes músicos.