Comentario:
El concierto de Tri-ez en el San Juan Evangelista sirvió para verificar una vez más la madurez de al menos una parte del jazz español. Este encuentro entre Agustí Fernández, Baldo Martínez y Ramón López es el fruto casual de una espera larga y deseada. El trío se ha ido fraguando a lo largo del tiempo mediante colaboraciones (tanto esporádicas como permanentes) en distintas formaciones. Con apenas un año de vida, el de Madrid fue el quinto concierto de esta formación. A la vista de lo que ofrecieron en el Johnny, no cuesta demasiado intuir el brillante futuro que este trío tiene ante sí.
El trabajo conjunto de estos tres maestros de sus instrumentos toma dos direcciones principales: por un lado la del lirismo, la melodía y la suavidad Y, por el otro, la de las formas más libres, desarrollando una música de gran intensidad. Quizás lo más interesante de esta propuesta radique en que su desarrollo no parte de las individualidades de cada uno de los integrantes del trío, sino de una fuerte interacción. En Madrid, a la vista de los aplausos y la respuesta del público, su propuesta entusiasmó.
A la espera de que en un futuro próximo Tri-ez cuente con un repertorio propio y específico, el concierto del San Juan sirvió para recuperar algunos de los mejores temas de Baldo Martínez y de Agustí Fernández. De esta manera sonaron de un modo sumamente lírico las composiciones de Agustí Fernández contenidas en Aurora (Maya Recordings, 2006), "David M" y la maravillosa "Can Ram". Baldo Martínez aportó tres temas al repertorio del concierto. En primer lugar hay que destacar un animado y folklórico "Paisaxes Galaicas", que pasa por ser uno de sus mejores temas. También sonaron los intensos "Locura Otoñal" (con una forma muy libre) y "Extramuros" (de aire folklórico). Este último tuvo un desarrollo muy interesante, que pasando por fases de distinta intensidad, permitió sendos solos magníficos de Ramón López a la tabla, batería y percusión, y de Baldo Martínez al contrabajo. Entre las cuatro versiones sonaron tres muy poco habituales e incluso inesperadas. El lírico "Anónim" de David Mengual (a quien está dedicado "David M"), sirvió para abrir el concierto. También sonaron dos composiciones de la pianista Marylin Crispell contenidas en Amaryllis (ECM, 2001): la delicada "Silence" y la intensa "Rounds". La cuarta pieza no perteneciente a su repertorio fue "Lonely Woman" de Ornette Coleman. Su prólogo consistió en un solo de un emocionado Ramón López dedicado a Max Roach, que ejecutó únicamente con el chaston. Sin ninguna duda sus recuerdos sobre este maestro de la batería, que nos dejó el pasado 16 de agosto, con que presentó su solo fueron el momento más emotivo de la noche. El resultado final fue un gran concierto que dejó a los asistentes con ganas de más.