Comentario:
Con la excusa de la presentación de su último trabajo, el segundo que graba su quinteto para el sello alemán ECM, pasó por el San Juan Evangelista el que, sin duda, es el músico de jazz italiano más conocido y reconocido internacionalmente. Tal y como se esperaba, Enrico Rava fue desgranando de manera intensa, poética y en ocasiones brillante, las nuevas composiciones contenidas en The Words And The Days (Las palabras y los días, ECM, 2007), sugerente título grabado en diciembre de 2005 por un quinteto estable del que, de momento, no sabemos si habrá un tercer disco. Por lo pronto, la última grabación de Rava ha sido a dúo con el pianista Stefano Bollani, un trabajo espléndido llamado The Third Man (El tercer hombre), un título ciertamente misterioso y también sugerente. Calificativo que también se ajuste muy bien a la música de Enrico Rava. Aunque su manera de afrontar los temas no aporta nada nuevo sobre lo que ya conocemos de este gran trompetista, a quien no hace falta descubrir, sí en cambio son muy apreciables en el músico de Trieste aspectos como la armonía, los tempos, los arreglos y la plena libertad que brinda a sus acompañantes. A excepción del mencionado Bollani, sustituido en el último disco por Andrea Pozza, e integrado ya en el quinteto, el grupo continúa con la línea iniciada en Easy Living (ECM, 2004). El tono agridulce que se destila de los conciertos de Rava sigue remitiendo, con señales inequívocas, a sus músicos más apreciados, Miles Davis y Chet Baker, entre otros.
Las composiciones de Rava mostraron una línea melódica, lírica y poética, interpretada todavía con gusto y precisión. El contrapunto lo puso el trombonista Gianluca Petrella más abierto a la improvisación y con un discurso en algunas ocasiones provocativo. En la pieza “Echoes Of Duke”, tal vez de las más destacas de la noche, Petrella pudo lucirse a sus anchas, obteniendo un buen rendimiento al trombón, mediante diferentes recursos técnicos que enriquecieron en esta y en otras piezas al conjunto de la actuación. Si en “Bob The Cat” asistimos a un dúo entre trompeta y trombón, en otro momento fue Rosario Bonaccorso quien asumió el protagonismo, con un buen solo. Roberto Gatto demostró también su calidad, siempre ligero y preciso en el acompañamiento de los momentos melódicos y los más rítmicos. En cuanto a Andrea Pozza, fue el que pasó más desapercibido. A excepción del tema que abrió el concierto, “Todamor”, una composición típicamente raviana (comienzo de trompeta, mientras el grupo sostiene activamente con gusto y precisión), en la que sí se pudieron apreciar sus maneras, en el resto del concierto, salvo algunos destellos, apenas gozó de espacios para lucirse.
En resumen, un concierto en el que se pudo apreciar una vez más la gran altura de este leyenda del jazz europeo, lejos de las formas más banales y de los estereotipos jazzísticos que se suelen escuchar en algunos trompetistas más “modernos”. Rava, sin embargo, sigue haciendo gala de un lenguaje personal e independiente, y eso, en los tiempos que vivimos, es digno de alabanza.